Nosotros
El filólogo venezolano Andrés Bello escribió que la gramática permite averiguar lo que pasa en el alma de quien habla
Entre “yo” y “nosotros”, prefiero “nosotros”.
El filólogo venezolano Andrés Bello escribió que la gramática nos permite averiguar lo que pasa en el alma de quien habla. Y no sucede lo mismo en el alma de quien elige la primera persona del singular que en el alma de quien prefiere su plural.
Carlos Alcaraz declaró el 2 de junio, tras vencer al canadiense Felix Auger-Aliassime en Roland Garros: “Unos cuartos de final de Grand Slam es muy buen resultado, pero si pensamos que es un buen resultado nos quedamos en un jugador mediocre. (…) Llegamos a cuartos y ya pensamos en qué podemos hacer para llegar a semis”.
El tenista murciano habla en plural como parte de un equipo (entrenador, médico, fisioterapeuta, agente…); y usa el nosotros implícito aunque sólo él empuñe la raqueta y aunque las concordancias de su declaración produzcan alguna incoherencia (“si pensamos que es un buen resultado nos quedamos en un jugador mediocre”).
Muchos años antes el ciclista Perico Delgado ya acudía sistemáticamente a esa fórmula: “Hoy podemos ponernos líderes en la general”, declaraba pese a que el líder del Tour fuera solamente uno. Y por ese camino siguió Miguel Induráin: “Tuvimos alguna dificultad en el repecho, pero luego nos hemos recuperado”. ¡En una etapa contrarreloj! Ni uno ni otro expresaban un plural de modestia (el que evita resaltar el yo) ni un plural sociativo (el que abarca al interlocutor), sino el plural de quien desea compartir con otras personas un mérito individual. Un plural estratégico.
El Tour lo gana un solo corredor, un solo tenista se lleva el triunfo en Roland Garros, pero siempre les hará falta el apoyo y la fe de un equipo.
Dani Carvajal y Nacho Fernández, capitanes del Madrid, hablaban en nosotros tras lograr la última Copa de Europa. Hace seis años, Cristiano Ronaldo lo hacía en yo.
En la vida cotidiana se pueden apreciar también estas sutilezas. Hay quien responde a sus amistades cuando se interesan acerca de dónde estuvo de vacaciones: “He ido a Cancún”. Sin embargo, tal vez su acompañante conteste ante una pregunta similar en la oficina: “Hemos ido a Cancún”. Ambos viajaron con almas gramaticales distintas.
El músico cubano Pedro Junco creó el bolero Nosotros hace 81 años, cuando él apenas tenía 23. Había sido llevado con urgencia desde Pinar del Río a un hospital de La Habana a causa de unos problemas respiratorios que se temieron tuberculosis, incurable entonces. Ya nunca más podría ver a su amada, para no contagiarla. Pasaban los días y no hallaba forma de comunicarle su ausencia porque ambos mantenían una relación secreta ante todos, a causa de la oposición de la familia de ella. Si le escribía, el padre interceptaría la carta. Así que decidió crear una canción y pedirle al intérprete Tony Chiroldes que la presentara en el programa de radio local que la joven escuchaba cada noche; y, lógicamente, que lo mencionara como autor. De esa forma, el bolero que luego grabarían Los Panchos o Luis Miguel se oyó por vez primera el 25 de abril de 1943 en la Estación Radial Pinar del Río: “Nosotros, que desde que nos vimos amándonos estamos. Nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos, no me preguntes más. (…) Te juro que te adoro, y en nombre de este amor y por tu bien te digo adiós. Nosotros…”.
La mujer averiguó por fin lo que pasaba y acudió al hospital. Allí le comunicaron que Junco acababa de fallecer. Le quedó como herencia ese nosotros que sobrevivió a su muerte. Un pronombre que a veces late con fuerza en el fondo de nuestra alma gramatical.
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