Joven jazz valenciano busca público

En pleno mes de enero, la programación de un ciclo de jazz local en el Palau de la Música de Valencia no deja de sorprender. “Queríamos presentar una serie de discos”, explica Francisco Blanco Latino, director de Sedajazz, “con el mayor eco posible y cubrir un vacío en materia de conciertos que nos obliga a autoproducirnos”. Con la crisis, muchos conciertos que surgían en diferentes poblaciones valencianas se han caído del calendario y hay que dar salida a las nuevas producciones.

Ayer presentaron sendas grabaciones el saxofonista Vicent Macián y el percusionista Carlos Llidó. En febrero hará lo propio la pianista navarra Contxi Lorente, con el álbum primerizo Mediterranean Sea, inspirado en sus vivencias valencianas. Cerrará el ciclo en marzo la presentación de Enjoy Latin Jazz, de la Intokables Big Band, formación representativa de la corriente emergente de grandes orquestas de jazz surgidas en bandas tradicionales. Es un colofón significativo, ya que esta ha sido una fructífera línea de trabajo de Latino. “Son semillas que vas plantando y luego crecen”, dice el líder de Sedajazz, que sembró Intokables en Ontinyent hace ya algunos años y ahora esta joven banda vuela sola.

El arranque de ayer con el cuarteto de Macián es también coherente. Se trata de un valor joven que lleva más de 20 años de carrera. “Lo recuerdo con 11 años en la primera Big Band de Sedaví”, corrobora Francisco Blanco. Su reconocimiento es de alcance nacional, pero ha ofrecido conciertos en Alemania, México, Portugal y Francia y es profesor en el Taller de Musics barcelonés. Buscando denodadamente un sonido propio con el saxo tenor, exhibió trazos vigorosos y timbre personal a través de un fraseo sinuoso y ágil que ensambla sin solución de continuidad temas propios tan delicados como El somni de Vicent Alexandre (inspirado en su hijo) con piezas coltranianas revolucionarias hace 50 años y todavía inspiradoras como Countdown.

El saxofonista Macián y el percusionista Llidó

Todo ello en sintonía cómplice con el brillante pianista Albert Sanz, compañero de correrías ya en los tiempos de los Jazz Trempessengers, el sólido batería Vicente Espí y el muy solicitado contrabajista Alexandro Cesarini, que acompañó también a Carlos Llidó. La propuesta de este, en septeto, formato infrecuente donde encabeza el grupo un percusionista, es muy distinta en concepción y factura, pero coincide en representar una generación de músicos formados al calor de seminarios y talleres, y curtidos en colaboraciones con figuras nacionales o internacionales del jazz. Algunos de ellos, como Iván Albuixech, Toni Belenguer o el mismo Cesarini, tocaban anoche los temas por ellos compuestos para el álbum con que se estrena el percusionista. Jazz latino este, exigente y complejo con potente sección de viento que interpreta también temas de Perico Sambeat y de Jesús Santandreu. Y en conjunto, jazz joven que atrae al público habitual y reclama a voces nuevas audiencias. Por eso en los tiempos que corren, “hay que hacer lo posible por presentar estos nuevos trabajos en público, aunque sea a taquilla”, como dice Latino, porque hay demasiada sabiduría y energía en ellos como para guardarlos en casa.