“La fantasía construye, pero la mentira destruye”

“Casa del Carmen, Faura”. Así acaba También la realidad se inventa, la última novela de Fernando Delgado (Isla de Tenerife, 1947), en referencia a su actual residencia en ese pueblo de la provincia de Valencia. ¿Por qué esta certificación de origen? “Para mí es muy importante el espacio donde escribo; dejo constancia de los lugares no por nostalgia, sino por gratitud al lugar donde me encuentro”, aclara el escritor canario afincado en Valencia. “Es una celebración del privilegio de vivir”, apostilla. “La empecé hace 12 años, pero la interrumpí porque tratando de la radio, pensé que acabaríamos hablando mucho de la radio”, explica. “Ahora no tengo esos prejuicios”.

Pregunta. ¿Cómo libera tensiones cuando escribe una novela?

Respuesta. El trabajo de escribir una novela es muy obsesivo. La poesía surge cuando surge y requiere otra disposición de ánimo. La novela te persigue y a veces te liberas de la obsesión leyendo otras cosas. Precisamente, el título se me ocurrió leyendo a Machado.

P. “Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / También la realidad se inventa”. ¿Mentira y fantasía son términos opuestos?

R. La fantasía construye nuevas realidades, la mentira es corrosiva, lo destruye todo.

P. La protagonista conduce “un programa de variedades”. No ha sido ese su estilo en radio.

“No me importaría levantarme con otra identidad pasado mañana”

R. Es radio pura, la radio como medio de expresión. Elegí la radio como un procedimiento literario porque es el medio que más propicia la imaginación y, para una novela que va sobre eso, el procedimiento no era lo de menos.

P. ¿Sobre la imaginación, sobre la identidad, sobre la mentira?

R. Todos esos temas tienen que ver con lo mismo. Los hombres y mujeres no son de una pieza, nuestra identidad está construida con todos los personajes que llevamos dentro y cuando los personajes en teoría mienten, no hacen otra cosa que mostrar su otra verdad. También es una novela que habla de reconocer la identidad del otro a través de la compasión.

P. La dedica al tenor grancanario Suso Mariátegui, “a uno de cuyos relatos orales se debe la idea” de la novela.

R. Él contaba la historia de un médico vienés que se traviste; pero también está detrás la crónica de sucesos, con noticias de políticos británicos a quienes se descubría en situaciones de teóricas perversiones sexuales. Empecé a ver a los personajes públicos bajo ese prisma y empecé a mirarlos compasivamente, no críticamente.

P. Un radioyente de la novela dice: “Yo soy Jesús y la mujer que me habita, como Alma es Alma y el hombre en que está metida”. ¿Es la identidad un acertijo?

“Me gustaría haber hecho una novela absolutamente periodística”

R. No es fácil de resolver. No hay una visión unívoca de nuestra identidad y personalmente no me importa que sea así. No me importaría levantarme con otra identidad pasado mañana.

P. La novela es de intriga, melodrama, crónica de costumbres en parte periodística... ¿Le gusta mezclar géneros?

R. Me gustaría haber hecho una novela absolutamente periodística, pero no he tenido esa posibilidad. Y los proyectos que tengo entre manos tampoco lo permiten.

Mientras posa en el balcón de un hotel de Valencia, hablamos de la ciudad. “Me gusta porque es llana, por los árboles y el río. Cuando dicen que ahora está bonita, yo digo: el río estaba antes”.