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Una interpretación (parcial) de la historia

Rubén Juste explica en ‘La nueva clase dominante’ el modo en que inversores y tecnólogos han sustituido en la cúspide del poder a empresarios y políticos. Su ensayo es brillante, pero reduce a la economía cualquier conflicto

Sede de BlackRock, en Nueva York, en 2018.
Sede de BlackRock, en Nueva York, en 2018.Bess Adler (Bloomberg)
Juan Luis Cebrián

Las instituciones públicas se vieron colapsadas y paralizadas, y dejaron de ser una referencia de la sociedad para ser un chivo expiatorio de la ciudadanía”. Este es el diagnóstico que Rubén Juste hace de las consecuencias de las políticas desregulatorias y neoliberales impulsadas en su día por Thatcher y Reagan, origen de las desigualdades y la crisis global en que hoy se devana nuestro mundo. Como consecuencia de la pérdida de identidad de los antiguos poderes (una alianza corrupta entre el Estado y las grandes corporaciones económicas), Juste demanda un nuevo contrato social que devuelva la legitimidad perdida a las instituciones que rigen la convivencia. Así puede resumirse su documentado estudio sobre la nueva clase dominante, en el que viene a demostrar que el antiguo régimen ha perecido, incluso si no lo saben sus valedores, pero todavía no sabemos bien de qué forma será sustituido.

Su narración comienza con la conquista de América y la identificación de Colón y la reina Isabel como pioneros de un espíritu emprendedor animado, como es habitual, por el motor del lucro. Reconozco el atractivo de la descripción, que le sirve para iniciar un peculiar recorrido histórico de la evolución del capitalismo que en la misma portada del volumen se identifica abusivamente con la historia del poder. Pues no deja de ser un reduccionismo atribuir, casi exclusivamente, los empeños y fatigas de la colonización a la avaricia del Homo economicus. La comparación que hace del juego del Monopoly con el devenir del sistema hasta que Fukuyama declaró el fin de la historia es desde luego brillante, pero se echan a faltar otras motivaciones y métodos, patentes en la sucesión de conflictos que han conducido a la humanidad hasta las actuales tribulaciones. La historia del poder no se puede narrar sin la historia de la fuerza.

Especialmente interesantes son sus comentarios sobre BlackRock y Black­stone, dos gigantes financieros

Tras un centenar de páginas, dedicadas a demostrar la alianza entre las grandes corporaciones empresariales y los Estados como modelo nuclear de la sociedad política occidental, el autor se adentra en un documentado análisis de las tendencias del desorden social ahora imperante. Es ahí donde sobresalen sus mejores dotes de investigador y ensayista, cuyo principal atractivo es la pasión reconocible que pone en una prosa transparente, eficaz y desinhibida. Tanto es así que en la introducción al libro anuncia que trata “de abordar, de forma sucinta, la historia de los últimos 500 años del calendario universal”. Empeño tan elogiable como difícil de coronar.

Sociólogo de formación y consultor político de profesión, Rubén Juste deslumbró a la opinión pública hace unos años con un provocador libro sobre el Ibex 35. La nueva clase dominante continúa por la misma senda y ofrece informaciones dignas de atención en lo que se refiere a la influencia de los grandes fondos de inversión en la estructura económica de nuestro país. Especialmente interesantes resultan sus comentarios sobre Black­Rock y Blackstone, los dos gigantes financieros que determinan gran parte del flujo inversor en las Bolsas occidentales. En España, BlackRock es el primer accionista del Santander, ­BBVA y Telefónica, entre otros. Black­stone tiene una presencia determinante en las inversiones inmobiliarias, incluidas las privatizaciones de viviendas públicas que han generado tantos conflictos sociales.

Portada de 'La nueva clase dominante', de Rubén Juste
Portada de 'La nueva clase dominante', de Rubén JusteArpa

Asesor como ha sido de Podemos, conoce bien los fundamentos, las causas y las consecuencias del populismo político, que no es una peculiaridad de la izquierda como los apóstoles del Brexit y Donald Trump se han encargado de demostrar. Advierte que esta manera de conducir a las masas, basada tantas veces en el egoísmo y el odio, puede extenderse a las relaciones empresariales. Y asoma en su libro una veta moralista y hasta una sospecha conspirativa cuando asegura que la “desregulación de las actividades sexuales, sociales, económicas y políticas” se ha visto favorecida por la alianza entre empresarios tecnólogos e inversores. Frente a una sociedad desestructurada, huérfana de referencias y en la que la precariedad laboral, la desigualdad económica y el imperialismo tecnológico son rasgos dominantes, reclama casi como cuestión de principios la respuesta del movimiento feminista, aunque no explicita mucho al respecto.

La denuncia de Juste se resume en la afirmación, que comparto, de que ni el Estado actual ni las empresas tradicionales están preparados para afrontar las necesidades de la sociedad emergente, conducida por la nueva clase dominante de los tecnólogos, aliados con el capitalismo financiero. En el epílogo de la obra ofrece algunas soluciones posibles, cuyo enunciado es sin embargo de una generalidad poco fructífera. Aboga por la creación de nuevas instituciones, aunque no sabemos cuáles, y reclama una actitud cooperativa y políticas públicas que hagan frente al individualismo rampante. Identifica a este simbólicamente con el legado de los Ramones y el movimiento punk rock, aunque muchos creyeran más en los Sex Pistols. No es seguro en cualquier caso que ese sea el árbol genealógico en el que se miran los mileniales. Por lo demás, el libro está tan bien escrito y transmite tanta honestidad intelectual que corre el peligro de convertirse en un nuevo manual de uso para entender lo que nos pasa, cuando lo que nos pasa es que no sabemos entenderlo. Ese es su encanto y su atractivo, que desafía a las capacidades críticas del lector.

Portada de 'La nueva clase dominante', de Rubén Juste

LA NUEVA CLASE DOMINANTE

Autor: Rubén Juste.


Editorial: Arpa, 2020.


Formato: 312 páginas. 19,90 euros.





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