Una obra protagonizada por niños cierra el Alt de Vigo
El trabajo fue finalista al Espectáculo Revelación en los Max
Cuatro niños y cuatro adultos. Frente a frente en una porción sintetizada de vida en la que se invierten los términos. En el montaje teatral Materia Prima, de la compañía La Tristura, son los pequeños, dos niñas y dos niños de 10 y 11 años, quienes muestran el camino. “Los vencejos tienen las patas muy débiles y cuando se posan, se las quiebran. Somos vencejos y debemos volar sin detenernos, porque el mundo nos ha prometido que nuestras patas se quebrarán cuando nos posemos”, dice uno de ellos. La obra, finalista al Premio Mejor Espectáculo Revelación en los Max 2012, se representó anoche en el Teatro Principal de Santiago y mañana clausurará la XI edición del Festival Alt de Vigo (Auditorio Municipal, 20.30 horas).
Gonzalo Herrero, Siro Ouro, Candela Recio y Lucía Oña son los actores. Se mueven bajo los focos, cambian la escenografía y hablan como adultos. Pero son niños en todo momento, incluso hay momentos de duración no determinada de antemano en los que, simplemente, juegan. “Está claro que no es una pieza concebida para el público infantil, aunque la pueda ver cualquier espectador”, explica Pablo Fidalgo (Vigo, 1984), uno de los cuatro miembros de la compañía, co director, junto con Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez, del montaje.
Acostumbrados a dirigirse a sí mismos desde la fundación de La Tristura en Madrid, en 2004, quisieron probar una de sus obras, Actos de juventud (2009), desde el otro lado y trabajar con actores. Pensaron en cuatro niños de su entorno, no necesariamente familiarizados con este ámbito, “y suspender así la expectativa”: “Para nosotros el teatro es escuchar las palabras por primera vez y los niños, que son conscientes de la contundencia de lo que dicen, son capaces de mostrarnos todo lo que hemos perdido por el camino”. De modo que los materiales de partida se convirtieron en otra cosa, en un estudio sobre la herencia, la educación y el futuro.
“Un niño es como un extranjero: son los únicos que pueden arrojar luz y el mundo de los adultos no está preparado para dejarse transformar por un niño”, puntualiza Fidalgo. Desde un lugar, aparentemente inocente, el resultado es brutal. “Golpeamos al espectador, pero hacemos el camino con él”. ¿Tan duro es el viaje? “Es que hemos perdido algo físico: vivir la vida con el cuerpo y vivir según nuestros deseos más verdaderos”.
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