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Rebelión ecológica al noroeste de Ourense

Casi 300 irixenses celebran, en un día de perros, su festival anti-incineradora

Intentar ubicar una planta de residuos en la comarca de O Carballiño no parece rentable políticamente. Al menos para el alcalde de O Irixo, Manuel Penedo (PP), según es posible razonar llegando al pueblo. Alcalde, Lito [teniente de alcalde], esta saeuvos mal es de lo más liviano que se puede leer, pintado en todos los contenedores de basura y con factura amateur. Los avisos más repetidos, lume o traidor, sobre el político que gestiona las cuitas de los vecinos desde 1987 —entonces en Coalición Progresista Galega, una de las antiguas marcas del galleguismo a la ourensana—, quizá haya que ponerlos en boca del cura.

“Estamos en contra de esto todos, incluso los que le votamos”, dijo en diciembre el padre Antonio, de 80 años, cuando el proyecto de plantar una fábrica de basura sin estudio de impacto ambiental ni salida de aguas —sobre suelo granítico: el vertedero crecería hacia arriba— en un envejecido ayuntamiento de 1.777 habitantes, muchos empadronados fuera, empezó a ser vendido como futuro. A Penedo, que ya sólo frecuenta uno de los cinco bares de O Irixo, no se le ocurrió pasar el sábado por el I Festival Reivindicativo: contra a incineración. En un día de perros, 300 personas de todas las edades tuvieron su sesión vermú, recital poético, cantautores del Grândola, Vila Morena y arrimados al 15-M y más por la noche. Nadie cobró. Cuando los santiagueses Ataque Escampe pedían “democracia y amor” en A cabana do tío Tom, ya era medianoche y seguía lloviendo, pero en la barra resistían los pensionistas. El poeta irixense Luís González Tosar, otro de los enemigos del alcalde, quiso colocar su pueblo “en la dialéctica de la Historia”. “David contra Goliat”.

Tosar: “Estamos en la dialéctica de la Historia. David contra Goliat”

“Estamos gratamente sorprendidas de la colaboración”, señalaron algunas señoras de la plataforma anti-incineradora, imitando el discurso televisivo. Entre alimentos y bebidas regaladas por paisanos y cooperativas como Loureiro, quedaron reservas “como para una semana”. Otras pruebas políticas, de arraigada ourensanía, hubo también la noche anterior. Dos coches se ocuparon de embarrar bien el campo da festa. Otro paisano, sin vacas, esparció purín justo enfrente, pero el viento se le puso en contra. Lo cuenta Silvia Fernández, de 23 años. “Incluso los cazadores decidieron votar a favor y en contra de la incineradora. Y ganó el no: 86 a 54. Hubo quien guardó los fuegos comprados para la ocasión”.

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