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música
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Vampire Weekend’: vuelve el baile de los vampiros

De ser el grupo de moda, pasaron a ser cuestionados o incluso demolidos. Su nuevo disco incluye algunas de sus mejores composiciones

Vampire Weekend
Retrato promocional del grupo Vampire Weekend.MICHAEL SCHMELLING (SONY)
Xavi Sancho

Una noche de marzo de 2010, Vampire Weekend actuaron en Barcelona presentando el que entonces era su segundo largo, Contra. Tras el concierto fueron a dar un paseo por el centro de la ciudad y una chica, que se dirigía hacia una fiesta de cumpleaños que estaba teniendo lugar en la calle de Jovellanos, se cruzó con ellos y los reconoció. Les contó lo de la fiesta, y que en el salón estaban los instrumentos con los que había actuado un grupo de amigos un rato antes. El entonces cuarteto —hoy trío, Rostam, guitarrista y compositor, abandonó la banda a finales de la pasada década— subió a la casa e improvisó una actuación. Que tíos más guais. Tras tocar dos temas de su primer disco, saludaron al respetable y se fueron. Ni una cerveza se tomaron. Qué rancios. Esta historia explica mucho de la naturaleza de la banda neoyorquina, acaso la más maravillosamente contradictoria entidad que ha dado el pop independiente este siglo.

Han pasado casi tres lustros desde aquella noche, y por el camino los de Ezra Koenig han entregado su mejor (Modern Vampires of the City) y su peor disco (Father of the Bride), pero sobre todo han visto cómo todos los elementos que definían su idiosincrasia, y que entonces eran vistos como simpáticos, cándidos y hasta aspiracionales, han sido culturalmente cuestionados, cuando no directamente demolidos. Jóvenes blancos y en su mayoría judíos de escuela privada, uniformados como estudiantes de la Ivy League, a medio camino entre un anuncio de Ralph Lauren y el Ripley de Minghella, sin miedo a aparecer pretenciosos o sonar intelectualoides —en su primer disco había un tema llamado ‘Oxford Comma’, o coma serial— y con un sonido cuya principal referencia era el Graceland de Paul Simon, un disco (maravilloso) grabado en 1986 en Sudáfrica, en pleno apartheid, y para el que parece que se inventó el término apropiación cultural. En fin, que el mundo no solo ha girado en su contra, podría decirse que ha colisionado contra ellos.

El nuevo disco de la banda no tiene puntos álgidos. Más que nada, porque no tiene apenas fallos. Y, si los tiene, no se oyen

Todo esto podría explicar por qué este Only God Was Above Us gira alrededor del pasado, de la forma de gestionarlo, de asumirlo e incluso de recordarlo, porque para mirar hacia adelante todos nos ponemos muy creativos, pero a la hora de mirar atrás somos unos dejados.

Desde su hogar en Los Ángeles, observan el Nueva York anterior al ­11-S, el de su adolescencia, el que gente como ellos terminaría gentrificando, en homenajes a figuras muy Vampire Weekend como la marchante de arte y evasora fiscal Mary Boone en el tema que lleva su nombre. O en brillantes disquisiciones generacionales como la que ofrecen en otro punto álgido del disco, ‘Gen X Cops’. Aunque, la verdad, este disco no tiene casi puntos álgidos, más que nada porque no tiene apenas fallos. Y, si los tiene, no se oyen. Desde la nerviosa y excitante ‘Ice Cream Piano’ hasta esa letanía final de 7 minutos y 56 segundos titulada ‘Hope’, que contiene otra de aquellas frases que cuentan mucho y valen para casi todo: “El enemigo es invencible”, repite Koenig hasta dar por concluido el álbum.

Por el camino, ocho cortes impecables, en el que aquellos Vampire Weekend que se aprendieron el Graceland de memoria se topan con el jazz o incluso el trip hop, pero, sobre todo, se encuentran con algunas de las mejores composiciones de su carrera y también con las mejores y más creativas ideas para arreglarlas y producirlas que han tenido jamás.

VAMPIRE WEEKEND 'only god was above us', Sony

Vampire Weekend 

Only God Was Above Us 
Columbia / Sony

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.
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