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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Menos navajas, más política

Los socialistas deben concretar cuál es su oferta ideológica y programática para combatir a la crisis y a la derecha y así recuperar los votos perdidos

Los socialistas acaban de ofrecer una lección de democracia interna. Ahora, deben dar una de sentido común.

Resuelto el interrogante de quien será su nuevo secretario general, queda la tarea más importante: cuál es su oferta ideológica y programática para combatir a la crisis y a la derecha y así recuperar los cuatro millones largos de votos perdidos.

Las disputas internas durante la democrática batalla para la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo líder del partido, si bien son comprensibles, no pueden alargarse indefinidamente. Deberían haber quedado zanjadas tras la abrumadora mayoría (80%) que refrendó la nueva comisión ejecutiva federal.

"El PSOE debe comportarse en adelante como un solo partido", sentenció Rubalcaba tras la primera reunión de la nueva ejecutiva.

Pero, resuelto el problema del sucesor de Rodríguez Zapatero, quedan los congresos regionales y provinciales. Un nuevo foco de conflictos internos que, si se desmadran, producirán un daño al partido irreparable a medio plazo. La tormenta amenaza a varias comunidades, pero es sin duda en Andalucía en donde están puestos todos los temores y todas las esperanzas. Rubalcaba lo resume en una frase elocuente: "Andalucía es una emergencia para el PSOE".

Aquí se dirimen cuestiones mucho más graves que quién encabeza una lista. Los socialistas han perdido casi un cuarto de millón de votos en las municipales de mayo y cerca de 800.000 en las generales de noviembre. Y hay negros presagios para las autonómicas del 25 de marzo. ¿Serán capaces de recuperar la confianza de esos votantes? ¿Podrán mantener, en solitario o con el apoyo de Izquierda Unida, el Gobierno de la Junta?

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Una tercera derrota del PSOE en Andalucía sería letal para la izquierda. No solo para la andaluza, sino para la española y la europea. Solo tres pequeños países (Austria, Eslovenia y Chipre), que representan poco más del 2% de la población de la UE, están gobernados por partidos socialdemócratas. (Unos 12 millones de habitantes de un total de 500).

Mantener el reducto socialista andaluz dentro del abrumador mapa azul de Europa, para desde aquí iniciar la reconquista y el reequilibrio ideológico de la UE, debería ser el objetivo prioritario de todas las fuerzas de izquierda. Una reconquista que debería continuar en Francia y, ¡ojalá!, en Alemania. Porque las soluciones que aporta la derecha a la Gran Recesión que azota a la vieja Europa no solo no están solucionando los acuciantes problemas que sufrimos, sino que los agrava: cada día somos más pobres y cada día hay más parados. Urge pues un nuevo equilibrio político que aporte nuevas soluciones. Y Andalucía es la primera en acudir a la cita con las urnas. Una comunidad con un peso demográfico similar al de Austria.

Ese es el objetivo prioritario que deberían tener los dirigentes socialistas ante la inminencia de las elecciones autonómicas. Sería lamentable que, durante la confección de las listas electorales, volvieran a centellear las navajas en las refriegas entre familias políticas y líderes (¿?) con egos insatisfechos. Al igual que brillaron en las vísperas del congreso de Sevilla.

Si así fuera, los socialistas andaluces se encaminarían hacia el abismo definitivo de manera irreversible. Perderían no solo las elecciones del 25-M, sino que sufrirían un largo exilio en la oposición. Como en Madrid y Valencia.

Habrán entregado, además, el poder a una derecha revanchista y revisionista, dispuesta a arrasar con los derechos civiles y sociales conquistados en la última década: desde el aborto, a la Educación para la Ciudadanía, o la ayuda a los dependientes.

Por tanto, después de la lección de democracia interna, los socialistas deberán demostrar que también se saben la lección del sentido común. Y político.

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