‘Metal Gear Solid’: Vuelve el videojuego que cambió el mundo
La saga de Hideo Kojima regresa con una recopilación de las mejores entregas
Hay sagas que han cambiado el mundo del videojuego. Final Fantasy entraría en la lista, GTA, The Legend of Zelda… pero en esa (corta) terna no puede faltar una saga de infiltración y acción que redefinió el ocio interactivo y que trascendió el medio con sus comentarios sociológicos sobre el mundo en que vivimos: Metal Gear Solid. Ahora, la saga vuelve con un volumen recopilatorio de sus tres entregas más influyentes, y es de justicia glosarlas. Pero antes, debemos reflexionar un poco sobre el videojuego como ecosistema creativo.
Para construir un ecosistema cultural, las empresas de videojuegos deberían dar un paso al que muchas veces no están dispuestas, y que la historia del creador de Metal Gear —Hideo Kojima (Tokio, 60 años)—, ejemplifica a la perfección. No hace falta entrar en muchos detalles, pero el caso es que, sencillamente, Kojima se hizo más famoso que la empresa desarrolladora de Metal Gear: la japonesa Konami. Muchas veces el público no conoce el nombre de los directores de los juegos, pero Kojima se convirtió en una estrella. Pasó con los directores de cine hace 80 años, con los creadores de cómic hace 60: en determinado punto las industrias creativas alcanzan el estatus de industrias artísticas y los creadores evolucionan, toman conciencia de su importancia y de repente ostentan un poder que pone en jaque a las propias empresas, que no quieren darles el crédito que merecen por la sencilla razón de que, si quienes realmente importan resulta que son los creadores, estos pueden irse a otra empresa.
Esto, tan común en otros medios (los escritores pueden cambiar de editorial, los músicos de productora) no es visto con buenos ojos en los videojuegos. En parte por el propio Kojima, cuyos choques con Konami acabaron con su salida de la empresa en 2015 (se supone que despedido). Kojima es hoy un creador personalísimo, que ha seguido una senda imparable de revolución en el medio (Death Stranding) con su propia desarrolladora. Y eso es lo que las empresas de videojuegos temen como los vampiros al ajo, que los desarrolladores puedan volar libres. El caso es que esto que viene a continuación es tan rimbombante como cierto: pocos creadores hay hoy sobre la faz de la Tierra tan libérrimos como Hideo Kojima.
Dicho esto, podemos hablar de los juegos en sí. La saga Metal Gear nació en 1987 y tuvo varias entregas meramente funcionales para consolas como MSX2 o la Nintendo, pero su consolidación definitiva llegaría con su salto a PlayStation. Esta nueva Metal Gear Solid: Master Collection Vol 1. (previsiblemente habrá un volumen 2) recopila los tres primeros juegos de esa nueva etapa, los que supusieron un cambio radical en toda la industria. Los que significaron un punto y aparte, algo nunca antes visto.
El exsoldado convertido en pastor de caribús Solid Snake, su antepasado Big Boss, su gemelo y némesis Liquid Snake, su pupilo Raiden. Las tramas geopolíticas que protagonizan. Las profundas reflexiones sobre la guerra, el conflicto, las armas nucleares o la tecnología de guerra. Todos esos elementos conforman una de las series más inequívocamente mejores del mundo de los videojuegos, porque hablar de la saga Metal Gear Solid es hablar de un cambio de paradigma. Metal Gear Solid (1998) supuso, además de un salto mecánico (el apuntado en primera persona, las fases de infiltración), un salto en cuanto a la equiparación del videojuego con el cine. El marco narrativo del juego, con su historia, personajes, música y ambientación no conocían parangón para la época. La segunda entrega, Sons of Liberty fue un prodigio profético. Se centraba en la tecnología y criticaba la desinformación, las fake news, las redes sociales, las cámaras de eco o el “control del relato”. Elementos e ideas que nadie supo leer entonces y que ahora, cuando nos rodean allá donde miremos, confirman a Kojima como un auténtico visionario (el juego, de 2001, terminaba incluso con un atentado masivo en el centro de Nueva York).
La tercera entrega, Snake Eater (2004) se olvidaba del presente y nos trasladaba a la Unión Soviética durante la Guerra Fría. No era más interesante, no era tan profundo, no tenía la capacidad de generar conversación durante dos décadas que tuvo su predecesor, pero, con todo, era mejor juego. ¿Por qué? En este caso la batalla la ganó la narrativa: la gran arma del juego era su historia, con su choque político de fondo, sus personajes inolvidables y, sobre todo, el conflicto entre nuestro protagonista y su mentora: un combate inevitable pues, a pesar de los sentimientos que les unían, su lucha cristalizaba la lucha de dos placas tectónicas geopolíticas —soviética y occidental— condenadas a enfrentarse y a que solo una de las dos sobreviviera.
Si hubiera que definir Metal Gear en una sensación, esa sería la de que el orden mundial cuelga de un péndulo cuyo vértice es nuestro personaje. Y pocos juegos dominan el manejo de la tensión, pocos juegos mezclan acción, historia y marco narrativo con tanto fuste como esta saga. Esa magia revolucionaria es la que se reúne ahora en el recopilatorio. Esta colección que llega ahora al mercado no es más (ni menos) que una antología: no hace añadidos, no entrega contenido adicional, no remasteriza los juegos; solo los compila. Para quien esto firma, es más que suficiente. Porque las grandes obras deben ser preservadas y deben ser transmitidas a las nuevas generaciones. Ha pasado con todas las artes. Y es bueno que pase con la más nueva de todas.
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