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Arthur Verocai, de la hibernación a la eternidad

El álbum cumbre del brasileño, redescubierto hace dos décadas, cumple cincuenta años en plena demanda del músico como arreglista y productor

Arthur Verocai en un concierto del Festival Red Bull Music Academy en Sao Paulo, 2017.
Arthur Verocai en un concierto del Festival Red Bull Music Academy en Sao Paulo, 2017.Fabio Piva

Ahí va una de hipérbole, cortesía de Madlib, reputado nombre de la escena hip hop desde comienzos de los noventa: “Es un disco que podría escuchar todos los días del resto de mi vida”. No se refiere a ninguno de su lustrosa discografía y ni siquiera a una obra de su propia escena sino a Arthur Verocai (1972), el álbum homónimo del compositor, arreglista y productor carioca. El único que publicó antes de refugiarse en la música publicitaria durante tres décadas y, desde su redescubrimiento y exaltación, yacimiento de samples para un sinfín de raperos, entre ellos Ludacris o Snoop Dogg.

Y este año en que, en palabras de Verocai, el “gigante tanto tiempo dormido” que supone su obra maestra cumple medio siglo, no está de más recordar quién es su autor y cómo pervive su influjo en músicos actuales, pues dos ejemplos de su toque mágico figuran entre los discos destacados de los últimos meses: las respectivas nuevas entregas de los canadienses BadBadNotGood y los australianos Hiatus Kaiyote. Verocai, como arreglista, firma con los primeros casi todos los cortes de su deslumbrante Talk Memory, quinto trabajo en una trayectoria que combina soul-jazz, hip hop instrumental e ingredientes electrónicos. Mientras que el brasileño ilumina con sus arreglos ‘Get Sun’, tema estelar de Mood Valiant, el nuevo álbum de Hiatus Kaiyote. La banda aussie ha sido varias veces candidata al Grammy y practica una seductora mezcla autodenominada “future soul”.

Para el músico, la esencia de aquel disco, su primer largo, consiste en mezclar la samba con el soul

En el melting pot estilístico reside precisamente buena parte del poder de Arthur Verocai como álbum: samba, soul, funk, pop orquestal, folk… conviven en sus extraordinarios 29 minutos. Un alumbramiento al que el músico nacido en Río (1945) llegó después de poco más de un lustro haciéndose notar en el negocio. Apenas había cumplido los 21 cuando firmaba en vinilo por primera vez: una canción para Leny Andrade. Desde entonces, arreglos para nombres notables como Marcos Valle, Jorge Ben, Ivan Lins o los progresivos O Terço (primer grupo de Vinicius Cantuária) y mucha partitura para TV Globo, donde aterrizó de la mano de Elis Regina. Otra de sus musas, Célia, para quien había producido dos discos en el sello Continental, le convenció para intentarlo en solitario con dicha etiqueta. Y él, ansioso por liberarse de las ataduras del formato televisivo, solo exigía una cosa: “Poder elegir a los músicos”.

Arthur Verocai, ‘Arthur Verocai’. Continental/Ubiquity. (1972/2003)
Arthur Verocai, ‘Arthur Verocai’. Continental/Ubiquity. (1972/2003)

Verocai recibió carta blanca para reunir un dream team de instrumentistas: orquesta de cuerda con 20 violines, cuatro violas y otros tantos chelos; dos percusiones, dos saxos, trompeta, trombón, piano eléctrico y varios vocalistas entre los que se incluían el cantautor mineiro Toninho Horta y la propia Célia. Verocai siempre se define como “hijo de la bossa nova”. De hecho, fue la guitarra, clave en dicho género, su instrumento en el álbum. Y se atrevió él mismo a cantar en ‘Caboclo’, corte de apertura, donde aparece “el primer sintetizador que había llegado a Río”, como le gusta recordar.

