Rajoy apela a la “lección” de Fraga: “No esperó a que el Estado le arreglase sus problemas”
El presidente del Gobiero asegura que: "A Fraga le debo algo menor como ser presidente del Gobierno”
No fue un mitin del PP. Se trataba de homenajear al patrón, Manuel Fraga. Tanto, que la única referencia al congreso del PSOE la propició la propia hija del primer presidente del PP, Adriana Fraga, orgullosa de su padre fundase un partido “sin Rubalcabas ni Chacones”. Entre imágenes en blanco y negro de sus peripecias en la dictadura —a la que nadie llamó ayer por su nombre— y de sus viajes ya en color por medio mundo como presidente de la Xunta con sus cuatro mayorías absolutas, fueros desfilando ante el atril, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su hombre en Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y el antecesor del propio Fraga, Gerardo Fernández Albor, junto a su hija Adriana.
Unos y otros pasaron ante el micro para enaltecer al líder fallecido, entre loas sobre su obra en el PP, en España y en Galicia. La unión del centro derecha, “su contribución a la democracia”, la apuesta por “poner Galicia en el mapa”, su contribución como dirigente que apostó “por unir y no separar”. Y entre todos esos logros repetidos en misas y homenajes, Rajoy rescató una “importante lección”. “Fraga no esperó nunca a que el Estado o los demás le resolviesen sus problemas, no esperó a ver qué hacían por él, Fraga trabajó por su beneficio, el del Estado y el de los demás”.
No se extendió en la cita ni explicó si la paráfrasis del presidente norteamericano John Fitgerald Kennedy —“No te preguntes que puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”— tenía un destinatario concreto, más allá del mensaje a la sociedad. El nuevo inquilino de la Moncloa anticipó que “el reto de sacar a España de la crisis y de que vuelva el bienestar y el empleo no va a ser nada fácil ni inmediato”. Vaticinó que llevará “mucho tiempo” y serán precisos “esfuerzos compartidos, justos y equitativos”. “Pasaremos dificultades, muchas, pero no desfalleceremos porque sabemos de lo que son capaces los españoles”. No desgranó más receta que esta última llamada al patriotismo pero se mostró seguro de que será “una historia de éxito compartido por todos”. Sí aclaró el presidente que “el ejemplo y legado impagables de Fraga” le serán de ayuda en el trance.
El PP gallego había tocado arrebato para que no se repitieran las calvas que se vieron en el penúltimo homenaje hace dos semanas en la Praza do Obradoiro, redujo el auditorio a una limitada sala de 1.100 personas en el Auditorio de Galicia en Santiago, y la única silla vacía fue la que se reservó a Don Manuel sobre el escenario, ocupada ayer por el bastón en que el expresidente gallego apoyó su caminar durante sus últimos años.
Estaban sus hijos, los de verdad y los políticos. Los primeros, representados en Adriana Fraga que subió al escenario y recordó los primeros disgustos de su padre —cuando le robaron en la residencia de estudiantes el único traje que pudieron comprarle y con el que se marchó a Madrid— y su última felicidad “ver a otro presidente preparado en Galicia como es Alberto Núñez Feijóo después de la horrorosa etapa del bipartito”. Antes había aclarado que Don Manuel supo marcharse de Galicia “para que otros pudieran brillar”.
“Supo marcharse para dejar brillar a otros”, contó su hija, Adriana
Entre ellos, es de suponer, su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, quien ayer subió al escenario para honrar al hombre que “logró convertir una docena de diputados en el partido con mayor representación de la historia de España”. Como fue costumbre a lo largo del emotivo acto que duró hora y media, también el actual presidente gallego halló tiempo para confesiones: “Dormir en la misma habitación que Don Manuel imprime carácter” y en época de dudas, además debe proporcionar algunas respuestas. Admitió que en tiempos de crisis e incertezas, el “coraje, determinación y honestidad” del viejo líder marcan el camino a seguir.
Más intimidades: “Le prometí en el congreso de la sucesión que iba a imitar todos los días el objetivo de levantarme por la mañana e intentar entender lo que Galicia quiere”. Igual que Albor, y a diferencia de lo que hizo después el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, Feijóo si destacó ya beneficios en las aportaciones de Fraga desde la dictadura de Fraga como “constructor de la primera industria española que es el turismo”. Le agradeció el “galleguismo útil y cordial” además de “su carácter, su sentidiño y su retranca". Suelen identificar los populares a su partido con esta tierra y ayer fue Feijóo quien subrayó que Fraga es el político que más se parece a Galicia.
Confesó que “el honor” por ser presidente de la Xunta y del PP gallego es mayor al saber que antes de él estuvo Fraga. Y desistió de competir con su antecesor en “visitar a todos los ministros durante un solo día”, o en “hacer miles de kilómetros por países recónditos” porque su figura “es inaccesible”.
El ejemplo del que fue presidente durante 16 años sirvió primero a Feijóo y después a Rajoy para intentar combatir el descrédito de parte de la sociedad hacia la política. El nuevo inquilino de Moncloa glosó su “talla humana, su visión de futuro y su estatura moral”. “Es una persona de bien, una figura de concordia y un hombre de Estado. “Yo le debo algo tan menor como ser presidente del Gobierno de España”. Hizo ver que ese es el ejemplo que quiere para los suyos, el de un político que se marcha con las manos vacías tras décadas de “servicio público”.
"Los últimos años los vivió en un piso de 90 metros cuadrados y allí se celebró la mejor capilla ardiente en que he estado y han sido unas cuantas", cerró Rajoy su intervención. Antes habían pasado por el proyector las imágenes en sepia del baño en Palomares, sus fotos con Fidel y la firma sobre la Constitución. El Xuntos de Juan Pardo que atronó en las romerías multitudinarias de los noventa sirvió como epílogo musical al penúltimo homenaje a Fraga. El congreso de Sevilla, el del PP, a finales de mes rendirá de nuevo honores al presidente fundador.
Oposiciones en “Sangenjo”, mitin en “Villagarcía de Arosa”
La disertación de Rajoy sobre Fraga, plagada de anécdotas, retrocedió hasta su primer encuentro allá por 1977. Contó el presidente del Gobierno, saltando sobre la toponimia oficial, que por entonces él estaba con 22 años preparando oposiciones en un piso en “Sangenjo” cuando se acercó a “Villagarcía de Arosa” a saludarlo en un mitin. “Tras dar una gran batalla contra los de organización de aquel acto y tras ser expulsado con no muy buenos modos, logré darle la mano y me sentí a mí mismo como un hombre muy importante. Luego seguí encerrado preparando oposiciones”. “Yo le conocí entonces, pero él no me conoció a mí”.
Dos años más tarde, refrescó Rajoy, concurrió a las elecciones por Coalición Democrática y sacó un solo concejal en Pontevedra. El episodio de la constitución del Parlamento gallego remasterizó otro nombre propio: “Hay gente que no lo recuerda pero cuando me presenté al primer Parlamento de Galicia, se constituyó en Gelmírez, no teníamos local y el Arzobispo nos lo prestó”. Y así, tirando de retrovisor, visiblemente cómodo entrelazando chascarrillos, llegó al momento en que empezó a tutear a su presidente fundador. Fue en el momento en que le pidió opinión para ser presidente de la Diputación de Pontevedra. Fraga no le dijo ni que sí ni que no pero le lanzó una advertencia que cambiaría el trato entre ambos. La próxima vez que lo tratase de usted sería expulsado de su despacho. Desde entonces siempre lo trató de tú.
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