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Raquel García-Tomás: “El obstáculo es la precariedad. Da igual si eres hombre o mujer”

La joven compositora catalana ha sido galardonada con el Premio Nacional de Música

Raquel García-Tomás, vista por Setanta.
Raquel García-Tomás, vista por Setanta.

Raquel García-Tomás (Barcelona, 1984) es uno de los mayores exponentes de las nuevas generaciones de compositores españoles. Acaba de ganar el Premio Nacional de Música por su ópera Je suis narcissiste.

¿Qué le llevó a la música?

Mi abuela Sara me regaló un teclado Casio PT-10 cuando tenía tres años. Era mi “juguete” preferido. En mi familia no hay músicos y nunca se me había ocurrido pedir a mis padres que me apuntaran a clases de piano, ya que sentía que no estaban a nuestro alcance. Fue gracias a la profesora de música del colegio, Lys Vilà, que empecé el grado elemental de piano. Ella fundó la escuela de música donde comencé mis estudios musicales y se implicó de manera muy activa para que continuara en el Conservatorio Municipal de Música de Barcelona. Le estaré siempre agradecida.

¿Qué obra musical le ha impactado más últimamente?

The Lyre Of Orpheus, de Sofia Gubaidulina.

¿Qué compositor o compositora le ha influido más en su carrera?

No hay sólo uno, ya que he tenido contacto con la música de muchos y con el saber de otros tantos (mis profesores y compañeros). Si tengo que decir un nombre, mencionaré al compositor noruego Lasse Thoresen, que me causó un gran impacto cuando fue profesor invitado en la ESMUC (Escola Superior de Música de Catalunya) en 2007.

¿Qué personaje real del presente elegiría para una nueva ópera bufa como Je suis narcissiste?

Ninguno. Creo que el valor del libreto de Je suis narcissiste recae en la no-personificación. Gracias a ello, el público no puso el foco en una persona en concreto (lo cual le habría permitido eludir sus responsabilidades) y empezó a considerar ciertos comportamientos narcisistas desde su propia experiencia subjetiva.

El jurado del Premio Nacional de Música destacó su capacidad para conectar con el público sin abandonar la experimentación. ¿Ese es el gran reto de la ópera o la música contemporánea?

Para mí, el gran reto es trabajar desde la honestidad, más allá de estilos o de etiquetas. Que cada uno escoja sus medios, sus lenguajes, todos pueden ser interesantes si están dotados de contenido. En pleno siglo XXI, nuestra identidad individual se ve diluida a causa de los imperativos del capitalismo, Internet y la globalización. Las palabras del jurado son muy generosas y alentadoras, pero debo reconocer que mientras compongo, lo que persigo principalmente es crear algo con lo que me identifique, que yo misma comprenda, disfrute y, por qué no, me emocione.

Es usted mujer y además joven. ¿Qué supone más obstáculo en su campo?

El mayor obstáculo que tenemos tanto las mujeres como los hombres en el mundo de la composición es la precariedad en la que está sumida la música contemporánea en nuestro país. Desde la crisis de 2008, nuestros cachés han llegado a reducirse a la mitad y los músicos que interpretan nuestras obras se hallan en una situación similar. Poco importa que seas joven o mujer. Es difícil para todos y todas, ya que hay muy pocas oportunidades para tanto talento.

¿Qué obra ajena le habría gustado componer?

No quisiera haber compuesto la obra de nadie. ¿Para qué? Dicho de otra forma, cuando compongo, pienso en qué música me gustaría que ya existiera para poderla disfrutar como parte del público. La imagino lo mejor que sé y entonces voy a por ella.

¿A qué película le habría gustado poner música?

A ninguna, de momento.

Aparte de la música sinfónica o clásica, ¿qué otros estilos musicales le gusta escuchar?

Me gustan el hard bop, el cool jazz, el soul, algunos grupos de indie folk… Una curiosidad: cuando edito las partituras de mis obras suelo escuchar a Nancy Wilson.

¿Y cuál no soporta?

Sé que es una respuesta tópica, pero no soporto el reguetón.

¿Qué le gusta para salir a bailar?

No suelo salir a bailar. Cuando más he bailado ha sido durante el confinamiento de la pasada primavera. Bailaba Otis Redding, Aretha Franklin, Stevie Wonder, The Supremes, Elvis Presley… Esa música me recuerda a la que escuchaba de pequeña con mi padre.

¿Qué libro tiene en su mesilla de noche?

Me considero una lectora pésima (conste que no estoy nada orgullosa de ello). Por mi mesilla de noche han pasado muchos libros, y rara vez los acabo (me quedo dormida antes de terminar la primera página). Ahora tengo La música como discurso sonoro, de Nikolaus Harnoncourt. No prometo acabarlo pronto, pero lo poco que alcanzo a leer me resulta muy inspirador.

Si no se dedicara a la música, ¿qué le gustaría ser?

Artista visual.

¿Qué encargo no aceptaría jamás?

No me interesan los encargos en los que no puedo desarrollar mi propia obra. Suelo decir que no cuando me llaman para “poner música” a la obra de otro. La cosa cambia si es una creación conjunta.

Si usted hubiera formado parte del jurado, ¿a quién le habría dado el Premio Nacional de Música?

Eso no se lo puedo decir porque seguramente el año que viene me llamen para serlo. Creo que en estos temas debe reinar la máxima discreción. Ahora bien, sólo diré que espero que en las próximas ediciones de los premios nacionales se tengan en cuenta a los compositores y compositoras de mi generación, que destacan por su gran talento y por unas propuestas artísticas tan interesantes como necesarias.


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