Lo que el líder del PP vasco no contó
Lo más interesante del encuentro que ayer celebraron en La Moncloa el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, es lo que este, a su salida, no contó en público. No cabe duda que en ese encuentro de algo más de una hora, Rajoy y Basagoiti hablaron de lo que este último dijo que no había que hablar —naturalmente, en público—, de los presos de ETA.
Y es indudable que de eso hablaron porque la gestión del final de ETA tiene dos patas fundamentales e interrelacionadas: lograr el desistimiento total de la banda, del cese definitivo de la violencia a su disolución, y reinsertar a sus presos y huidos en la sociedad. Es lo que espera la sociedad vasca y reclaman los partidos políticos vascos, empezando por el PNV y el PSE, porque está recogido en la hoja de ruta del final del terrorismo que marcan el Pacto de Ajuria Enea, de enero de 1988, y el Pacto Antiterrorista, de diciembre de 2000, ambos suscritos por el PP.
Basagoiti, ayer, en la rueda de prensa posterior a su entrevista con Rajoy, puso solo el acento en el desistimiento al exigir a ETA que pase del cese definitivo a la disolución; al reclamarle el reconocimiento del daño causado y del de las víctimas del terrorismo. Está muy bien, porque es una parte clave de la gestión del final del terrorismo vasco.
Pero no quiso entrar, en público naturalmente, en la segunda parte, en el abanico de medidas de reinserción posibles —o, dicho de otra manera, la desaparición progresiva de las medidas especiales— a los presos etarras, tras el cese definitivo de la violencia, con el argumento de que es asumir la agenda de la izquierda abertzale y hacerle publicidad.
Es verdad que la cuestión de los presos de ETA está en la agenda de la izquierda abertzale. Pero también en la del lehendakari socialista, Patxi López, en la del presidente del PNV, Iñigo Urkullu —como pudo comprobarse en los encuentros que ambos mantuvieron con Rajoy hace un par de semanas— y en la de la mayoría de la sociedad vasca. Y también, por tanto, en la del PP vasco. Lo que pasa es que este último partido no puede hacerlo público, porque necesita darle tiempo a Rajoy para aliviar la presión que tiene desde los sectores más recalcitrantes de la sociedad española.
De lo que sí habló ayer en público Basagoiti es de la conveniencia de suscribir un pacto de mínimos con el PNV y el PSE para gestionar el final de ETA. Es un pacto clave porque le ofrece cobertura política a Rajoy frente a la derecha más dura para suavizar la política penitenciaria. Pero ese pacto con el PSE y el PNV —que abarcará el objetivo de la disolución de ETA— no será posible si no se compromete a abordar la cuestión de los presos, con una progresiva eliminación de las medidas especiales, decretadas cuando la banda estaba activa.
Y eso lo saben Basagoiti y Rajoy. Y ahí entra una amplia agenda, que va desde el acercamiento de presos a las cárceles del País Vasco hasta la excarcelación de los enfermos de la banda, la revisión de la doctrina Parot, etcétera. Por esa vía se logrará la disolución de ETA. Y es lo que está en la hoja de ruta del final del terrorismo que marcan tanto el Pacto de Ajuria Enea como el Pacto Antiterrorista.
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