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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Del gris al azul

"Lo ocurrido en Valencia pone en entredicho la modernización y adecuación a los tiempos que corren"

Ayer soñé que soñaba pero el despertador me devolvió la tristeza. Somos, le dije a un amigo, la generación que se lo creyó. 35 años después, el gris ha virado a azul, pero actuaciones y justificaciones de las fuerzas del orden público son tan familiares... Menos mal que aunque rompan los partes hay miles de vídeos que ponen las cosas en su sitio y permiten exigir a la Policía Nacional que cuente hasta diez antes y que, al levantarse, recuerde que su cometido es “proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”, aunque por lo visto aquí hay bula y el enemigo es especialmente peligroso a la luz de las miles de fotos dominadas por teces asustadas. Pero esos barbudos...

Los de mi generación tenemos un infausto recuerdo de la Policía Armada y de aquellos grises, cuya represión de estudiantes universitarios también cruzaron nuestras fronteras. La democracia ha intentado regenerar la imagen de aquel cuerpo y ello ha exigido el trabajo de muchos policías a los que debe reconocérseles esa labor. Pero lo ocurrido en Valencia pone en entredicho la modernización y adecuación a los tiempos que corren. Su forma de actuar les ha hecho granjearse la desconfianza ciudadana, no ya de los jóvenes violentamente reprimidos, sino de los mayores que hemos contemplado con estupor los excesos. Recuperar la confianza de los más jóvenes en su policía como servicio público va a ser una tarea ardua. Pero quejas al maestro armero, o sea, al ínclito jefe superior de este cuerpo que no se cortó un pelo en convertir a los ciudadanos adolescentes a los que se enfrentaban sus tropas en el enemigo. Unas tropas, por cierto, pagadas con los impuestos de los padres de esos adolescentes, que también son ciudadanos y a los que les sobran los sheriffs de la frontera con México.

Resulta grotesco leer las justificaciones aducidas por la propia policía, en partes sobre supuestas agresiones de los estudiantes a los agentes del orden. El arsenal confiscado habla a las claras de las armas con las que contaban los estudiantes y todos aquellos que se sumaron a las protestas. Si había infiltrados violentos, la policía tiene medios y oficio mucho más eficaces y menos vergonzantes que intentar justificar lo injustificable. No ha aflorado ningún elemento peligroso a pesar de todo lo intentado por quienes se han esmerado en ofrecer una imagen violenta y conspirativa siempre los rojos antes que aceptar el craso y vergonzante error cometido, fruto de excesos incontrolados e insuficiente formación de quienes tenían que resolver en lugar de crear un problema de seguridad ciudadana. Siempre hay gente que para cada solución tiene varios problemas

Los requisitos que se exigen para entrar en el Cuerpo Nacional de Policía deberían ser revisados, al tiempo que se eleva el nivel de exigencia y de formación de los futuros policías

Los requisitos que se exigen para entrar en el Cuerpo Nacional de Policía deberían ser revisados con la máxima urgencia al tiempo que se eleva el nivel de exigencia y de formación de los futuros policías. Seamos exigentes y hechos como los ocurridos estos días en Valencia no se repetirán. La policía tiene muchos frentes que atender y, sin ir más lejos, sí se les puede pedir que dediquen sus energías a las mafias que se van situando en el mapa, o vayan a los centros de ocio a supervisar eso que se llaman porteros.

Si prevaleciera o prevaleciese el sentido común, los responsables de los atropellos policiales deberían retractarse y pedir disculpas por los excesos de celo a la hora de controlar a los afectados de su mal entendido prurito, evitando agravar más si cabe la situación con esos partes de los policías que provocan sonrojo al ver los ataques de los que dicen haber sido víctimas, cuando las verdaderas víctimas apenas se le ha permitido disponer de un parte facultativo sobre los daños físicos y morales infligidos por los más conspicuos incumplidores del deber policial, tal como reza la Constitución. Cualquier otra maniobra orquestal en la oscuridad solo reafirmará nuestros miedos a que hay demasiadas cosas sin resolver. Pedir responsabilidades por el accidente del metro es “hurgar” en la herida, e inhabilitar a Garzón, un servicio a la democracia. Tras el fascismo en Italia, alguien dijo que la policía y la judicatura eran los núcleos duros resistentes. A la luz del espectáculo judicial y policial, lamentablemente tenía razón.

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Josep Sorribes es profesor de Economía Regional y Urbana de la Universitat de València.

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