España, lo que va de la euforia a la crisis
Hoy, la pasividad y el pesimismo no suponen ninguna opción. Nuestro país precisa reformas estructurales. La misión de los gobernantes es identificarlas con precisión y afrontarlas con decisión y optimismo
Hoy, la pasividad y el pesimismo no suponen ninguna opción. Nuestro país precisa reformas estructurales. La misión de los gobernantes es identificarlas con precisión y afrontarlas con decisión y optimismo
Tamerlán fue el último de los grandes conquistadores nómadas de Asia central en el siglo XIV. Borracho de poder y sangre, el héroe turco-mongol se transformó en un déspota cruel. Saqueó Bagdad y Damasco; en Isfahán no respetó a la población rendida y ordenó matar a sus 70.000 habitantes; en Delhi fue tal el horror, que exclamó: "Yo no quería eso".
Enrique III, el último rey de la dinastía francesa de los Valois, ocupa un lugar preferente en la historia de los malvados. Fue un aristócrata altanero, un extravagante seductor y uno de los responsables, junto a su madre, Catalina de Médicis, de la terrible matanza de la Noche de San Bartolomé, que causó miles de víctimas.