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Vecinos, 15-M y miembros de la PAH logran frenar tres desahucios en Vallecas

La comisión judicial aplaza un mes y medio el desalojo de tres familias de inmigrantes

Omar Kanate, su mujer, embarazada de cinco meses, y su hija, de dos años de edad, en la vivienda de la calle de la Imagen, en pleno barrio de Entrevías.
Omar Kanate, su mujer, embarazada de cinco meses, y su hija, de dos años de edad, en la vivienda de la calle de la Imagen, en pleno barrio de Entrevías.ULY MARTÍN

Willington, Edwin y Oumar. Tres inmigrantes; dos de Ecuador y uno de Mali. Vinieron a España hace una década. Los tres trabajaron en el sector de la construcción, lo que les permitió comprar un piso e hipotecarse. Un sueño cumplido. Hasta la llegada de la crisis, cuando perdieron su empleo. Esta fría mañana los tres se enfrentaban a uno de los peores momentos de su vida: el desahucio. Gracias a la intervención de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y al apoyo de vecinos del barrio de Vallecas, junto a los indignados del 15-M, los tres han respirado tranquilos: la ejecución de los desahucios se ha paralizado, al menos, tres semanas.

“Estoy contento, pero aún queda una larga lucha”. Willington Bayas, un padre de familia ecuatoriano de 38 años, estaba visiblemente emocionado al enterarse de que puede dormir en su casa un mes y medio más. En su piso, de 86 metros cuadrados, conviven 11 inquilinos: Bayas y su mujer, Zoraida, junto a sus cuatro hijas, más el abuelo materno, Luis Felipe. En uno de los cuatro dormitorios duerme Fanny con su bebé recién nacido y Yoconda, con su hijo de ocho años. Las dos madres solteras no pagan el alquiler pero sí comparten los gastos de la comunidad con la familia de Bayas. “No pueden echarnos a todos a la calle. Fanny aún está convaleciente por el parto y no puede levantarse de la cama”, explicaba Bayas, mientras miraba por la ventana cómo la comisión judicial negociaba con uno de los abogados de la PAH el aplazamiento del desalojo en la acera de enfrente, en el distrito de Puente de Vallecas.

"Estoy contento, pero aún queda una larga lucha", asegura uno de los inmigrantes

Bayas debe a la entidad bancaria Citibank 216.000 euros. Hace siete años pidió un préstamo de 240.000 euros para comprarse el piso del que puede ser desahuciado. En 2010 la empresa de la construcción para la que trabajaba se declaró en suspensión de pagos y él, de la noche a la mañana, dejó de ingresar dinero. Su mujer es ama de casa. Luis Felipe, su suegro, de 72 años cobra una jubilación que ronda los 400 euros. La deuda con el banco fue aumentando. Mes a mes. Este albañil asegura que ya había pagado 72.000 euros. “No le ha valido para nada”, sentencia Deisy Silva, una activista de la PAH que intentaba consolarlos. Una treintena de vecinos e indignados se congregaban desde las siete y media en la puerta principal del edificio para mostrar su apoyo a esta familia.

La misma escena se repetía en el barrio de Entrevías. Oumar Kanate, un maliense de 32 años y su mujer, Nahan, embarazada de cinco meses, se impacientaban al ver cómo se alargaba la negociación de la comisión judicial y los abogados de la PAH. Kanate está agotado; llegó anoche de Huelva donde ha conseguido trabajo temporal en la recogida de la fresa y apenas ha podido dormir. Esta pareja adquirió un piso en 2006. Dos años después, se quedó sin empleo. “Con una letra que subió hasta los 1.280 euros, se vio incapaz de seguir pagando a Banesto, que posteriormente activó en el juzgado el consabido proceso de ejecución hipotecaria y se hizo con la vivienda por un 50% del valor de tasación. Sin un lugar alternativo donde residir, esta familia lucha por mantenerse en su casa con un alquiler social y por la condonación de una deuda que no podrá pagar en la vida”, ha informado la PAH. Finalmente, la presión popular y la intervención de los abogados voluntarios surtió efecto. El desalojo se ha aplazado hasta el 11 de mayo. Mañana vuelve al sur.

Willington Bayas junto al resto de inquilinos.
Willington Bayas junto al resto de inquilinos.ULY MARTÍN

Bayas y Kanate no han dudado en sumarse a la concentración para frenar el tercer desahucio, que ha tenido lugar a las once de la mañana también en Puente de Vallecas. Edwin Calvo, un desempleado de 51 años, los miraba por la ventana de su piso sin saber si él iba a correr la misma suerte. Calvo trabajó como mecánico hasta principios de 2011. Desde entonces no ha encontrado trabajo. Compró su vivienda, de 63 metros cuadrados, por 251.000 euros y tenía que pagar, según él, 1.800 euros mensuales por la hipoteca que le concedió el BBVA. Pidió ayuda a la Embajada de Ecuador en España, y le pusieron en contacto con la PAH. Esta mañana esperaba que esos jóvenes lograran ayudarle. Y lo han conseguido.

I.S.G., el cerrajero que acompañaba a la comisión encargada de ejecutar el desahucio de Calvo ha inmortalizado la manifestación con su cámara de fotos. A pesar de haber cambiado las cerraduras de decenas de puertas de viviendas desahuciadas, nunca había asistido a un desalojo con movilización. Tenía un poco de miedo. “Espero que los chicos entiendan que yo estoy con ellos, pero que tengo que hacer mi trabajo”, exclamaba. Mientras la comisión delibera, él reconoce que el negocio va viento en popa con tanto desahucio: “Los cerrajeros somos como los enterradores, vivimos con el mal de los demás, aunque nos pese”.

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