Tres escenarios para una Argentina llena de preguntas
El partido de Milei cuestiona las bases de los consensos alcanzados tras la dictadura en el año que se cumple el 40° aniversario de la recuperación democrática
La noche del 13 de agosto del 2023, noche en la que se conocieron los resultados de las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO) en la Argentina, el sistema político que dominó la escena en los últimos años quedó preso de un cimbronazo. Una tercera fuerza surgida desde el afuera de la tradición política partidaria argentina pasaba a las elecciones generales a presidente llevándose el primer lugar. Pero no solo eso, un escenario de tercios venía a romper con “la grieta” que había dominado los últimos 15 años y esa fuerza vino a cuestionar, en el año del aniversario número 40 de la recuperación democrática, las bases mismas de los consensos democráticos alcanzados en 1983.
Los resultados de la elección general de este 22 de octubre dejan tres escenarios dignos de análisis que se irán desenvolviendo en las próximas horas.
El primero y más relevante es el resultado obtenido por el candidato oficialista. Sergio Tomás Massa, candidato por Unión por la Patria, pero a la vez ministro de Economía, logró no solamente retener los votos obtenidos en las PASO, sino además sumar casi un 10% y terminar como el candidato más votado en las elecciones generales, todo en un contexto de más de 100% de inflación anual y atravesando una depreciación de la moneda que pone en jaque la estabilidad macroeconómica de la Argentina. Lo que se dice una verdadera “remontada”.
A su vez, la tercera fuerza que sorprendió a toda la clase política argentina, pero también a analistas y medios en las PASO, La Libertad Avanza (LLA) y su candidato a la presidencia de la Nación, Javier Milei, mantuvo el mismo porcentaje de votos que los obtenidos en las primarias.
Desde agosto a esta parte, cuando fue el candidato más votado, se sumaron una serie de expresiones en contra de los consensos básicos democráticos, caros para el sentido común argentino, propuestas de reforma inviables en términos institucionales en el mediano plazo, y una identificación discursiva con las nuevas derechas a nivel global que no pareciera hacer pie en la idiosincrasia argentina. Y si bien estas pueden haber sido las causas de la pérdida de votos entre las primarias y las elecciones generales, lo cierto es que con los resultados de este 22 de octubre el bloque legislativo de LLA asciende a alrededor de 35 diputados (clave para la gobernabilidad en los próximos años) y logra pasar a la segunda vuelta junto al candidato oficialista.
En este escenario, es clave pensar qué va a pasar con los votos de la que resultó ser la tercera fuerza a nivel nacional. Juntos por el Cambio, y la candidata vencedora de las PASO, Patricia Bullrich, menos moderada y dialoguista que su contrincante en aquella oportunidad, Horacio Rodríguez Larreta, perdió entre agosto (primarias) y octubre (generales) casi un 6% a nivel nacional. Y si bien es pronto para sacar conclusiones de a dónde se fueron esos votos en esta oportunidad (si los más moderados al oficialismo, espantados por discursos antidemocráticos, o los más extremos a Milei, buscando el “original” de posiciones más duras) lo cierto es que de cara a la segunda vuelta la incógnita está en qué va a pasar con ese alrededor de 24% que hoy ha quedado en tercer lugar.
Así, en este escenario, tres claves de reflexión quedan para los próximos días.
La primera es sobre la fortaleza del panperonismo a nivel nacional. A lo largo de la historia ha demostrado ser un movimiento que, aun en las horas más oscuras de la Argentina, en términos de estabilidad democrática y económica, ha sabido recomponerse y adaptarse bajo nuevos liderazgos siempre competitivos. Hoy es claro que se recompone y consolida bajo el liderazgo de Sergio Tomás Massa.
La segunda, respecto de la estabilidad de la coalición consolidada allá por 2015 entre la Unión Cívica Radical y el PRO. ¿Votarán de igual manera los socios de la coalición en el ballotage? ¿Es viable que a los integrantes radicales de dicha coalición les resulte posible votar por un candidato como Milei que expresamente ha insultado sus valores? ¿Y los votantes duros del PRO, seguirán los designios de su fundador, Mauricio Macri, que varias veces ha mostrado su simpatía por Javier Milei y sus ideas? Estas son incógnitas que se sostienen en la que hoy parece una certeza: en los próximos días la estabilidad de dicha coalición será, a lo sumo, discutida por sus miembros.
La tercera, y quizás más importante a 40 años de la recuperación democrática en la Argentina, es que los resultados de este 22 de octubre muestran que un 30% de la ciudadanía encuentra viables electoralmente candidatos y discursos que niegan los consensos básicos de la democracia y el andamiaje de derechos consolidados, poniéndolos en cuestión como causa de las recurrentes crisis económicas que atraviesa el país.
De cara al 19 de noviembre, fecha en la que se dirimirá el ballotage entre Javier Milei y Sergio Tomás Massa, en el marco de una otra crisis económica que presiona la vida cotidiana con altísimos índices de inflación, este será quizás el desafío más importante por sortear por el sistema político.
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