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“Poder superarte da gustillo”

David Cal buscará su quinta medalla olímpica en un canal que no le favorece

David Cal entrenando en la ría de Pontevedra en 2008.
David Cal entrenando en la ría de Pontevedra en 2008.LALO R. VILLAR

Hace unas semanas David Cal se acercó por un colegio de la parroquia canguesa de Coiro. Le entregaron un estuche e inmediatamente le indicaron que era para guardar la quinta medalla olímpica, esa por la que competirá entre el 6 y el 8 de agosto en Londres. La exigencia y la presión acompañan al titán de O Morrazo desde que hace ocho años comenzó a coleccionar metales en los Juegos. Uno más le situaría como el deportista español más laureado de la historia. “Es la gasolina que me impulsa”, explica ante el reto.

Metódico, curtido en la cultura del esfuerzo, Cal ya tiene diseñada la hoja de ruta para llegar al canal de Dorney, vecino al Támesis y propiedad de Eton, seguramente el college más elitista del mundo. Tras un invierno de trabajo sin competición, el camino tuvo una primera etapa este fin de semana en el campeonato gallego de invierno en el pantano de Verducido, una prueba de fondo, 5.000 metros, una suerte de maratón para un sprinter de la canoa porque Cal se fajará en los Juegos sobre una distancia cinco veces menor.

“Empezamos la temporada el 4 de octubre y ahora estamos con el trabajo aeróbico. La próxima cita será el campeonato de España de fondo y luego ya pasaremos a la pista”, explica el campeón. En la tercera semana de mayo partirá hacia Cervo para realizar allí la última fase de trabajo y esperar los Juegos. “Volveré a casa sólo para coger la maleta e irme”, anticipa.

El canal londinense de Eton Dorney no es tan rápido como desearía

“Mucha gente no sabe lo que hay que sacrificar para estar en unos Juegos y yo me considero afortunado porque obtengo resultados, pero otros trabajan tanto o más y no ganan nada”, reflexiona, sin más futuro que Londres aunque barrunta seguir cuatro años más y cerrar su epopeya en los Juegos de Río de Janeiro. Lo decidirá cuando vea lo que ocurre en agosto. “Tampoco me he parado a pensar qué haré cuando me retire, supongo que será algo relacionado con el mundo del deporte, al menos es lo que me gustaría y donde creo que puedo aportar”.

Por ahora Londres es el foco. “Allí me juego las castañas”, bromea. Atento a los detalles, a Cal le dolieron las dudas que surgieron el año pasado sobre su capacidad para seguir al máximo nivel o al menos ser la mejor baza española en C-1 1.000 metros, sospechas que le obligaron a pasar un control selectivo para estar en el Mundial y asegurarse allí la plaza olímpica. Ya antes había estudiado lo que le separa de la quinta medalla, de esa lengua de agua londinense que no se acaba de adaptar a su perfil y sí al de su máximo rival, el húngaro Attila Vajda, que le derrotó en el pasado Mundial remando como local.

Otra medalla le haría el deportista español más laureado de la historia

El canal londinense de Eton Dorney no es tan rápido como desearía Cal porque se nutre del Támesis y es de agua dulce. El de Atenas, en 2004, próximo al Egeo, era de agua salada,detalle que incide en que el barco tenga menos rozamiento y favorece a regatistas más livianos. Cal pesa menos que Vajda. “Las pistas cambian mucho según factores que tienen que ver con la temperatura ambiental y del agua, la densidad de ésta, la profundidad… El viento tendrá influencia porque se trata de un canal muy abierto en el que suele entrar de frente y de lado favoreciendo a los diestros”. Y Cal es zurdo.

Sin embargo, existen también variables que alivian las inquietudes. Antes de las pruebas de piragüismo tendrán lugar en las mismas aguas las de remo, deporte de honda tradición en las Islas y del que se preveé un seguimiento masivo. “Van a poner muchas gradas móviles a lo largo de casi todo el canal. No serán muy altas, pero van a tapar bastante”, presume Cal.

Vecino a una campiña en la que las vacas yacen tumbadas aburridas de tanto pasto, Eton Dorney dejará al margen su faz bucólica para mostrar la más competitiva. Cal conoce el sabor de la miel, pero también el de la crueldad de aquellos que sólo le valoran por el peso del metal que cuelga de su cuello. Hay presión, sabe que tiene el estuche vacío de Coiro esperando en casa, pero en mitad de todo encuentra un resquicio para disfrutar de su oficio. Hace un par de semanas en pleno entrenamiento, exigido hasta el tope, encontró el momento para alzar la vista y entre palada y palada, paladear. “Iba al límite por la ría de Pontevedra, rodeando la isla de Tambo y lo supe disfrutar. Todavía lo consigo, también en esas series cortas en las que luchas contra tus propios tiempos. Poder superarte da gustillo”.

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