Las derivaciones de Balenciaga
El director del centro dedicado al modisto explica el diseño de las muestras temporales. La programación busca crear “una musculatura museística propia”
Oír hablar a Javier González de Durana, director del Museo Balenciaga, sobre cómo se gestan las exposiciones que alberga el centro resulta parecido a la lección de cómo se crean las moléculas a partir de los elementos de la tabla periódica. La institución ha diseñado para 2012 —ni siquiera si se es fiel al calendario para lo que se podría considerar su segundo año de vida, ya que el Museo fue inaugurado el pasado mes de junio—, cuatro muestras temporales con el objetivo de alimentar y desarrollar el contenido y discurso del centro.
“A Balenciaga se le entiende mejor en el contexto de su época, no encerrado en un armario con bolitas de alcanfor”, ilustra González de Durana. El ejercicio de programación, resume el responsable, busca crear una “musculatura museística interna propia, a través de las ideas que se gestan en el Museo”, sin descuidar o adoptar las que puedan venir de otras instituciones o coleccionistas privados.
Y aunque la moda, o lo relacionado con el modisto de Getaria pueda resultar un abanico de posibilidades bastante limitado, González de Durana se encarga de demostrar lo contrario. “Nuestro eje es la moda, en el sentido más extenso y conciso, desde comienzos del siglo XX y hasta la actualidad, Balenciaga no surge de la nada, hay unos antecedentes que lo hacen posible y posteriormente él se convierte en un referente”. Un argumento que sustenta, por ejemplo, dos de las exposiciones propuestas: La elegancia del dibujo. Crónica de París, en la actualidad en el Palacio de Aldamar y la prevista para finales de año, Cristóbal Balenciaga y su influencia en los modistos españoles de los años 40 y 50, en colaboración con la colección privada catalana Casa Martina. Una oferta que se completará a partir de esta semana con ManiQUEEN, una muestra sobre maniquíes y en verano con otra de bañadores.
Aquí es donde se comienzan a entremezclar el mundo de la moda y la lección de química porque, como recuerda el director, “no sólo hablamos de indumentaria, también de fotografía, patronaje o ilustraciones”, en lo referente a elementos expositivos, o a cualquier disciplina, si se aborda el contenido. “El patronaje es matemática, geometría pura, la exposición de los maniquís nos lleva incluso a abordar aspectos filosoficos sobre el canon de un cuerpo ideal o antropológicos. Ahora no se me ocurre ninguna materia que de alguna u otra forma no esté relacionada con el mundo de la moda, quizás la astronomía”, sentencia el director del Museo Balenciaga. El centro prepara incluso unas conferencias para el mes de junio sobre química y moda.
González de Durana: “Podemos hablar de fotografía, patronaje o ilustraciones”
“Las ideas surgen por el choque con otras, por fricción, confrontación o derivación”, resume el responsable, que aclara que todas las exposiciones deben trabajarse al menos con un año de antelación. El proceso de alumbramiento descrito encaja con la muestra ManiQUEEN.
“Queríamos hacer una exposición sobre un fotógrafo catalán que en los años 40, en su estudio de las Ramblas, además de retratos de bodas había hecho de maniquíes por encargo de una fábrica”, recuerda González de Durana. La imposibilidad de producir la muestra obligó al Museo Balenciaga a un cambio de planteamiento que, gracias al azar, desembocó en otra exposición. “Dio la casualidad de que documentándonos sobre maniquíes de la época encontramos la empresa La Rosa, de Milán, que lleva desde 1922 fabricando estas piezas”, una compañía que además trabajó con Balenciaga, y propietaria de las piezas que se expondrán a partir del próximo viernes en el hall del centro.
“Está claro, que tú, como comisario o director tienes exactamente en la cabeza lo que quisiste hacer, luego lo que el público ve...”, concluye González de Durana.
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