Una ruta del buen comer
El rito de la dirección orquestal llevado a la vida cotidiana es el ‘leitmotiv’ de este maestro barcelonés, que se despide en verano de la Orquesta Nacional
1. Hotel Urban. Allí vivo, es mi casa en Madrid. Si tuviera un apartamento como residencia en la capital para cada vez que vengo a dirigir a la ONE, me caducarían los yogures en la nevera, porque estoy continuamente viajando. En ese hotel está el mejor personal del mundo. Me hacen sentir como en casa.
2. La Quinta. Este restaurante está detrás del Auditorio Nacional, donde estoy encerrado los días de ensayos desde las nueve de la mañana hasta por la noche. Uno de sus propietarios es de Jerez y me gusta hablar con él de fútbol cada vez que voy. Me sirven un buen pescado y lo hacen rápido, algo ligerito para que no me cargue el estómago, porque luego hay que seguir ensayando (Suero de Quiñones, 1).
3. Calle Serrano. Es mi ruta de paseo las mañanas del fin de semana. Disfruto de los escaparates, pero no voy de compras. Solo entro en las tiendas cuando necesito algo concreto, pero me gusta mirar los maniquís y los expositores.
4. La Ancha. Recomiendo ir allí si lo que quieres es comer como en casa en la zona trasera de Las Cortes. Hacen una buena sopa y unos dados de merluza en salsa de chipirones que me encantan (Zorrilla, 7).
5. Paseo del Prado. Es impresionante encontrar tanto arte en una sola calle, algo que creo que solo sucede en Berlín. Voy mucho al Museo del Prado: si ya he visto las exposiciones temporales, entro y veo cuatro o cinco cuadros, y con eso ya me siento alimentado. Me gusta pararme y empaparme de la obra. Será lo que más eche de menos cuando deje la ONE para irme al Liceu.
Cuenta atrás para el Liceu
Josep Pons nació en 1957 en la comarca barcelonesa del Berguedá. El director internacional dirige hoy un concierto de temática nocturna con la ONE en el Auditorio Nacional. Al final de la temporada, volverá a casa para encargarse del Liceu.
6. Ginza. Es mi restaurante de los sábados a mediodía. Soy un gran amante de la cocina japonesa. Hay veces que me siento, pero me gusta ponerme en el sushi bar, a comer un poco de sashimi (Plaza de las Cortes, 3).
7. Jardín botánico. Aunque vivo cerca del Retiro, casi al lado, no voy nunca. Prefiero el Jardín Botánico, donde voy con mi mujer. Nos gusta hablar rodeados de todas esas plantas de nuestros planes para la semana. Me lo descubrió el director de la galería de arte La Fábrica, Efraín Bernal, y es maravilloso que exista un rincón así en medio de una ciudad como Madrid.
8. Julián de Tolosa. Hace años que solo tiene cuatro platos en la carta, pero me encanta. Tiene unos pimientos que se hacen a fuego lento de sarmientos durante horas. Se deshacen en la boca, son como mantequilla. Además, te queda en el paladar un sabor a miel exquisito, aunque solo es fruto de la cocción lenta (Cava Baja, 12).
9. Club de habanos. Fui nombrado Embajador del Habano por Altadis, el único músico del club. No tengo grandes conocimientos sobre puros, pero voy a menudo. Cuando he terminado un día cargado de ensayos, voy al club del sótano de la Casa de américa a regalarme una hora, el tiempo que tarda en consumirse el puro. Antes podía entrar más gente, pero ahora es privado y solo pueden acceder los que se hayan hecho socios.
10. Asia Gallery. El tofu con verduras que hacen en este restaurante asiático del Hotel Palace es impresionante. Cuando el pianista Lang Lang viene a tocar a Madrid, siempre va allí de cabeza. Y si un chino lo elige para comer, es que tiene que ser bueno (Plaza de las Cortes, 7).
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