Ahora ya está
Esto es como ‘Asesinato en el Orient Express’: todos tenían un móvil y todos eran culpables
Al parecer, la única política válida es la de hechos consumados, que vale lo mismo para un roto que para un descosido. De hecho, sólo vale para rotos y descosidos. Ni nos molestamos en remendar porque para qué. Es el viejo “agora xa está, Mariquiña non chores”. No es esta, la de hechos consumados, una política menor: abarca bosques consumidos, robos consentidos, bodrios construidos, bulos confirmados y datos confundidos. Y bastante más, que eso es lo que se dijo Dios al séptimo día: ahora ya está, güey, no merece la pena lamentarse.
Al margen del desarrollo de los acontecimientos en As Fragas, a la hora de escribir estas líneas (¡qué lugar común tan bonito!) ya se pueden sacar algunas conclusiones o sentarse a meditar un rato. Pero no demasiado, que la temporada de incendios se ha adelantado y difícil es prever qué pasará si no llueve. Es como el episodio de Bugs Bunny y el Pato Lucas: ¡temporada de patos! ¡temporada de conejos!; solo que aquí es temporada de incendios, temporada de inundaciones. Bueno, al grano. Lo primero que se dijo oficialmente, y mira que tardó la Xunta en mover el culo, es que el incendio fue provocado. Y aquí más vale parecer que ser, o sea que si se les viera moviéndose a la velocidad de Groucho Marx por el plató, aunque la eficacia no fuera la deseable, algo habrían ganado en imagen y reconocimiento. Pero no: la pachorra del Prestige es endémica. La mala pata hizo que el domingo pasado se publicase un artículo en Abc sobre cómo pasa el día de asueto Feijóo. Inocentemente afirmaba que si un político tiene uno libre de polvo y paja al mes ya se da por contento. Se entiende que es ser como un médico de guardia permanente pero, desde que se declaró el incendio hasta que visitó la zona cero, pasaron casi 24 horas y eso es mucho tiempo. Eligió mal día para librarse del polvo y la paja dominicales.
Se distinguen dos estrategias perfectamente pensadas. La primera es “¡a ver si esto no va a más y pasamos desapercibidos!” y la segunda “¡hostias, ha ido a más: habrá que decir que es intencionado y, por lo tanto, inevitable!”. La primera de las estrategias es la que aplicó Álvarez- Cascos en el susodicho caso del Prestige; la segunda es paralela a la de la teoría de la conspiración del 11-M. Pero pongamos que es así, que el incendio fue provocado. En ese caso entramos dentro del terreno de lo policial, perdón de lo policiaco. Teoría y práctica son infalibles: el asesino es aquel a quien beneficia el crimen. En este truculento caso no hay muchas posibilidades de quema de rastrojos, venta de madera, construcciones sospechosas y demás. Solo nos queda lo de la mina de andalucita en la zona que autorizó la Xunta pese a las protestas generalizadas. ¿Tiene esto, pues, que ver con el fracaso de Arenas en las elecciones andaluzas? No, por Dios, qué chiste tan malo. Tampoco se imagina uno a la compañía minera dejándose una pasta en zippos. Esto, en realidad, es como el caso de Asesinato en el Orient Express: todos los sospechosos tenían un móvil y resultó que todos eran culpables. O sea, que entre todos la mataron y ella sola se murió. El ejemplo, como diría Xosé Manuel Pereiro, no es gratuito.
Pero ahora ya está. Galicia vuelve a estar en el candelabro de Sofía Mazagatos. ¿Qué va a pasar? Un servidor recuerda una comida en Peñíscola con las autoridades locales en la que se sirvieron pececitos obviamente ilegales. Una pequeña insinuación sirvió la respuesta en bandeja: “Bueno, ahora que ya están aquí sería una pena tirarlos, ¿no?”. Pues lo mismo podría pasar con la andalucita: ahora que ya no hay nada que proteger, mejor agujereamos y sacamos unas perras, ¿no? Lo mismo pasa con el perdón al fraude fiscal a cambio del 10% de lo defraudado. A lo mejor no habido delito, sino despiste, como Urdangarín, pero la conclusión es que más vale portarse mal o despistarse. Ya castigará Dios a los malos cuando les llegue la hora. Mientras esperamos a ver la ira divina, el estado premia al malandrín con la disculpa de que más vale pájaro en mano que ciento volando, con perdón de los volátiles.
¿Dónde está la manguera (de Feijóo)? ¿Dónde está la escalera (de los gallegos)?
@JulianSiniestro
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