Más allá del Liceo
El hockey gallego afronta el reto de trabajar una base cada vez más nutrida
Siempre en el puente aéreo hacia Cataluña, el Liceo acudió hace dos semanas a disputar en tierras barcelonesas la Copa del Rey de hockey sobre patines. Les llevaron a dormir a unos bungalows, en un cámping. “En Cataluña estamos solos y eso se nota en todos los aspectos”, concluyó Jordi Bargalló, capitán del equipo, natural de la Sant Sadurni d'Anoia, la patria del cava. Nadie puede discutir la trayectoria liceísta, emblema del deporte gallego en los últimos treinta años, el club más laureado de la comunidad. Pero después de tres décadas de brega subyace la sensación de que siguen solos, en Cataluña y en Galicia porque el potencial económico puede ser mayor o menor, pero el club verdiblano sigue nutriéndose en viveros foráneos. "Y en Galicia hay bastante más hockey que el Liceo", advierte Dolores Soriano, que durante diez años ha estado vinculada como directiva al Raxoi, uno de los dos clubes que perviven en Santiago.
“No somos cuatro gatos”, escribe Jesús García Poncet en Fedellando, web de referencia para los apasionados del deporte del stick. Pero hay aspectos en los que se pudo trabajar mejor. La cantera gallega se asemeja a una pirámide en la que en la base anidan 29 equipos prebenjamines y 20 benjamines y en la cúspide tan sólo cinco equipos júnior. A partir de ahí, el abanico es el de una competición autonómica que acoge a demasiados veteranos. Y dos clubes, Cerceda y Órdenes, pelean en la Primera División, el segundo escalón a nivel nacional tras la OK Liga, para ofrecer una salida a los mejores jugadores gallegos. Pablo Cancela, coruñés, campeón de Europa y del Mundo sub-20, pelea por ganar la liga italiana con el Forti di Marmi tras pasar por el Alcoy y no tener ninguna oferta en Galicia. “Es un jugador brutal que no debería de estar en Italia. El Liceo no suele apostar por la gente de aquí y no hay salidas al máximo nivel, por eso es importante que haya otras opciones”, reclama Tomás de Llano, coordinador del Dominicos coruñés, un histórico que alzó la Copa del Rey en 1990. Poco después cayó a los infiernos, pero el hockey nunca dejó la Ciudad Vieja herculina. “No ponemos límite a nuestros sueños”, advierte De Llano, que trata de forjar otra generación dorada. “Queremos volver a ser lo que fuimos. En alevines e infantiles tenemos opciones de regresar a campeonatos de España después de seis años. Trabajo con chicos a los que les gusta el hockey. Les meto muchísima caña y ellos se la comen”.
De LLano: “El Liceo no apuesta por los de aquí y no hay salidas al máximo nivel”
Lo lógico es que dentro de cuatro o cinco años la pirámide no sea tan picuda —“algo se hizo mal”, asume De Llano— , que haya más chicos de entre 15 y 19 años que practiquen el hockey en Galicia y menos distancia entre el Liceo y el escalón inferior. “Estamos en un deporte complicado en el sentido de que la gente que entrena y le pone interés va a más y logra una progresión exponencial respecto a quienes tienen menos talento. Y por esa causa muchos niños lo dejan. Tenemos que atender a los que juegan peor, para que el número de practicantes a determinadas edades sea mayor”, reflexiona Quico Alabart, gloria del Reus Deportivo y del Liceo, hoy responsable de la escuela de hockey del Compañía de María, en A Coruña. “Para que haya algunos muy buenos tiene que haber bastantes menos buenos”, matiza.
Alabart: “Hay que atender a los que juegan peor para aumentar la práctica”
En esa línea, el Club de Hockey Compostela presume de más de 300 fichas, de una estructura con seis equipos prebenjamines, dos benjamines, tres alevines, dos infantiles y tres seniors, dos de ellos femeninos. “Un exitazo”, asegura Diego Lago, que con 28 años defiende la meta del segundo equipo del Liceo. “Cada vez hay más niños y niñas que se apuntan a empezar. Nuestro deporte es la leche porque es sano, hay buen rollo, bondad”, diagnostica. “Esto es una explosión, pero sin apoyos. Lo hemos montado dos familias”, explica Elías Martínez, secretario del Compostela. “La gente lo deja si no les das oportunidades. Nosotros las damos, luego ya habrá tiempo para hacer equipos más potentes”. Vite es la catedral del hockey compostelano, la que acogerá en mayo a los ocho mejores equipos de España en el campeonato sub-16 femenino, pero ya se están generando también puntos de entrenamiento y difusión en Sigüeiro y O Pino, que puedan tomar el relevo de localidades como Cee, Muros o Noia, donde el hockey floreció y pereció. “Nos faltan horas de pista y una exterior para que pueda ir cualquier niño como el que juega al fútbol o al baloncesto en la calle”, lamenta Martínez.
Al final resta la ilusión de la elite, el Liceo. “Todos los niños quieren jugar en él, pero parece inalcanzable”, admite Tito Torres, coordinador del Cerceda. El año pasado sus juveniles llegaron a la final del campeonato de España contra el Barcelona. “Tenemos buena relación con el Liceo, pero escindirnos fue una buena decisión. Nuestro reto es que ningún chico deje el hockey por falta de motivación o porque no tiene donde jugar y la solución es tener más equipos cerca del Liceo”, receta Torres.
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