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Vázquez y los críticos se atrincheran tras el igualado congreso del PSdeG

Los opositores se abstienen de apoyar a la nueva ejecutiva del líder reelegido

Rubalcaba junto a Pachi Vázquez
Rubalcaba junto a Pachi VázquezANXO IGLESIAS

Una de las reglas no escritas de los congresos socialistas dice que, por muy cruenta que sea lucha por la secretaría general, la ejecutiva del vencedor gozará del voto afirmativo de los vencidos. Esa de señal de buena voluntad no ha sido emitida en el 12º Congreso del PSdeG, que reeligió el sábado a Pachi Vázquez frente a Elena Espinosa y que ayer se clausuró con los dos sectores parapetados en sus trincheras. El ambiente pronostica que la guerra entre partidarios y detractores del secretario general no solo no acabó con la votación del sábado, sino que no ha hecho más que empezar.

Vázquez se proclamó vencedor en la jornada inaugural del cónclave por apenas 33 votos de diferencia: 245 (el 53,3%) frente a los 212 (46%) de Espinosa. A la hora de votar a la ejecutiva, la consigna entre el bando opositor fue optar entre la abstención —no hay papeletas con votos negativos— y el abandono prematuro del congreso. El resultado fue un apoyo del 68,5% a la nueva dirección del partido, exiguo si se tiene en cuenta la costumbre en el partido. En total, solo 20 votos más que los que recibió Vázquez el sábado, y con 77 delegados de los que habían ejercido su derecho a voto la noche anterior que ya estaban fuera de las instalaciones del Pazo de Congresos de Santiago.

Entre una votación y otra medió una noche de negociaciones en las que no participó el sector de Elena Espinosa, que ni dio muestras de querer formar parte de la nueva ejecutiva de Pachi Vázquez, ni recibió gesto alguno para hacerlo. Pero más que la falta de integración, lo que llevó a los derrotados a la decisión de mantenerse firmes en su batalla contra el reelegido líder del partido fue la elección de los principales nombres de la nueva ejecutiva, en la que Vázquez se ha rodeado del núcleo duro de sus partidarios.

Como ya había adelantado el secretario general, el alcalde de Lugo, Xosé López Orozco, ocupará el cargo de presidente, sin responsabilidad ejecutiva. El número dos seguirá siendo el mismo, Pablo García, que continúa como secretario de Organización. Vázquez crea además cuatro grandes secretarías de coordinación, equivalentes a vicesecretarías generales, que ocuparán Laura Seara, Carmen Gallego, Francisco Caamaño y Margarita Pérez Herráiz, con un escrupuloso equilibrio provincial. Para sus opositores, la inclusión de Seara y Gallego, dos de los más férreos apoyos del secretario general, es una demostración de que no ha cumplido la vocación integradora de la que hizo gala en el discurso de presentación de su candidatura.

En el análisis de los resultados del sábado, más que a la resta que el protagonismo de Abel Caballero pudo suponer en las provincias de A Coruña y Lugo o que al retraso en la configuración de la alternativa, a menos de una semana del congreso, los críticos atribuían la derrota al sistema de elección de delegados. Según sus cuentas, puesto que las zonas urbanas aportan proporcionalmente menos representantes al congreso, un voto ponderado de los delegados permitiría demostrar que la mayoría de las bases están contra Vázquez, argumento con el que mantendrán viva la oposición al secretario general.

Plenamente consciente del panorama que se le presenta, Vázquez dedicó buena parte del discurso de clausura a pedir “la unidad y el compromiso de todos”. El reelegido secretario general apeló a las listas para los comités federal y nacional, donde sí hubo integración y lograron casi el 85% de los votos, como ejemplos de consenso. “Pongámonos a trabajar mañana mismo en la búsqueda de sumar lo que nos une y lo que nos hace fuertes para sacar adelante este partido”, reclamó Vázquez, que apeló a la responsabilidad de vencedores y vencidos. “Cuando vean que salimos en la prensa hablando de los problemas de la gente, y no trasmitiendo problemas a la gente, van a decir: este el partido socialista que hace falta a Galicia”.

En un fin de semana en el que se consumó el abandono de Máis Galiza del BNG, Vázquez anunció que pedirá reunirse con sindicatos, empresarios y, sobre todo, “con las otras formaciones políticas de la izquierda gallega”. “Son partidos distintos, pero nos necesitamos unos a otros”, afirmó el secretario general, que tendió la mano a las demás formaciones progresistas.

Rubalcaba y el gatito de Feijóo

“Enhorabuena, Pachi, a ti y a toda la ejecutiva: habéis hecho un buen trabajo”. Con estas palabras, y sin alusiones a la división que padeció el partido la víspera y que amenaza el presente del PSdeG, se refirió Alfredo Pérez Rubalcaba al Congreso Nacional del PSdeG, que le tocó clausurar. “Vas a ser un buen secretario general”, añadió. Fue la continuación a la tibia implicación de Ferraz en la batalla precongresual, en la que se limitó a declarar su imparcialidad ante a las insinuaciones de Elena Espinosa atribuyéndose el apoyo de Rubalcaba. Los esfuerzos del exvicesecretario general José Blanco de favorecer el relevo en Galicia tampoco llevaban el sello de la ejecutiva federal.

El líder socialista pasó rápidamente la página del congreso y dedicó la mayor parte de su intervención a atacar al Gobierno de Rajoy. El secretario general del PSOE rechazó la “mercancía ideológica de la derecha”, en alusión tanto a la reforma del mercado laboral como de la ley del aborto, y defendió que “salir de la crisis de manera distinta” es la “labor de futuro” de los socialistas.

Pero los mayores aplausos se los dedicaron los asistentes al congreso a Rubalcaba cuando criticó la actitud del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. “Ha pasado de ser el fiero tigre de bengala que arremetía contra el Gobierno de Zapatero” a convertirse “en un sumiso gatito que ronronea en los salones de La Moncloa con Soraya”. “Pasó de intentar enfrentar a Galicia con el Gobierno de Zapatero a convertirse en un sumiso defensor de los intereses de Rajoy en Galicia”, acusó el secretario general socialista.

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