Charla y fotos en el rastro

1. El Retiro.Vivía en la calle de Menéndez Pelayo, frente al parque zoológico. Allí pasé parte de mi infancia. La Guerra Civil: sonido angustioso de sirenas, cañonazos, de noche resplandores de bombas que explotaban próximas... hambruna y muerte. En la posguerra jugábamos en el Retiro. Por la noche escuchaba desde mi dormitorio los rugidos de los leones, aullidos de lobos, a las hienas, el barritar de los elefantes.

2. El Rastro. Allí rodé mi primera película en 1959: Los golfos . He vuelto una y otra vez para perderme en las callejuelas y para charlar o comprar cámaras de fotos con mi buen amigo aragonés José Luis Mur, que regenta la mejor tienda fotográfica de Madrid (Ribera de Curtidores, 22).

3. Estación de Atocha. Por la mañana temprano los trenes de Cercanías vomitan miles de personas apresuradas. Un espectáculo de esta ciudad que se ha abierto al páramo. Se mantiene la preciosa cubierta metálica que ahora suda agua vaporizada para mantener vivo el jardín tropical.

4. Calle del Amor de Dios. Viví en la calle de Atocha, cerca de la calle del Amor de Dios. Un barrio popular y vital. Hay un lugar para mí mágico: en uno de sus caserones llenos de recovecos, está una escuela de danza y boxeo [entrada por Santa Isabel, 5]. Se daba desde flamenco o danza del vientre hasta baile contemporáneo. Estuve allí con Antonio Gades, con Paco de Lucía, con Laura del Sol, con María Magdalena, con Azorín... He intentado recrear ese ambiente y hacer un musical con ese título: Amor de Dios .

5. Plaza Mayor. Uno de los lugares más hermosos de Madrid. Rezuma historia y por ahí han transitado en el pasado chulos, mendigos, putas, militares, monarcas e inquisidores. Hoy es una plaza pulcra llena de turistas y embellecida por la luz madrileña, pero mantiene el tono popular.

6. Paseo del Prado. Me gusta pasear por ahí. Un Madrid culto y lujoso para quienes quieran apreciar las maravillosas pinturas que sus museos albergan. En el Reina Sofía está mi hermano Antonio Saura y esa maravilla de la pintura contemporánea que es el Guernica , de Picasso.

7. Mercado de la Paz. Contrasta su carácter popular en el barrio más pijo de Madrid. Calles alineadas, limpias, llenas de tiendas lujosas. Cancelas que se abren a patios con plantas y flores. En el mercado se come todo fresco y bien cocinado. Voy allí a menudo con Lali, mi mujer, y mi hija Anna.

8. Paseo de Rosales. Mis padres compraron un piso en la calle de la Princesa. Yo iba al colegio en Ferraz. Y Rosales era la liberación, patinábamos, nos entrenábamos para los campeonatos de atletismo, charlábamos, las primeras novietas... Muy cerca estaba la Casa de Campo, todo un mundo para explorar con las bicis. Rosales sigue siendo una terraza desde la que se pueden contemplar los más hermosos atardeceres.

9. Gran Vía, Callao. La Gran Vía ya no es tan Gran Vía , pero por allí trasiegan vehículos y personas rodeados de edificios tan madrileños como Capitol, Metrópolis o Telefónica. Al atardecer brillan las luminarias y se convierte en nuestro Broadway.

10. Puerta del Sol. Voy con frecuencia a Callao, que conduce inexorablemente a Sol. Es un espectáculo para quienes sentimos curiosidad por los demás: lugar donde se citan madrileños y los que no lo son. Madrid demuestra así que es una ciudad de aluvión, y Sol, una araña tejedora que extiende sus patas por toda la Península.