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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Porqué, aquí y ahora, la austeridad es un mito

Los argumentos que se vienen utilizando para criticar la reducción del déficit de las Administraciones Públicas en España son conocidos. La reducción del gasto público y el incremento de la recaudación fiscal, se dice, contraerá la demanda interna (consumo e inversión), disminuirá el crecimiento del PIB, generará más desempleo y convertirá en inviable el regreso a sendas de déficits cercanos al objetivo del 4,4% acordado con Europa para el ejercicio 2012.

Se dice, también, que la canciller alemana Angela Merkel, con el apoyo del Banco Central Europeo y de Francia, minusvalora estas poderosas razones, propiciando con su actitud que Europa entre en una recesión que debería haber sido evitada.

Los sacrificios que exige la ortodoxia fiscal ahora no puedan significar beneficios en el futuro

El último párrafo, aceptado sin matices, induce a pensar que, en términos de política económica europea, estamos en manos de políticos, como mínimo, desaprensivos. Quizá antes de llegar a una conclusión tan contundente convenga repasar alguna evidencia al respecto. En Austerity Mith: Gain without Pain?, (El Mito de la Austeridad: ¿Ganancia sin Dolor?), R. Perotti realiza un análisis concienzudo de esta cuestión.

Extraigo cuatro conclusiones de este trabajo: La primera, que hay que diferenciar entre los efectos que produce la consolidación fiscal y la reducción en el déficit público en el corto y en el medio o largo plazo; la segunda, que hay que tener en mente las condiciones iniciales en las que se encuentra la economía que pretende reducir el déficit y el endeudamiento. La tercera, íntimamente ligada a la anterior, que para tener éxito será preciso que los mecanismos a través de los cuales es posible lograr el crecimiento del PIB y del empleo, (disminuciones de tipos de interés, de la tasa de inflación, de la cotización de la moneda) estén operativos y la cuarta, que la forma en que se concrete la consolidación puede ser relevante.

El porqué de estas conclusiones se puede abordar sin entrar en complicaciones. La evidencia obtenida para los países de la OECD (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo) apunta a que cuando la reducción del déficit público se produce por medio de una reducción en el gasto puede venir asociada con aumentos en el nivel de producción y en el consumo privado. Por el contrario, si la reducción en el déficit hace uso de incrementos en los impuestos se generarán disminuciones en la producción y en el empleo. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) no coincide plenamente con esta conclusión al mantener que cualquier consolidación fiscal, se realice como se realice, produce contracciones en la producción y en el empleo en el corto plazo.

Esta divergencia de opiniones se deriva básicamente de diferencias metodológicas que hacen referencia a la forma de calcular los déficits públicos ajustados al ciclo económico. Es decir, a aquella parte del déficit público que no es una consecuencia automática del ciclo sino el resultado de decisiones discrecionales de la autoridad pública.

Hay también argumentos que no tienen una base metodológica. En opinión de Paul Krugman, por ejemplo, muchos casos de consolidación fiscal que produjeron una expansión en la actividad económica, lo consiguieron porque indujeron un boom exportador neto, algo que no se puede lograr a nivel global.

A tenor de estos argumentos, de las conclusiones derivadas y, dada la situación y el contexto de la economía española en este momento, hay razones para ser pesimistas cuando se planean disminuciones sustanciales en el déficit público. En primer lugar porque las condiciones iniciales no son las idóneas para que la austeridad genere beneficios. Tanto la tasa de inflación como el tipo de interés de referencia no tienen gran margen de evolución a la baja y el saldo neto exportador, al pertenecer a la zona euro, tampoco se verá afectado por la consolidación. Y, en segundo lugar, porque en la reducción del déficit aprobado por el Gobierno se está utilizando como mecanismos tanto la disminución del gasto público como el incremento de impuestos lo que cuestiona la obtención de resultados a corto plazo.

¿Concluiremos, por tanto, que los beneficios de la austeridad son un mito aquí y ahora? Me temo que sí. Pero, entendámonos, esto no quiere decir que los beneficios de la austeridad sean siempre un mito ni que, desde un punto de vista de bienestar intertemporal, los sacrificios que exige la ortodoxia fiscal en el presente no puedan significar beneficios en el futuro. Quizá sea esto lo que Europa esté persiguiendo; pero sí este es el caso sus dirigentes deberían haber tenido en cuenta que lo que el Consejo Europeo aprobó en su última reunión del pasado diciembre, (un impulso al crecimiento utilizando la parte de fondos estructurales disponibles), es totalmente insuficiente para contrarrestar la disminución en la producción y en el empleo que la reducción del déficit va a generar a corto plazo.

Hay también otra posibilidad; que Europa esté tratando de crear los incentivos para que en España se aprueben las necesarias reformas estructurales y que, cuando este proceso esté culminado, permita que la austeridad se materialice no de forma brusca sino repartiendo el esfuerzo a lo largo del tiempo de forma menos extenuante.

R. Perotti. The Austerity Myth: Gain without Pain? BIS WP. http:://ssrn.com/abstract

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