Slowdive: mirarse a los pies de nuevas maneras
El grupo mítico de la escena ‘shoegaze’ en los noventa vuelve con su primer disco en seis años, con el que toma un desvío hacia un minimalismo electrónico
Neil Halstead (Reading, 1970) se considera un tipo afortunado. El líder de los icónicos Slowdive, considerado en más de una ocasión el mejor songwriter británico, está sentado en el sofá de su casa en Cornualles, el condado de los acantilados y los terrenos cenagosos, el paraíso de los surfistas. Es un día de verano y descuelga una videollamada para hablar de Everything Is Alive (Dead Oceans / Popstock!), el profundísimo y oscuro (y a la vez luminoso) primer álbum de Slowdive en seis años. Un viaje al legendario pasado shoegaze de la banda desde un presente situado en una ensoñación pop y un tanto digresiva. “Me gusta pensar que es un álbum esperanzador. Todo disco encuentra su camino. Se da forma a sí mismo, y éste ha tomado una dirección curiosa. Hay tristeza, pero también hay luz”, dice Halstead.
Pero rebobinemos un segundo. Slowdive se formó en el año 1989. “No éramos más que críos”, añade. Es cierto. Él mismo no tenía más que 19 años. Y lo mismo ocurría con Rachel Goswell (guitarra y voz), Nick Chaplin (bajo), Christian Savill (guitarra) y Adrian Sell (el primer batería; el de hoy es Simon Scott). En la era del grunge y de Nirvana, firmaron tres poderosos álbumes de pos-rock, un antepasado aún no electrónico del dream pop. Y luego desaparecieron. Parte de la banda montó otro grupo, con un sonido puramente acústico, menos oscuro, confortable e inscrito en el alt country: Mojave 3. El tiempo pasó, sus discos siguieron publicándose —hasta cinco álbumes, entre 1995, año del fin de Slowdive, y 2006— y luego Halstead se lanzó en solitario en 2001 —su último álbum, Palindrome Hunches, es de 2012—. Y entonces ocurrió. En 2017, Slowdive regresó, inesperada y afortunadamente.
Nuestra forma de trabajar es la misma que cuando éramos unos críos. No hemos cambiado nada.En parte porque ni entonces ni ahora teníamos a nadie por encima”.Neil Halstead
“Cuando volvimos fue genial en el ámbito personal. Nos habíamos echado de menos. Significaba que íbamos a volver a pasar tiempo juntos, y era a la vez raro y la cosa más normal del mundo. Porque, aunque ha pasado el tiempo y somos distintos, la música ha dejado de ser el centro de su vida”, responde Halstead. “Nuestra forma de trabajar es la misma que cuando éramos unos críos. No hemos cambiado nada. En parte porque ni entonces ni ahora teníamos a nadie por encima. Al ser una banda indie todo dependía de nosotros, como ahora. Lo único distinto es que somos más viejos”. ¿Y eso ha hecho que algo cambie? “Bueno, disfrutamos más de los directos. Cuando éramos jóvenes, era algo traumático. No estábamos tan cómodos con lo que hacíamos. Ahora llevamos tanto tiempo en esto que nos resulta lo más fácil del mundo, y nos lo pasamos estupendamente”, admite.
Everything Is Alive puede considerarse el segundo disco de una nueva era de Slowdive, y una ampliación del territorio hacia un dream ligeramente nostálgico, hacia un sólido minimalismo electrónico y multiinstrumental. Pensemos en ‘Shanty’, el primer corte del álbum, que suena como un puente entre el pasado y el futuro. O en la instrumental ‘Prayer Remembered’. “En realidad, el material con el que se gestó este disco proviene de mi coqueteo con la electrónica. Me obsesioné durante una época con las bandas sonoras y empecé a producir canciones instrumentales”, cuenta Halstead. “Tengo un estudio cerca de casa al que voy casi cada día. Me tomo el ir allí como una especie de trabajo. Paso un puñado de horas componiendo. Allí todo empieza a tomar forma”, aclara. ‘Prayer Remembered’ surgió allí, dos días después de que naciese su quinto hijo.
Tenía al menos 40 ideas, 40 embriones de canciones cuando la banda decidió que podría estar bien volver a grabar un álbum. “Se lo mandé todo a todos, y le dimos forma juntos. Es curioso cómo un disco se abre camino. Notas cuando una canción forma parte de él o no. Es lo más fascinante de la música. Te cuenta su propia historia”, dice. La alargada sombra de John Cale se cierne sobre el álbum desde ese cruce de caminos que constituye ‘Andalucia Plays’. “Me encanta John Cale. Y Paris 1919, el disco en concreto en el que está su tema ‘Andalucia’ me fascina. Esa canción es un recuerdo de un recuerdo. La compuse hace años como algo acústico para un álbum folk, pero se ha transformado en puro Slowdive. Es increíble de lo que somos capaces cuando estamos juntos”, asegura el cantautor.
Le sorprende que su base de fans esté creciendo a pasos de gigante, y que se nutra básicamente de jóvenes que ni siquiera habían nacido cuando se creó la banda. ¿Cree que la condición de refugio o de mundo propio de cada tema de Slowdive, y su tristeza acogedora —el poder sentirse a la vez solo y en compañía en cada una de sus canciones— ha conectado con la adolescencia atomizada de este siglo XXI? “Pues podría ser una razón, pero la verdad es que no lo sé. Fue toda una sorpresa descubrir cuando volvimos que había una nueva generación escuchándonos”, responde. “Me apena ver lo complicado que lo tienen los chavales hoy si quieren dedicarse a esto. Hay más música que nunca, y mejor que nunca, pero las condiciones en que se produce no tienen nada que ver con las de antes”, añade.
Por eso se considera un tipo afortunado. “Cuando empezamos en esto vivíamos el momento y la música lo era todo para nosotros. Y podía serlo. Hoy los chavales deben tener un trabajo con el que ganarse la vida mientras tocan. Nuestra relación con la música es otra porque no es lo único que tenemos. Hoy tenemos familias”, dice. Recuerda cómo de obsesionado estaba “a los ocho o nueve años” con The Beatles, y con The Monkees, y, en general, “con la música de los sesenta”, y cómo fue después, cuando dio con The Smiths, The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine, Sonic Youth o Cocteau Twins, que decidió que iba a dedicarse a esto. “Las referencias en lo que haces nunca son directas, pero ahí están. Se encuentran en el subsuelo, funcionando como una especie de música soterrada dentro de la propia música”, dice. Ellos mismos, y su peculiar shoegaze, son eso que ha permitido que otras bandas —de Beach House a The XX— suenen a lo que suenan. Se ríe cuando oye decir que Slowdive es una banda icónica. Sigue sentado en su sofá con vistas al jardín un segundo antes de colgar la videollamada.
Slowdive
Dead Oceans / Popstock!
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