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Una virgen que llora, bendice y se mueve

Jubrique y Genalguacil, dos pequeños pueblos de Málaga, celebran una Semana Santa muy distinta a la de las grandes ciudades andaluzas

Imagen de la virgen en el momento de 'El encuentro' en 2011.
Imagen de la virgen en el momento de 'El encuentro' en 2011.MIGUEL ÁNGEL CASTILLO

Las hermandades preparan a sus santos, invierten tanto dinero como tiempo en los pasos para que todo salga impecable. Cada procesión saca sus penitentes y sus nazarenos, y las mujeres se visten de mantilla en la Semana Santa. La tradición y el sentimiento son el alma que acompaña estos días, pero cada ciudad y pueblo tiene la suya, distinta a la del municipio vecino. Entre las prácticas religiosas de este período, dos pequeños pueblos de Málaga, Jubrique y Genalguacil, tienen su peculiar forma de sacar las procesiones, uno con la virgen articulada y otro con Jesús resucitado en un huerto dentro del cuerpo de un niño.

La virgen secándose las lágrimas.
La virgen secándose las lágrimas.

En el Viernes Santo, Jesús se dirige al calvario para ser crucificado y en la calle de la amargura se encuentra con la virgen María que le da su bendición. Jubrique, uno de los pequeños pueblos de la Serranía de Ronda, en Málaga, no tiene nazarenos, ni penitentes, ni un gran trono. Este municipio, de unos 650 habitantes, rinde su humildad a Jesús en el Viernes Santo con El Encuentro, una procesión en la que el acercamiento y la bendición de la virgen a su hijo son los protagonistas.

La imagen de María sale de la Iglesia de San Francisco de Asís y va al encuentro de la de su hijo. El trono se lleva entre cuatro vecinos de Jubrique, y va avanzando hasta que está frente a la figura de Jesús. Son las 12 de la mañana y se produce un silencio absoluto en la plaza del pueblo. La virgen articulada, se mueve y llora, una labor que se realiza entre dos personas. Uno se encarga de los brazos y otro del cuerpo. El que se encarga de los brazos seca las lágrimas de María con un pañuelo, tira un beso y hace la bendición para que Jesús continúe hacia el monte del calvario donde será crucificado.

Miguel Aguilar tiene 26 años y desde los 14 es uno de los encargados de articular los brazos de la imagen de María. "La Semana Santa para mí es lo más grande que hay. Empecé a hacerlo por tradición, mi padre era el que movía los brazos de la virgen y cuando murió pase a hacerlo yo". Ahora, Miguel y su primo son los que cada Viernes Santo durante cinco minutos reproducen El encuentro, uno de los momentos más esperados por los habitantes del municipio malagueño.

'El niño el huerto' en la plaza.
'El niño el huerto' en la plaza.

Por otro lado, en el Domingo de Resurrección, para algunos cristianos, el hijo de Dios volvió a la vida en el cuerpo de un niño. En Genalguacil, otro de los pueblos de la Serranía de Ronda de unos 550 habitantes, la conmemoran con El niño el huerto, una pequeña procesión que se convierte en una puja constante a lo largo del recorrido para llevar los palos del trono. Una tradición que se celebra en otros municipios de la zona como Atajate, Algatocín o Alpandeite pero que cada uno representa a su modo.

Sobre las cinco de la mañana, la gente del pueblo junto con el hortelano –un hombre o una mujer que cada año se encarga de organizar el Domingo de Resurrección- salen por las calles y campos del municipio para recolectar frutas, verduras, hortalizas, animales e incluso macetas. Con todo lo que han sustraído a sus vecinos montan un pequeño huerto a la entrada del pueblo y decoran el trono del niño Jesús, que está a la espera de su madre.

Cuando empieza a despuntar el sol del domingo, los habitantes de Genalguacil y los visitantes se acercan a dar donativos al huerto y, a cambio, sus encargados le van dando lo que han ido recopilando a lo largo de la noche. Mientras tanto, la imagen de la virgen sale de la Iglesia de San Pedro Mártir de Verona en busca de su hijo resucitado.

La virgen y el niño por las calles del pueblo el año pasado.
La virgen y el niño por las calles del pueblo el año pasado.

Se acerca el medio día y tras el encuentro en el huerto las dos imágenes se encaminan de retorno a la iglesia, siendo portadas por los vecinos de Genalguacil. Es entonces cuando la procesión se convierte en una puja por ver quién porta el trono del niño Jesús y donde la figura del hortelano cobra protagonismo.

"Quietos. ¡El niño no pasa, es mio! ¿Quién quiere el niño?", va gritando el hortelano por las calles de Genalguacil. Antonia Moreno fue el año pasado hortelana, unas seis veces a lo largo de su vida, ella es la encargada de ir subastando a lo largo de toda la procesión los palos para llevar el trono del niño. "Se pone un precio de salida, dos o tres euros, y la gente va pujando. El que más paga pues hace un rato el trayecto. Cuando ha andado mucho la procesión se para, incluso se vuelve atrás", relata Antonia. La procesión puede durar unas tres horas, todo el que paga tiene derecho a portar durante un rato la imagen del pequeño Jesús, "lo llevan hasta los chiquillos del pueblo", sigue contando Antonia.

En el momento cumbre del sol en el cielo, la virgen y su hijo se disponen a bajar la última cuesta que les lleva a la plaza del pueblo. Es entonces cuando la devoción de los genalguacileños se transforma en orgullo, el de ser uno de los elegidos que introducirá el trono de María y el de Jesús en el templo, donde aguardaran hasta el próximo año.

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