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Juan Marsé y Antonio Lobo Antunes hablan de la honestidad en el CCCB

Los escritores dialogan entre ellos durante su participación en el ciclo 'Virtuts' del CCCB de Barcelona

A las devastadoras consecuencias económicas de la crisis se le ha de sumar otro problema al que se enfrenta nuestra sociedad actualmente: la decadencia de los valores de la vida pública. Ya no se trata del clásico choque generacional en el que las creencias de una época son relevadas por otras más modernas. El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) estrenó en enero el ciclo Virtuts, en el que se reflexiona semanalmente sobre las virtudes y en las que debaten profesionales de distintas disciplinas, como el derecho, la historia, las ciencias políticas y la filología y el público participa de ellas mediante un foro de debate al final de cada sesión.

Primero fue la moderación, luego la fortaleza, la dignidad, la paciencia y la justicia. Esta semana ha sido la honestidad y, con ella, llegan Juan Marsé y Antonio Lobo Antunes. Se reunieron el lunes por la tarde en el centro de CCCB y hablaron de este principio relacionándolo con lo que más conocen: la literatura. También participó el periodista Emilio Manzano como moderador y sus preguntas generaron una larga reflexión. Ambos discutieron sobre cómo ser honesto como persona y escritor al mismo tiempo, de cómo la copia y la imitación han pasado a llamarse homenaje para que nadie se queje, y cómo no, de sus vidas profesionales y personales, muchas veces enfrentadas al juicio de este valor.

Con bromas los tertulianos se ganaron la complicidad del público. Mientras Lobo Antunes reconocía encontrar muy cierto que en la desgracia de nuestros amigos "siempre hay algo que no nos disgusta del todo”, Marsé confesaba ser fiel a la máxima de que “el esmero en el trabajo es la única convicción moral del escritor”. Cada uno tenía sus propios argumentos, sus propias anécdotas y una visión distinta, pero ambos coincidían en no tener una respuesta para definir el concepto.

Como ejemplo de obra honesta Marsé escogió Campos de Castilla, de Antonio Machado, y como imagen, El origen del mundo, de Gustave Courbet. En cambio, Antunes optó por repasar una extensa lista de personajes, que tanto para bien como para mal le sirvieron de ejemplo: Anton Chejov era un virtuoso, mientras que Ovidio y Proust, unos imitadores. Camoens, de su tierra, creó escuela y todos lo quisieron copiar. Dickens y Faulkner trataron el tema y Quevedo luchó por la verdad y la honradez, aunque “al final también está despareciendo”, porque como el mismo escritor afirma honestamente “no hay eternidad alguna, solo tiempos más largos que otros”.

Manzano aprovechó también la ocasión para preguntar a Marsé sobre su polémica dimisión como jurado de los Premios Planeta. El escritor ha contestado que fue “honesto al discutir la calidad de quién lo ganó” y que, además, tampoco estaba conforme con el sistema que se utilizaba para seleccionar al ganador, con lo cual no tuvo más remedio que renunciar.

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