Acordes para acercar la ópera
Ara Malikian y José Manuel Zapata desvisten el bel canto de solemnidad con ‘Los divinos’
Quitarle hierro a la música clásica. Ardua labor teniendo en cuenta el estricto protocolo de las salas de concierto y la solemnidad de los teatros de ópera. Pero es posible si el resultado de esa desacralización de la ópera da como resultado un espectáculo lleno de los grandes compositores pero que arranca las carcajadas entre el público. Así son Los divinos, el experimento que el violinista Ara Malikian y el tenor José Manuel Zapata están representando en los Teatros del Canal.
La historia es rocambolesca. Una familia de músicos en la que Zapata se siente apartado porque no tiene ninguna habilidad con ningún instrumento. Sus hermanos le dan de lado porque, además de ser un negado, le culpan de la muerte de su madre porque “pesó siete kilos y medio cuando nació y la reventó por dentro”. “Pero todo se va a dar la vuelta, porque ese apartado se va a convertir en el jefe de la manada, ya que tiene el don de la voz y de la palabra, que es el instrumento más importante”, explica Zapata. Y lo irá demostrando, sea con O sole mio o incluso atreviéndose con un bailecito propio del Rey del Pop.
Como un guiño a los divos y, también, al grupo Il Divo, se plantan sobre el escenario los músicos de Malikian y el tenor granadino para reírse de esos músicos que se elevan a los cielos en cuanto alcanzan una fama notable. “Para acercar la música al gran público hace falta quitarle ese disfraz de que es algo tan solemne y artificial. Una vez que estás en el escenario, los músicos ponen la cara de pescado muerto. Pero no tiene por qué ser así. Uno puede tocar un concierto con cara de alegría, y no mirar al público con desprecio. No es que si no entienden lo que haces, es su culpa. Es que si no lo entienden, es porque no lo estás haciendo bien. Hay que tener más humildad. Los intérpretes tienen que ser personas con los pies en la tierra: no creerse divinos”, explica Malikian.
El escenario es simple: a veces aparece una silla, pero normalmente es un terreno limpio para que Malikian y Zapata desplieguen su buen hacer a golpe de sketch y una banda sonora inigualable. Verdi, Dvorak, Rossini o Albéniz ponen música a este espectáculo. “Todos estos grandes compositores eran unos cachondos. Eran muy divertidos y les encantaba la vida y reír, y eso se lee en su música. Aunque hoy la música y la ópera son consideradas cosas muy serias, estos compositores amaban la vida y amaban la risa, y es una pena que a gente tan divertida en su época hoy en día tengan esa concepción casi funeraria cuando se les interpreta”, dice Malikian.
Los puristas pueden clamar que este montaje no respeta a la música clásica, pero el respeto hacia este repertorio ha sido uno de los puntos claros para Malikian y Zapata en el proceso de creación. “El miedo está siempre, pero somos músicos. Nos pueden criticar como actores o bailarines, pero como músicos sabemos lo que hacemos”, comenta el violinista. “Cuando te metes a hacer algo así tiene que ser sin miedo. Si tienes miedo no creas, porque estás pensando siempre en lo que dirán los demás, y eso es un suicidio. No hay miedo. No hay dolor”, sentencia el tenor. En la dirección, Marisol Rozo: “Nosotros teníamos ganas de hacer música y de hacer reír, pero necesitábamos alguien que nos controlara. Marisol ha tenido mucha paciencia con nosotros, porque somos inaguantables”. En el ensayo general, la gente reía a carcajadas. No serán divos, pero su espectáculo es una comedia loca que gusta.
Los divinos. En la Sala Roja de los Teatros del Canal hasta el 4 de marzo. Entradas de 12 a 25 euros.
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