“China es una gran casa de subastas”
El galerista y anticuario afirma que solo sobrevivirá quien haga una apuesta clara y coherente por piezas de gran calidad a precios competitivos
“Sobrevivirá solo quien haga una apuesta clara y coherente por piezas de muchísima calidad, a precios competitivos”. Lo asegura el galerista y anticuario Artur Ramon tras un mes de fuego en el cual ha participado en tres ferias: el Salón du Dessin de París, Antiquaris de Barcelona y la más importante del mundo en su sector, TEFAF, de Maastricht. “Es una feria masacrante. Dura 16 días y recibe 80.000 visitantes, que comparados con los 65.000 de la feria del móvil de Barcelona, dan la medida de su magnitud”, explica el anticuario. Artur Ramon Art, fundada en 1926, ha sido una de las cinco galerías españolas y única catalana admitidas en TEFAF, que este año celebró su 25º aniversario con 268 participantes.
Nada que ver con las 50 galerías de la 36ª edición del Salón de Arte Antiguo y Moderno de Feria de Barcelona, a pesar de que reunió por primera vez las dos ferias que se hacían antes, organizadas respectivamente por el Gremio de Anticuarios de Cataluña y la Agrupación de Anticuarios de las Reales Atarazanas. “Ya es un milagro que se haya celebrado”, asegura Ramon, quien dirigió el evento durante cuatro años en los que se superó el centenar de participantes. “A diferencia de Barcelona y París, que ofrecen museos, exposiciones y múltiples eventos, Maastricht solo tiene la feria. Los grandes coleccionistas llegan con sus aviones privados a Aquisgrán, miran, compran y se van, porque ni siquiera hay hoteles a la altura de sus exigencias”, apunta.
Este periplo le ha permitido tomar el pulso de la situación. Lo más destacable es un cambio de tendencia desde el tenebrismo a lo Caravaggio y el gusto por el Barroco, hacia la serenidad de las tablas del Renacimiento. “La pintura tiene el valor añadido de inversión y bien refugio, que el mueble no tiene. Pero, sea lo que sea, el mercado es ávido de piezas muy buenas, que no hayan pasado por subastas y tengan un precio razonable”, indica. Ramon agrega: “En el caso de las tablas del 500, a falta de obras de los grandes maestros se buscan pinturas de su entorno”. Y no oculta su preocupación por la caída internacional del valor de la marca España. Eso sí, excluyendo a Miró, gran triunfador de Maastricht y de las últimas subastas, donde alcanzó los 20 millones.
La pintura tiene el valor añadido de inversión y bien refugio, que el mueble no tiene
Lo de las subastas es otro tema que preocupa al anticuario, ya que mientras antaño los campos de acción estaban separados, ahora se han convertido en competencia. “Tras Sotheby’s y Christie’s, ahora la mayor casa de subastas del mundo es China. Menos mal que, por el momento, parecen estar interesados exclusivamente en artistas chinos y no amenazan con destrozar el mercado, como hicieron los japoneses en la década de 1990 subiendo las cotizaciones de los impresionistas hasta las nubes”, explica. Según Ramon, lo que ha cambiado las reglas del juego ha sido Internet. “El flujo de información se ha revelado un arma de doble filo; ha desaparecido el secreto profesional y la excesiva transparencia ya no nos permite trabajar de forma tradicional”, admite.
Entre tantas preocupaciones también hay un motivo de alegría: la llegada de Pepe Serra a la dirección del MNAC, que según Ramon dará al museo el impulso que le ha faltado. “El MNAC no ha sabido posicionarse en el sitio que le corresponde ni establecer relaciones con sus homólogos internacionales”. Es más, se pregunta: “¿Cómo es posible que en la gran exposición sobre el gótico catalán, que acaba de inaugurarse, falte la pieza cumbre del periodo, el Sant Jordi de Martorell, conservado en el Art Institute de Chicago?”, se pregunta Ramon, crítico también con la actividad de Caixafòrum. Tal como denunció el director del MNAC, a propósito de las exhibiciones de Goya y Delacroix, el centro de La Caixa está haciendo “contraprogramación gratuita”. El anticuario insiste en que “el MNAC es prioritario. Es imprescindible un acuerdo político que evite esta especie de competencia desleal por parte de Caixafòrum”. Añade: “Es necesaria una política cultural seria, que revitalice el mecenazgo y potencie una visión global y no fragmentaria”.
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