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opereta

Odisea optimista con Bernstein

El tenor Antoni Comas da vida al soñador ‘Candide’ en la opereta del autor de 'West Side Story'

Paco Mir (boca arriba), comparte bote con los intérpretes de Candide, el tenor Antoni Comas y la soprano María Rey-Joly .
Paco Mir (boca arriba), comparte bote con los intérpretes de Candide, el tenor Antoni Comas y la soprano María Rey-Joly .CRISTÓBAL MANUEL

Candide es de todo menos convencional. La opereta salida de las manos exquisitas de Leonard Bernstein es una historia universal de optimismo ante un mundo que no para de dar reveses a un ingenuo Candide, encarnado por el tenor Antoni Comas. La música del más grande compositor neoyorquino llega a los Teatros del Canal este domingo bajo la dirección de Paco Mir en un montaje modesto pero ambicioso. Será la primera vez que se interprete en la capital en español.

Candide narra la historia de un soñador, un hombre que recorre el mundo y que descubre en su periplo la dureza de la vida y una realidad que no esperaba. “La historia no va mucho más allá, no entra en exageraciones. No es tan heroica como West Side Story. Candide es un paradigma y queda a juicio del espectador si lo que pasa en el escenario es bueno o malo, útil o inútil”, explica Antoni Comas.

Le acompañan en el escenario cantantes como María Rey-Joly o Axier Sánchez, pero no habrá nadie en el foso. El montaje traslada la orquesta a la parte trasera del escenario, rompiendo los cánones de la ópera. La Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid estará dirigida por Manuel Coves. “Si cierras los ojos, no te das cuenta de que es una orquesta joven la que está tocando. Son realmente buenos”, explica Comas. La orquesta y el montaje vienen avalados por el éxito del verano pasado cuando estrenaron la obra en San Lorenzo de El Escorial.

La historia, inspirada en una obra de Voltaire, no es tan banal como puede parecer a primera vista. Según Comas, si hay un ideal que se desprenda de esta opereta es la bonhomía personificada en Candide, pero no cree que tenga un final pesimista, todo lo contrario. “Candide no se desencanta, se da cuenta de que el mundo es distinto a como él pensaba. Es la historia del Génesis: al principio son cuatro tíos que están en un castillo sin hacer nada, que es como el Edén, y luego llega la manzana, y a trabajar con el sudor de tu frente. Pero no es desencanto, sino un cambio de actitud”, explica el tenor, que ya estuvo en los Teatros el año pasado en el papel principal de Amadeu por decisión del director de los Teatros del Canal, Albert Boadella. “A él le debo el entusiasmo y que me haya dado un personaje que ya es mío para siempre”, comenta Comas.

Para el tenor, la opereta y la ópera cómica pueden solventar el problema de renovación generacional del público que los auditorios padecen. “La ópera del siglo XX se ha convertido en un experimento perpetuo del creador con su idea, y se han olvidado de que cuando sube el telón el público quiere subir al escenario y entrar en la obra. Se crea una muralla sonora experimental, y alejas al espectador. Ahora las cosas están cambiando: quizá se está dando un paso atrás pero para dar dos pasos hacia delante. Los compositores están volviendo a la melodía y a la voz”, comenta el tenor. “En el momento en el que haya una ópera cómica contemporánea, pero con buena comedia, y funcione, arrasa. Ese sería un puente sensacional para atraer un público masivo. La ópera como formato no debería tener problemas, pero los tiene", lamenta Comas.

Defiende que espectáculos como Candide son más accesibles que unas óperas a las que las décadas las han revestido de lujos innecesarios. “Le estamos pidiendo una cosa a la ópera que nunca ha pedido”. La ópera siempre ha sido algo que la gente veía como suyo. Nunca ha pedido 120 tíos en el foso y un coro de 200 personas en el escenario, pero se lo estamos dando. Y al final da la sensación de que la ópera solo se puede hacer así. El espectáculo solo requiere grandes profesionales”, sentencia. En este montaje el gasto está en un vestuario sin alardes, pero no en decorado. Una simple tarima es el único elemento que hay en el escenario. A pesar de que Candide viaja al bullicio de Buenos Aires, a la melancólica Lisboa o a París, nada en el escenario lo indica, pero "el público sabe perfectamente dónde estamos y lo que está pasando". Un viaje de aprendizaje con final en una decadente Venecia, en la que Candide canta un epitafio inmortal: "Y antes de morir tratemos de dar sentido a esta vida. No somos sabios ni buenos: hagámoslo lo mejor que sepamos".

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Candide. Días 11, 14, 16 y 18 en la Sala Roja de los Teatros del Canal. Entradas de 30 a 50 euros. Descuentos para jóvenes, mayores de 65 años y grupos.

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