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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El veredicto, lo público y lo privado

"¿Sabían los reunidos en la sede del Consell Jurídic Consultiu algo de las deliberaciones del jurado del caso de los trajes?"

El expresidente de la Generalitat Francisco Camps, el presidente del Consell Jurídic Consultiu, Vicente Garrido, sus respectivas esposas, y la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, entre otros, se reunieron el martes por la tarde en la sede (que pagamos todos) que el alto organismo consultivo de la Generalitat ocupa en una céntrica calle de Valencia. El motivo de la reunión se desconoce, pero da pie a muchas preguntas, sobre todo después de conocerse, apenas un día después, el veredicto emitido por el jurado del caso de los trajes, que ha exculpado a Camps.

Porque uno de los pocos detalles que han trascendido de la reunión es que quienes en ella participaron se mostraron “exultantes” al llegar a la sede del alto organismo. ¿Qué hicieron allí? ¿Se trataba de una reunión oficial, o era privada? Si era oficial, deberían explicar de qué trataba. Si era una reunión privada, de amigos, como parece, ¿cómo se justifica su celebración en la sede del ente oficial? ¿Por qué no se reunieron en casa de uno de ellos, o en un bar, una cafetería, un hotel, o en un parque público? ¿Hablaron acaso del juicio del caso de los trajes que ha sentado en el banquillo de los acusados al expresidente de la Generalitat, quien finalmente ha sido absuelto?

Una actitud muy poco

Si fue así, sería algo obsceno, porque los nueve integrantes de ese jurado estaban recluidos a no más de 300 metros, en un hotel. Pero las pregunta más importantes son: ¿sabían los reunidos en la sede del Consell Jurídic algo de las deliberaciones de ese jurado? ¿Conocían ya, incluso, el sentido del veredicto? Una respuesta afirmativa a cualquiera de estas dos últimas preguntas —y el hecho de que llegaran “exultantes” a la sede del CJC indicaría que tenían información privilegiada y que acudieron allí para celebrar la absolución— abriría el abanico a cuestiones muy graves.

El episodio es, además, la demostración palmaria de una forma de entender la política y las instituciones que se caracteriza por la permanente confusión entre lo público y lo privado, entre las instituciones y el partido. Una actitud muy poco edificante por parte de quienes se dicen servidores públicos, que de esta manera demuestran que consideran las instituciones como algo de su propiedad. Una actitud lamentable que constituye una burla a los ciudadanos por parte de unos señores que a diario se llenan la boca de grandes palabras sobre el valor e importancia de las instituciones, tanto da la Generalitat, como las Cortes, el Consell Jurídic o cualquier otra institución pública, que no dudan en utilizar a su antojo y en su beneficio porque para ellos no son más que su cortijo. Y en este caso, además, se trata de la Justicia.

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