Sin embargo para él, la esencia de su estreno en largo reside en “mezclar el samba con el soul que tenía como emblema en Brasil a Tim Maia”. A eso contribuyó su colaboración en Agora (1971), el debut de un Ivan Lins entonces por esos derroteros. El menú de Verocai como oyente era omnívoro: Miles Davis, Bill Evans, Stan Kenton, Wes Montgomery, Villa-Lobos, Bach, Debussy, Jimmy Webb, Frank Zappa (le hipnotizó su uso de la guitarra wah-wah)… o Jethro Tull, cuya escucha inspiró el solo de flauta de ‘Sylvia’, improvisación de Oberdan Magalhaes a la manera del músico británico por petición expresa del jefe. Magalhaes, luego fundador de Banda Black Rio, sobresale junto a otros insignes que participaron: colaboradores de Milton Nascimento (Robertinho Silva, Nivaldo Ornelas), Helio Delmiro, Paulo Moura… Y personajes inolvidables para Verocai como el trombonista Edson Maciel, firmante del solo de ‘Karina (Domingo no Grajaú)’ tras “varias visitas al bar en plena grabación, sediento de cachaza”, con un resultado tan grandioso como la forma de Verocai de registrar los metales: siempre parece que hay más.

En 2008, Ludacris ‘sampleó' uno de sus temas. Después siguieron otros astros del hip hop como Snoop Dogg

No conviene olvidar el marco político: la dictadura que atenazó Brasil desde 1964 hasta mediados de los ochenta y la consiguiente censura. Como letrista principal del álbum se erigió Victor Martins, un poeta de São Paulo de fuerte militancia izquierdista. El bardo no renunció a las cargas de profundidad, tan abstractas que sortearon a los censores. Sirva de muestra la funky ‘Presente Grego’, manera en la que se refería entre amigos al gobierno militar: un “regalito griego”, nocivo para la población cual caballo de Troya. O también ‘Pelas Sombras’, alusión de Martins a los infiltrados del régimen entre los estudiantes.

La paradoja: Arthur Verocai superó el filtro político pero no el de público y crítica. En realidad, solo recibió indiferencia, quizá por la poca repercusión general de los arreglistas o, simplemente, por lo rompedor de su sonido. Las cuitas económicas de Continental colmaron la situación: la discográfica retiró el stock del álbum de las tiendas y recicló todas las copias para prensar otras nuevas de lo último de Secos & Molhados, la exitosa banda glam de Ney Matogrosso. Decaído y humillado por los comentarios en encargos posteriores del tipo “no se te ocurra hacer nada parecido a aquella cosa tan loca”, Verocai dio carpetazo. Los jingles, la publicidad, iban a ser su mundo en los sucesivos treinta años.

Con el cambio de siglo, comenzaron a llegarle ecos de aprecio por su disco en Europa o Japón. Los rastreadores de cubetas lo consideraban objeto de deseo y se pagaron hasta 5.000 dólares en eBay por alguna de las escasas copias originales. Hasta que en 2003 llegó la reedición, a cargo del sello californiano Ubiquity. Y con ella, el interés del hip hop. El productor 9th Wonder sampleó ‘Caboclo’ para su grupo Little Brother y el malogrado MF Doom utilizó ‘Na Boca Do Sol’, esa delicia orquestal, en su serie de instrumentales bajo el alias Metal Fingers.

Ante el aluvión, Verocai llegó a contratar un bufete que le asegurara el cobro de derechos. Y en 2008 se produjo el aldabonazo definitivo: Ludacris recurre también a ‘Na Boca Do Sol’ para un tema de su quinto trabajo, Theater Of The Mind, álbum que le deparó un disco de oro. Un año más tarde, Verocai interpreta por primera vez en vivo, con un gran orquesta, su obra cumbre en Los Ángeles. Desde entonces todo fluye: nuevos conciertos, medio centenar de sampleos de sus composiciones, tres discos de estudio entre los que destaca Encore (de 2007, junto a Ivan Lins y al prestigioso trío Azymuth) y requerimiento de sus servicios dentro y fuera de Brasil. Como dicen los componentes de BadBadNotGood: “Se hace difícil pensar en un disco completo que nos haya influido más que Arthur Verocai. Él es un auténtico genio”.

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