Las cooperativas agrícolas, empujadas a fusiones para sobrevivir
La mayoría de este tipo de entidades tiene una sección de crédito
Los socios de la cooperativa vinícola de Montblanc (Conca de Barberà) han decidido disolver la entidad y su sección de crédito para salvarse de una futura quiebra. En una asamblea, aprobaron vender el edificio de la cooperativa al Ayuntamiento del municipio. La operación se cifra en 800.000 euros, el mismo dinero con el que cuenta la sección de crédito. La entidad se fundó en 1906 pero en los últimos años la producción había disminuido hasta el punto de que en la última campaña ni siquiera pusieron en marcha el molino de la entidad. El Consistorio quiere convertir ahora la cooperativa en una agrotienda turística. En Cataluña hay 250 cooperativas y 180 tienen sección de crédito. Como en el caso de Montblanc, muchas de ellas pasan penurias por el descenso de la producción y el aumento de los costes. La Federación de Cooperativas Agrícolas de Cataluña (FCAC) promueve una solución para salvar estas entidades centenarias: las fusiones entre ellas para aumentar su facturación y sobrevivir.
El corralito de la sección de crédito de la cooperativa de L’Aldea (Baix Ebre), que durante el mes de diciembre mantuvo bloqueadas las cuentas de sus 1.790 socios, hizo estallar todas las alarmas. Muchos socios desean que la sección de crédito se disuelva durante este año.
El responsable de las secciones de crédito de la FCAC, Lluís Roig, sostiene que no es equiparable con Montblanc. “En L’Aldea se dio mucho miedo a la gente, no se puede comparar con el caso de Montblanc, donde no hay ningún problema en sus cuentas, sino la evolución del mundo y de la vida. Por suerte hemos encontrado una salida”, dice Roig. Sin embargo, lo cierto es que desde el corralito de L’Aldea, la Generalitat está trabajando para acelerar un plan que estructure las secciones de crédito de las cooperativas agrícolas. Solo 94 de las cooperativas con sección de crédito están asociadas a la FCAC. L’Aldea no lo estaba y eso impidió prever el desastre.
Las cooperativas del sector del arroz son las más potentes en facturación
Las cooperativas agrícolas dependen de la Generalitat. En 1985 el Ejecutivo catalán las reguló y en 2010 Antoni Castells, entonces consejero de Economía, promovió un decreto que endurece los controles de las secciones de crédito de estas entidades. Sin embargo, no entrará en vigor hasta el año que viene. Entre las medidas acordadas, figura elaborar una auditoría anual. También se prohíbe pignorar los depósitos de los socios, que las secciones de crédito solo pueden ofrecen aliadas con entidades bancarias. En el caso de L’Aldea, lo hacía con Caja Madrid y, según la FCAC, una parte de las inversiones con este banco estaban pignoradas, por lo que los socios pueden pedir responsabilidades legales a la junta de la cooperativa, pero no a Caja Madrid. “No se puede demandar a las entidades bancarias, estas solo ofrecen un servicio más de la cooperativa y en ningún caso las respaldan”, sostiene Àngel Balaguer, economista de la FCAC.
En Barcelona, Lleida y Tarragona, se calcula que las secciones de crédito de las cooperativas aglutinan 691 millones de euros en depósitos. En estas tres provincias hay 23 localidades en las que no hay entidades bancarias, con lo que todas las cuentas de los vecinos se localizan en las cooperativas.
En toda Cataluña las hay muy potentes, especialmente las del sector del arroz. Las dos cooperativas de esta área que hay en Amposta (Montsià) y en el delta del Ebro pueden llegar a una facturación media anual de 36 millones anuales. Las ganaderas alcanzan los 17 millones. Pero a partir de aquí, la cifra va en descenso: Según datos de la FCAC, las que se ocupan de la fruta dulce, los cítricos y la huerta, mueven siete millones, y las de vino y aceite dos o tres millones al año como máximo. “Hay 45 cooperativas muy pequeñas, apenas facturan un millón de euros, si los costes aumentan a un payés de edad avanzada ya no le sale a cuenta realizar la cosecha”, corrobora Balaguer. Una de las cooperativas que lucha por subsistir es la de Vallbona de les Monges (Urgell), especializada en aceite. “El payés es una especie en extinción, intentamos absorber más que ser absorbidos”, dice un socio de la entidad. La FCAC asegura que para prolongar la vida de este sector centenario, deben fusionarse. “Hay demasiadas cooperativas, se están haciendo esfuerzos pero el proceso es más lento de lo que nos gustaría”, explica Balaguer. El caso de Montblanc demuestra que también hay otras salidas. “Era una muerte anunciada, se acaba una época, antes eramos un país bucólico y agrícola y ahora somos un país industrial; hay que adaptarse”, concluye Josep Andreu, alcalde de Montblanc.
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