Locos por ir a la cárcel
El retraso en la apertura de la prisión de Figueres 'atrapa' a sus 400 empleados
Han estudiado y han pasado cientos de horas de gimnasio y reclusión para presentarse a las oposiciones a funcionarios de prisiones que la Generalitat convocó en 2010. Se han dejado la piel y han aprobado. Pero Àngels R., Cristina T. y Eugeni C. están en el paro y decepcionados. Solo esperan que Justicia abra la prisión de Puig de les Basses, en Figueres, y asigne plaza a las 400 personas que, como ellos, la ganaron.
El tripartito anunció la apertura de la cárcel para este verano. Incluso montó una jornada de puertas abiertas. Pero la nueva titular del Departamento de Justicia, Pilar Fernández Bozal, dice ahora que la prisión de Puig de les Basses no abrirá hasta 2012. Los vaivenes políticos no entraban en los planes de los opositores.
"Desde mayo pasado no cobro el paro", explica Cristina, de 47 años y excomercial inmobiliaria. "Agoté las prestaciones los 20 meses que estuve preparando las oposiciones", dice. A Eugeni, de 32, le quedan 60 días para agotarlas. Su caso es más ilustrativo, porque mientras que Cristina se quedó sin trabajo por la crisis del ladrillo, él dejó el suyo para completar la formación de dos meses que todos los aprobados deben pasar en la academia de Mollet.
"El 11 de octubre nos dijeron que al cabo de tres días debíamos estar en Mollet. Un lunes me encontré con que tenía que buscar piso allí y dejar mi trabajo como electricista. Le dije a mi jefe: 'Lo siento mucho, pero mañana no vengo". Empezaban dos meses duros, trabajando a golpe de corneta. "Te ponen en situaciones límite, porque debes aprender a soportar la tensión rato", afirma Cristina, que se rompió la muñeca los primeros días.
Esos dos meses, los tres cobraron el salario mínimo interprofesional. Acabaron el 21 de diciembre, y el 13 de enero empezaron prácticas remuneradas en la prisión de Figueres (Alt Empordà), que se cerrará cuando se abra la de Puig de les Basses. Les pusieron la miel en los labios. Saborearon durante dos meses cómo sería su futuro trabajo. "Coges el ritmo, empiezas a conocer a la gente, que es muy importante", dice Cristina. Ahora, mientras observan desde un cerro la que será su nueva casa en Puig de les Basses -un complejo de 17 edificios y 300.000 metros cuadrados con capacidad para 750 presos-, charlan sobre los internos, a los que conocen por sus nombres de pila.
Cristina, Eugeni y Àngels no entienden que, tras invertir tanto en formarles, la Generalitat les tenga parados. Temen que cuando se incorporen hayan olvidado lo aprendido. "La normativa cambia. Los controles de seguridad que se están haciendo ahora habrá que volverlos a hacer. Es un sinsentido", afirma Iván Lavado, delegado del sindicato UGT.
Sin fecha de apertura
Justicia se escuda en que el proceso de selección aún no ha terminado. El segundo grupo de futuros funcionarios acabará las prácticas en mayo. El problema es que nadie sabe cuándo abrirá Puig de les Basses. "Mientras no dispongamos del presupuesto de este año, no sabremos cuándo se podrán incorporar. No podemos dar una fecha de apertura", dice una portavoz.
El departamento afirma que el centro no abrirá hasta que acaben las obras. "No hay panadería, ni lavandería, ni cocina", afirmó hace poco la consejera. Pero UGT, sindicato mayoritario en Figueras, cree que es una excusa incomprensible. "Tenemos compañeros que trabajan allí todos los días y nos dicen que no es cierto que las obras no estén acabadas. Se tarda una semana en instalar lavadoras y secadoras", afirma Lavado.
La incertidumbre es total. Y Cristina, Eugeni y Àngels necesitan un trabajo: entre los tres acumulan seis hipotecas. "Sin saber cuándo nos vamos a incorporar, ¿qué trabajo puedo buscar?", se queja Cristina, que tiene dos hijos, de 21 y 17 años. "O engaño al empresario, que invertirá en formarme para que luego le deje tirado, o lo único que me queda es trabajar en un bar del paseo marítimo de Roses en verano". Con el parón en el sector de la construcción, Eugeni no alberga esperanzas de trabajar como electricista. Y Àngels tiene un hijo de dos años al que ha de mantener.
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