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Saber dar a la vez que recibir

Muchos de los beneficiarios por falta de recursos de la ONG Integración para la Vida colaboran también como voluntarios

Local de Integración para la Vida durante el reparto de comida a familias necesitadas.
Local de Integración para la Vida durante el reparto de comida a familias necesitadas. PEPE OLIVARES

“Me siento mejor repartiendo comida. Recibir es importante pero me gusta más dar”. Claudia es una uruguaya de 32 años, casada y con tres hijos que hace tres años solicitó ayuda económica a Integración para la Vida en Alicante. Primero para recibir alimentos, luego con apoyo educativo para sus hijos e incluso con juguetes. Todavía recibe la ayuda porque los trabajos de limpiadora que le ofrecen llegan con cuentagotas, pero el año pasado dio el paso y se convirtió también en voluntaria de la ONG. Este viernes se movía con soltura durante el reparto de comida a 177 familias. Entiende mejor que nadie cuando la gente que recoge alimentos le pide un paquete más de harina. “Pero se les explica. Son muchos a recibir y toca lo que toca”. Nadie la puede acusar de no entender la situación.

Como Claudia, el 20% de los voluntarios que colaboran con esta ONG en Alicante son a su vez beneficiarios de ayuda. “Animamos a la gente a que no se quede solo esperando una ayuda, les ofrecemos la oportunidad de que se involucren”, contextualiza Zulma Castellanos, delegada en Alicante de la ONG. “Se pretende que no vivan solo a expensas de la ayuda, por la autoestima que ganan, por sentirse útiles. Cambia la percepción”, amplía.

Entre los carritos de la compra que a media tarde los voluntarios llenaban de comida procedente del Banco de Alimentos también se mueve atento David Araya. Llegó hace 17 años de Chile y vive con su esposa, también en paro, y con sus dos hijas universitarias. Cuenta con una prestación por una minusvalía derivada de su trabajo de años en la construcción y hace cuatro años empezó a recibir ayuda de la ONG, cuando los buenos tiempos quedaron atrás. También es voluntario. “Me sensibilicé con lo que hay, también por agradecimiento y decidí hacer lo que hacen por mí”. Su labor es muy variada: eventos, recogida de juguetes, reparto de comida. “El propósito es animar a la gente, que tengan otra visión. Llegan muy angustiados y sin perspectiva”, explica. Para Miguel ser voluntario ha sido “trascendente”. “Me ha dado satisfacción y ya no tengo el desánimo que tenía cuando llegué aquí”, asegura.

Integración para la Vida prioriza la ayuda a familias sin ingresos y con niños. Es aconfesional y este viernes entre los beneficiarios de su ayuda se adivinaban diversas nacionalidades y culturas distintas. Pese a ello, ocupa un local cedido por Centro de Vida Cristiana, una iglesia a la que llegó a los 16 años de la mano de un amigo Jorge Valdés. Era un adolescente con los problemas de la edad. Ahora, a los 27 años, este militar especialista en telecomunicaciones es voluntario y, entre sus múltiples tareas, ayuda a los jóvenes en distintos programas de la ONG.

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