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La policía admite la inocencia de un acusado de asesinato y arresta a otro

El resultado de las pruebas de ADN del crimen de Serantes exculpan al primer detenido

El presunto asesino no lo era. La policía nacional de Ferrol ha detenido a otra persona, A.F.F, de 31 años, como presunto autor del asesinato de un nonagenario en Pazos (Ferrol) el pasado 13 de marzo por el que ya había sido encarcelado otro delincuente que era inocente. A Gumersindo Moreira, de 93 años, lo estrangularon con una cuerda mientras dormitaba al sol en su casa, una vivienda modesta de dos plantas en el extrarradio de la ciudad. Un nieto lo encontró poco después sentado en la silla y con la soga todavía al cuello.

El resultado de las pruebas de ADN que la policía científica practicó sobre al cordel exculpan al primer detenido e implican directamente al segundo como autor material del crimen. Antonio F.F, fue detenido el lunes. Se trata de un delincuente con un largo historial delictivo por robos con fuerza y vecino de las viviendas sindicales de San Pablo, en Catabois.

La jueza de la Sala de Instrucción número 1 de Ferrol lo envió ayer directamente a prisión. El sospechoso ya había reconocido la autoría del crimen en su declaración ante la policía, según fuentes de la comisaría ferrolana. El primer detenido V.H, un indigente de 35 años, ha quedado en libertad después de pasar 10 días encarcelado por un homicidio que no había cometido.

La principal prueba en su contra era que el nieto de la víctima lo vio salir corriendo de la casa poco después del crimen y lo identificó como el presunto asesino, ante la policía y en el juzgado. Sin embargo, los agentes dudaban de la culpabilidad del primero porque él negaba el crimen y tenía una coartada que lo situaba a la misma hora en otro lugar.

La venta de unas joyas robadas en la casa de Pazos cuando el presunto asesino ya estaba en la cárcel les permitió dar con el verdadero supuesto autor del crimen. La prueba de ADN confirmó sus sospechas.

Fuentes próximas a la investigación apuntan que los dos detenidos se parecían físicamente y eso pudo llevar al testigo a errar en la identificación: los dos sospechosos eran morenos, de complexión normal y tenían dificultades para caminar. Cerca del lugar del crimen apareció el carrito azul de A.F.F, así como una camiseta y un guante que arrojó al suelo durante la huida, junto al machete que empleó para entrar en la vivienda con la intención de robar.

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