Rompecabezas John Zorn
El editor Óscar Alarcia ofrece, desde la perspectiva del fan, un exhaustivo retrato del prolífico e influyente músico neoyorquino en el que el dato prima sobre el análisis
No deja de ser paradójico que uno de los músicos más prolíficos e inclasificables de nuestro tiempo haya generado tan poca literatura. La bibliografía incluida en Universo John Zorn certifica la poca obra existente sobre el saxofonista y compositor neoyorquino, aparte de sus esporádicas entrevistas, perfiles fanzineros, trabajos universitarios y algún esfuerzo ocasional en forma de libro que acostumbra a tratar aspectos concretos de su figura más que intentar ofrecer un retrato completo. Es precisamente este el mérito principal del trabajo de Óscar Alarcia para Libritos Jenkins (la “micro-editorial madrileña dedicada a la divulgación de cultura pop de baja intensidad” que dirige): construir el que quizá sea el puzle más meticulosamente fidedigno hasta la fecha de Zorn (Nueva York, 1953) a partir de las piezas antes citadas, multitud de artículos recuperados de foros de internet, referencias a programas de radio, abundante material gráfico o raras piezas de YouTube. La información se organiza de modo cronológico, deteniéndose literalmente en todos sus proyectos, así como en los perfiles biográficos de los personajes que los integran.
Con más datos (su cantidad abruma) que análisis, desfilan así por el volumen desde Frank Zappa (figura conceptualmente cercana a Zorn, según Alarcia) hasta el compositor de música para dibujos animados Carl Stalling (Looney Tunes, entre muchas otras), que inspiraría sus improvisaciones controladas Game Pieces (1974-1990), basadas en muchos casos en deportes como el hockey, el billar, el tiro con arco o el lacrosse. Mediante un intrincado sistema de tarjetas con instrucciones precisas, Zorn creó su propio modo de dirigir ensembles en piezas como la célebre Cobra (1987). Eugene Chadbourne, Fred Frith, Bill Frisell, Tom Cora, George Lewis o Polly Bradford fueron algunos de los músicos que le acompañaron en la aquí llamada escena del Downtown II de los años ochenta (el Downtown I fue, según el autor, aquel de John Cage, La Monte Young o Earle Brown).
Es a través de la participación de Zorn en homenajes discográficos a Thelonious Monk (1984) y Kurt Weill (1986), producidos por Hal Willner, como llegará su primer (y último) contrato multinacional, para el sello Nonesuch. Los discos de Zorn alrededor de la música de Ennio Morricone (The Big Gundown, 1986), el escritor noir Mickey Spillane (Spillane, 1987) u Ornette Coleman (Spy vs Spy, 1988) dieron tempranas pistas de su capacidad de producción y amplitud de intereses.
El relato de Alarcia hace especial hincapié en las aventuras Naked City (1990, con Baron, Frisell, Frith, Horvitz y Yamatsuka Eye), proyecto de jazz interpretado a velocidad extrema, espíritu grindcore e imaginería underground japonesa, que tendría sendos espejos en los grupos Painkiller (1991-2005, proyecto completado por Bill Laswell y Mick Harris) y Moonchild (2006- 2012, junto a Mike Patton, Trevor Dunn, Joey Baron y Marc Ribot). El autor también se detiene en la que en su opinión es una de sus series centrales, además de una buena puerta de entrada a la producción de Zorn, los Filmworks (1990-2013), composiciones para cine habitualmente independiente que, cuando terminó, llevaba 25 volúmenes publicados.
Otro de los focos principales de Universo John Zorn es el proyecto multi-ensemble Masada, cuya primera encarnación (formado por Dave Douglas, Greg Cohen, Joey Baron y el propio Zorn) constó de 10 volúmenes (1994-1998) para el sello japonés DIW. Inspirado en el episodio que da nombre al grupo (la legendaria resistencia judía a las fuerzas invasoras romanas en el año 74 a. C.), integra magistralmente melodías folclóricas de origen judío y jazz improvisado. Book of Angels (2005-2017) y Book of Beri’ah (2018) son nuevos libros de composiciones para distintas formaciones de Masada, que contó además con celebrados volúmenes en directo (como Live in Sevilla, 2000).
Tzadik, sello fundado por Zorn en 1995, es otro eje fundamental en la narración de Alarcia: ahí publicará el neoyorquino a partir de entonces sus discos y los de artistas afines a la música experimental. El libro se adentra con detalle en su cada vez más presente faceta como compositor y en su interés por el ocultismo, el hermetismo y el misticismo, piezas centrales de su producción. Entre el volumen ingente de música creada para el sello se destacan, entre otras, la obra de The Dreamers (Cyro Baptista, Trevor Dunn, Marc Ribot, Jamie Saft, Kenny Wollesen, Joey Baron y el propio Zorn), o la serie Music Romance, que se presenta como su material más accesible: música instrumental cercana al pop con referencias a Henry Mancini o Jack Nitzsche. También, The Hermetic Organ, serie de discos —ocho hasta la fecha— interpretados por el propio Zorn en distintos órganos alrededor del mundo en los que combina composición formal e improvisación libre.
En lo documental y en el dato concreto, Universo John Zorn es desde ya una obra de referencia sobre el que quizás sea el músico contemporáneo más ecléctico de nuestros días, y esta es la principal baza del libro. El tono de la narración (construida desde el lugar del fan) es directo y claro, y su composición a modo de “historia oral” hace que el volumen no se convierta en farragoso (sí lo son algo más las erratas tipográficas que contiene). Entre tanto dato, se echa en falta, eso sí, algún tipo de análisis crítico (musicológico, sociológico o antropológico) que sería de utilidad (como lo sería un índice onomástico) para acabar de ubicar a un personaje tan ubicuo.
UNIVERSO JOHN ZORN
Autor: Óscar Alarcia.
Prólogo: Javier Díaz Ena.
Editorial: Libritos Jenkins, 2020.
Formato: tapa blanda (564 páginas. 22 euros).
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