Un crimen no tan perfecto
Las acusaciones destapan los errores de 'Angie' en el asesinato de Ana Páez
El crimen perfecto no fue, al fin y al cabo, tan perfecto. La fiscalía desgranó ayer, en la última sesión del juicio por el vil asesinato de Ana Páez, la “multitud de pruebas” que pesan sobre la acusada, Ángeles Molina —conocida como Angie—, así como los errores que esta cometió. Pese a haber planeado el crimen de forma meticulosa, algunos de esos indicios se pueden achacar a la impericia de Angie, que fue detenida por los Mossos d’Esquadra solo tres semanas después del crimen. Además de dar explicaciones inverosímiles, la acusada dejó pistas en el lugar de los hechos—restos de cabello en una peluca— y fue reconocida como suplantadora por demasiadas personas como para salir airosa.
“Hay indicios más que abrumadores contra la acusada”, exclamó el abogado de la familia, Emilio Zegrí, en un discurso vehemente en el que tildó a Angie de “psicópata”. “Es una persona ensimismada, fría, sin empatía ni sentimiento de culpa”, añadió Zegrí, que insistió en que la acusada quería “matar y cobrar”. El fiscal Fernando Maldonado tampoco ahorró calificativos —“fría, calculadora y muy inteligente”— y desmontó los intentos de la defensa de hallar grietas en la investigación.
Tras apoderarse del DNI y otros documentos de su “amiga” Ana Páez, Angie contrató préstamos a su nombre. Los empleados de los bancos la reconocieron en el juicio como la mujer que, con una peluca, firmó los contratos. Los peritos caligráficos ratifican que la firma es de la acusada, cuya imagen fue captada, además, por cámaras de vigilancia. “¡Dios bendiga a los cajeros automáticos!”, proclamó Zegrí.
Unas semanas antes del crimen, ocurrido en febrero de 2008, la acusada suscribió seguros de vida por valor de 1,2 millones, también a nombre de Páez. En su plan para desviar la atención y apuntar a un crimen sexual, la acusada contrató a dos gigolós para que eyacularan en un bote de plástico. Angie adormeció a la víctima, la asfixió e impregnó con ese semen la vagina y la boca del cadáver.
Mientras que la abogada de la acusada, Carmen Gómez, pide la absolución por los “cabos sueltos” y las “conjeturas” del caso, el fiscal insiste en que “no hay ninguna duda” sobre las pruebas que la incriminan y tacha sus explicaciones de “surrealistas”. El juicio quedó visto para sentencia. La acusada, que lleva cuatro años en prisión provisional, afronta una petición de pena de 24 años.
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