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TEATRO

Así no hay quien viva

El montaje ahonda en los trastornos obsesivos en clave poética La ligera puesta en escena contrasta con la angustia de los protagonistas

Javier Vallejo

¡Qué bueno cuando el teatro se mete en harina! La compañía madrileña Sudhum, especializada en temas sociales, estrenó anteanoche Tocar Madera, espectáculo revelador sobre el trastorno obsesivo compulsivo, desorden de ansiedad que dificulta llevar una vida normal a más de un millón de españoles, según algunas estimaciones.

Con un lenguaje visual depurado, Sudhum expone en clave poética tres casos reales: en su apartamento atiborrado de libros, Mateo se agota intentando separar lo sucio de lo que considera limpio y libre de ácaros; en su estudio, Nelly apaga y enciende veinte veces la luz por miedo a que si no lo hace les pase algo malo a sus padres; en su cuarto, Marc se levanta de la cama a cada rato para comprobar que cerró bien la ventana, por miedo a que alguien entre.

Los tres conviven en escena sin encontrarse. A cada uno de ellos, Gustavo del Río, director de Sudhum, le adjudica un doble, personaje acechante que encarna la manía extrema (el doble de Mateo), la obsesión lacerante (el de Nelly) y la paranoia incipiente (el de Marc). Su puesta en escena, ligera y aérea, contrasta intensamente con la angustia interior de sus protagonistas, cuyo caudal aflora a través de esos inquietantes dobles y de unos intermedios coreográficos pertinentes, oscuros y tensos, pero algo dilatados.

Tocar madera

Idea y dirección: Gustavo del Río. Dramaturgia: Luis Andrés Gómes. Coreografías: Pablo Esbert e Irene Ballester. Sala Cuarta Pared. Del 14 al 17 de diciembre.

Los casos de Marc y Mateo están expuestos con claridad meridiana, por medio de alegorías, monólogos interiores y situaciones que hablan por sí solas. El de Nelly resulta más escurridizo, quizá porque Luis Andrés Gómes, autor de la dramaturgia, nos lo muestra desde dos ópticas contradictorias, la de la niña y la de los padres (ignorantes del porqué de su extraño comportamiento), que el director presenta sin jerarquizar. La labor de los intérpretes es notable, el video de Andrés del Caño crea profundidad de campo y sugiere sin ilustrar, y el conjunto está limpiamente acabado. Tocar madera airea espacios de nuestra conducta vedados a la curiosidad pública e ilumina zonas irracionales y oscuras en las que a todos se nos ha perdido algo.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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