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Olivos en la Puerta del Sol

Madrid revive la movida viguesa en un acto que reunió a políticos, músicos y periodistas

De izquierda a derecha, Amaro Ferreiro, Nicolás Pastoriza e Iván 	Ferreiro, con una proyección de la ría de Vigo tras el escenario.
De izquierda a derecha, Amaro Ferreiro, Nicolás Pastoriza e Iván Ferreiro, con una proyección de la ría de Vigo tras el escenario.CARLOS ROSILLO

El bus del rock cruza en silencio la Meseta, camino a casa. El sol de invierno mece siestas, conversaciones a media voz y acompaña a los periodistas que van dándole a la tecla para componer la crónica de las frenéticas horas pasadas. La bulliciosa expedición que partió de Vigo hace dos días rumbo a Madrid con el objetivo de participar en una acción promocional de la ciudad es ahora un tranquilo grupo de gente cansada. El conductor respira tranquilo y, ya sin las interferencias de los cánticos improvisados que amenizaron el viaje de ida, aprovecha para subir ligeramente la música, una selección copada por éxitos latinos en las antípodas de los gustos de los viajeros. Todos se resignan.

Una noche de Vigo en Madrid, como se denominó el evento celebrado en la sala Joy Eslava, en las proximidades de la Puerta del Sol, tuvo dos partes. La primera se desarrolló por la tarde ante 300 invitados vinculados al turismo y la cultura, que accedieron al local junto a un photocall diseñado por el artista Nano 4814. En el recibimiento estaban los modelos vestidos por el diseñador Jandro Villa, quien se valió de las banderas rojas y blancas que ondeaban en los mástiles del Ayuntamiento, equipaciones antiguas del Celta o conchas y nudos marineros de Bouzas para confeccionar su ropa. Bajo la mirada de 70 medios de comunicación acreditados, los asistentes, una muy heterogénea concurrencia entre la que estaban el senador del PNV, Iñaki Anasagasti, el cantante de Vetusta Morla y la periodista María Antonia Iglesias, degustaron una muestra en miniatura de la afamada cocina de Rafael Centeno, chef con estrella Michelín, cerveza y vinos gallegos, al tiempo que en una pantalla se proyectaban los audiovisuales realizados por Zinquin para dibujar postales de la ciudad: en el ajetreo cotidiano, plácida bajo la luz del atardecer y divertida e interesante de noche.

Entre los asistentes estaban Iñaki Anasagasti y María Antonia Iglesias

El despliegue, organizado por el Ayuntamiento y con 82.000 euros de presupuesto, estuvo encaminado a conquistar a los presentes poniendo la mejor cara de una ciudad y sus habitantes, que se expresaban directamente en alguno de los vídeos y que fueron definidos por el maestro de ceremonias, el presentador de televisión Fran Rodríguez, con el tópico de “los más activos, inquietos y cosmopolitas de la comunidad autónoma”. Cuando se abrieron las puertas de Joy Eslava para el público que había conseguido su entrada a través de las redes sociales, comenzó el concierto. Abrió el fuego Nicolás Pastoriza, acompañado “por los mejores pilotos de la galaxia: mis amigos”, es decir: Iván y Amaro Ferreiro y Martiño Toro. Lo que pocos sabían es que a The Blows, los siguientes por orden de aparición, les iba a salir un telonero de excepción: el alcalde de Vigo. Ante las mil personas que llenaban la emblemática sala en ese momento, Abel Caballero pisó el escenario y se quitó la corbata. “No os la tiro, no, que no están los tiempos para eso”, le dijo a la masa rugiente. Después de invitarles a conocer la ciudad, se despidió con vivas y aquello de “Madrid se escribe con V de Vigo” de los tiempos de la movida.

Abel Caballero pisó el escenario, se quitó la corbata y arengó a la multitud

Era fácil comparar este tránsito con aquel viaje en tren a la capital de los músicos de Vigo en septiembre de 1986 pero ni la época ni la actitud ni la creatividad tienen que ver. “La historia que hay que empezar a escribir es esta, la del ímpetu en tiempos de crisis, cuando todo está en contra. La gente que está en este bus, y otros que no han venido, es inasequible al desaliento”, reflexiona Pastoriza después de lo vivido en Madrid. “Las crisis tienen un filo que diezma y otro que agudiza el ingenio. Ideas como esta son necesarias para resurgir y, desde el escenario, pensaba que ya estaba funcionando. Esto debe ser el principio de algo”. “Solo somos embajadores de una parte de la escena, la más vinculada al pop y al rock, porque hay muchos más estilos que aquí no están representados y que podrían estarlo en futuras ocasiones”, dice Bruno Mosquera, de The Blows. Su compañero de filas Roy Basanta cree que la idea podría trasladarse a otros sectores culturales y artísticos para presentarse “en escenarios más especializados”.

Tras Eladio y los Seres Queridos y Silvia Superstar y Los Fabulosos, y antes de la sesión del discjockey Víktor Flores, el más aclamado fue Iván Ferreiro. Mucho más conocido que el resto por aquellos lares, fue el músico que dispuso de más tiempo de actuación y del fervor incondicional de la audiencia. Ya no dejó el escenario para la despedida, cuando todos los músicos se juntaron sobre el escenario para entonar, entre una lluvia de pompas de jabón, Miña terra galega, el clásico de Siniestro Total. El numeroso grupo de espectadores gallegos que presenciaba el concierto, entre el que estaban la actriz Marta Larralde, el pintor Darío Basso o el director del sello Movistar, Gonzalo López, puso los coros.

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