La poesía de Marta Sanz: animalidad, cultura y ética
‘Corpórea. Poesía 2010-2022′ ofrece, con naturalidad, el tránsito desde la cultura más depurada y la experiencia lectora hasta la perversión y la carnalidad más irreverente
Marta Sanz (Madrid, 1967) es una escritora que cultiva distintos géneros, comenzando por la novela, desde la irreverencia. No es ajeno a ello su viaje por la poesía: ya sea como ensayista y antóloga, con su irrupción en 2007 con Metalingüísticos y sentimentales, una disección a contracorriente de nuestra lírica a la altura del comienzo de siglo; ya lo sea mediante la creación, sustentada en una radical singularidad que nace del canto al cuerpo y sus derivas, a sus sumisiones y rebeldías, a la cotidianidad existencial y a la cultura, con numerosas zonas de encuentro con su narrativa. Ajena a cánones y a tendencias, dominantes o no, ha construido una intensa obra lírica a partir de un primer doble libro, Hardcore / Perra mentirosa (2010), en el que ya mostraba las obsesiones que, como hilo conductor, podemos encontrar en Corpórea. Poesía 2010-2022, el volumen que ahora recoge su obra poética completa. En él encontramos los poemarios publicados Vintage (2013), Cíngulo y estrella. Cancionero (2015) y La vida secreta de los gatos (2021); una plaquette (El excitado puñal del Orient Express, 2013) y diversos poemas incluidos en su novela Clavícula bajo el título Esquirlas de una clavícula (2018). A esas colecciones ha añadido una docena de textos de circunstancias y el conjunto Monjitas (2022), inédito como libro, aunque con poemas publicados en revistas, antologías y plataformas a lo largo de una década.
Estamos ante una obra que hasta 2018 ha descansado en un verso libre y breve, de una agilidad rítmica deslumbrante, lleno de giros imprevistos, remansos conversacionales y buceos en anacronismos cargados de sentido, y que a partir de entonces ha alternado con el poema en prosa y con el verso más propicio al estiramiento, aunque sin excesos verbales ni retórica estéril. El subtítulo que complementa esta poesía reunida (No quiero perder a mi animal. Que no se vaya) sitúa la respiración de fondo de toda su lírica. En ella advertimos, con naturalidad, el tránsito desde la cultura más depurada y la experiencia lectora y viajera hasta las honduras donde el límite con la perversión y la carnalidad más irreverente cobra forma (la “animalidad” y sus alardes, y no solo la de “la gata que llevo dentro” de su libro de 2021). La poeta no quiere perder a su animal porque lo considera raíz o anclaje de los sentimientos y experiencias más radicales. La vida y sus meandros, tratados con una ironía que a veces ronda el humor más blanco y a veces se ennegrece hacia lo siniestro; la poesía en sí como deriva lógica de la existencia y descargada de solemnidad (“El poema es un espacio. / Mide cinco por tres centímetros. / Es un piso de protección oficial”), la enfermedad y sus secuelas contempladas en el espejo del padre, los miedos y premoniciones que la acompañan, el amor como elemento nutricio y tierra de salvación en los momentos difíciles, y la muerte como abismo: he ahí sus claves. Pero también el entorno social, y político: en parte de los poemas se transparenta el contexto, desde la crisis financiara de 2008 hasta las guerras que se pudren sin solución, desde las servidumbres de una prueba médica hasta la cesta de la compra o la huelga general de 2012.
Sanz no está en las antologías canónicas. Es tan singular, a contracorriente y viva, intuitiva e imprevisible, que escapa a toda categorización. Succiona al lector, lo pone ante el espejo, incluso ante las más secretas experiencias íntimas, con un verbo inteligente y con un desparpajo desbordante, con metáforas certeras y prosaísmos necesarios. Su heterodoxia y su calidad nos hacen echar de menos un estudio preliminar que la sitúe en el siempre controvertido escenario poético. Un reto para el futuro.
Corpórea. Poesía 2010-2022
Autora: Marta Sanz.
Editorial: La Bella Varsovia, 2022.
Formato: tapa blanda (410 páginas. 19,90 euros).
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