El PP de Arenas tiene un filón
Todos los oradores, desde Rajoy al último telonero, hablan de la corrupción
En el PP andaluz está asentada la idea de que el caso de los ERE es un tobogán que depositará a Javier Arenas directamente en el Palacio de San Telmo. No son precisos los experimentos, lo más seguro es insistir e insistir en la imagen de fárrago y saqueo de la Junta y mantener el rumbo firme sin despistarse. En los tres días de campaña, todos los oradores —por pequeño que sea el acto y tangenciales sus dirigentes— han entrado con alboroto en la espiral de la corrupción de los socialistas. A la ola se ha subido también Mariano Rajoy con su estilo tautológico, quien ayer en Almería volvió a alimentar el filón electoral que no deja de generar provecho, y levantó la ovación del pabellón municipal de Almería donde protagonizó un mitin junto a Javier Arenas.
Vino a decir lo mismo que la noche anterior en Málaga. Reflexionó —subrayando a cada paso sus palabras con apelaciones a la sensatez de la gente corriente— sobre lo sagrado que es el dinero público, aún más en momentos de crisis y zozobra, y lo importante que resulta gestionar los impuestos que con tanto esfuerzo pagan los ciudadanos. “Hay que cuidar el dinero de los contribuyentes porque cuesta mucho ganarlo”, clamó ante un aforo entregado, a rebosar de banderitas de España.
Por primera vez fue al meollo y nombró el asunto que corea el resto de su partido como un mantra: “Andalucía no son los ERE, ni unos señores que están hoy en la primera página de los periódicos, sino una tierra de primera, donde viven ocho millones de españoles, que quieren algo tan normal como que se gobierne bien, se les respete y se les dé soluciones a sus problemas”.
Andalucía no son los ERE ni unos señores que están en la primera página de los periódicos
Mariano Rajoy
Hasta ahí llegó, el resto se resume en una defensa cerrada de su reforma laboral y la respuesta taxativa a la convocatoria de los sindicatos de huelga general para el próximo día 29: “Vamos a seguir con más reformas”. Buscó la comprensión de la concurrencia con una frase pronunciada en tono cómplice: “A mí lo que me gustaría es hacer autopistas, autovías, subirle al sueldo a todo el mundo, pero antes hay que hacer reformas para generar empleo”. “España tiene que modernizarse, no podemos tener recetas del siglo XIX en pleno siglo XXI, no es problema de ideología, sino de sentido común”, agregó.
Javier Arenas pasó de largo de la huelga y de la reforma laboral. No está en su guión monocorde de concordia y esperanza, por un lado; y corrupción y escándalo socialista, por el otro. Empezó a enumerar una letanía de pactos sobre grandes asuntos (hasta ocho), una especie de mix de sus medidas contra la crisis que llevó al Parlamento andaluz durante la legislatura que ha expirado y sus famosos decálogos programáticos que mengua y estira según convenga.
El debate en televisión es un riesgo que Arenas no necesita correr
Pero de huelga y malestar social, nada. El candidato se escurre de estos temas que le son innecesarios para cumplir con éxito los objetivos de la campaña que se ha marcado porque, a la postre, suponen un riesgo que no tiene porqué correr. En este contexto se explica su resistencia a acudir al debate que ha propuesto la RTVA con sus rivales José Antonio Griñán y Diego Valderas. ¿Para qué aventurarse? Al pedir garantías de ecuanimidad, el candidato del PP vierte una acusación de parcialidad sobre la televisón pública que no deja mucho espacio para negociar. Quiere que sea fuera del ente y con el moderador y realizador que tuvieron Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en las generales.
En cuanto a los ERE, Arenas se lanzó a por Griñán y su predecesor, Manuel Chaves. “Dicen que defienden a los débiles, pero lo que hacían era repartir en secreto el dinero publico, sin que nadie se enterara, solo a los amigos, y de eso es de lo que tienen que responder dos presidentes, la responsabilidad les alcanza”.
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