El peronismo busca una nueva estrategia electoral sin el presidente Fernández de candidato
La alianza que gobierna en Argentina debe definir si arma una lista de unidad o dirime sus diferencias en unas primarias abiertas y obligatorias
La crisis económica acelera los tiempos políticos en Argentina. En un intento de última hora por reducir la incertidumbre, el presidente, Alberto Fernández, adelantó un mes la definición sobre su candidatura a la reelección. Este viernes, difundió un video de ocho minutos para anunciar que el 10 de diciembre, cuando vence su mandato de cuatro años, entregará la banda presidencial “a quien haya sido elegido en las urnas por el voto popular”. Prometió además que trabajará desde la Casa Rosada para que esa persona “sea un compañero o una compañera” del Frente de Todos cuyo nombre, dijo, saldrá de las elecciones primarias y obligatorias, las PASO, que celebrarán los partidos en agosto. Pero no todos en el peronismo están de acuerdo con esta estrategia.
Fernández dio un paso al costado en la interna peronista horas antes de una reunión partidaria donde el kirchnerismo le exigiría una definición sobre su futuro. Cristina Kirchner y sus seguidores no querían saber nada con una nueva candidatura del presidente. No solo porque su popularidad está por los suelos; también lo consideran un traidor. El presidente se adelantó a los reclamos con la intención de ser él mismo quien digite en el futuro la estrategia electoral del oficialismo. Tras la reunión en la sede del Partido Justicialista celebrada en la noche del viernes, quedó claro que no le será tan simple.
El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, hombre de Cristina Kirchner, dijo que el paso al costado del presidente en la interna era lo que esperaban para empezar a “ordenarse”. “Ahora largamos con una estrategia conjunta para enfrentar un año electoral. Encontrar candidato de unidad o una PASO será producto de esa estrategia, pero tenemos que unificar criterios”, dijo. A su lado estaba el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que esperaba que Fernández se bajase para buscar su propia candidatura. “Las PASO hay que hacerlas”, dijo. “Hay que ser respetuoso del dinamismo interno que tiene el Frente de Todos, eso puede derivar en una lista, dos listas o tres listas. No hay que hacer ningún drama porque haya competencia”.
La decisión del presidente le ha quitado al presidente el poco poder que le quedaba en un Gobierno que se desmorona. “Alberto nunca fue una alternativa electoral”, advierte Lourdes Puente, directora de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Católica Argentina (UCA), “salvo en el pensamiento de él mismo y sus seguidores, que son muy pocos. La incógnita es que hará Cristina [Kirchner], porque los que quieren que ella se acabe como dirigente son como Alberto: no se le animan. Por eso el peronismo quedó preso del kirchnerismo y su estructura”. Definir cuánto poder tiene Kirchner dentro del Frente de Todos ocupará buena parte de la atención del peronismo en las semanas que faltan hasta las primarias.
En su guerra fratricida contra la vicepresidenta, lo que más preocupa a Fernández es que no sea ella quien elija a dedo al candidato del Gobierno para las elecciones de octubre. Sabe bien lo que eso representa: él mismo fue ungido por Kirchner como cabeza de la fórmula presidencial del Frente de Todos, una estrategia que sirvió para ganar la elección contra Mauricio Macri en 2019 pero no para gobernar. A mitad del mandato, Fernández y Kirchner ya no se hablaban. La relación se deterioró tras la derrota de los candidatos del Frente en las elecciones legislativas de 2021 y se arruinó sin retorno cuando la Casa Rosada acordó con el Fondo Monetario Internacional la refinanciación de la deuda contraída por Macri.
Hoy todos vuelven a mirar a Kirchner. La vicepresidenta anunció en diciembre que se bajaba de cualquier candidatura como respuesta a una condena a seis años de cárcel por corrupción. El kirchnerismo agitó la bandera de la proscripción, pese a que el fallo contra la vicepresidenta debe ser ratificado por la Corte, y activó un operativo clamor para que revierta su decisión. Este viernes, con Fernández ya sin aspiraciones, volvieron las voces que pedían por su regreso a la carrera electoral o, al menos, al armado de la estrategia.
El peronismo, en cualquier caso, está en problemas porque “el único sector que tiene un piso electoral claro es el de Kirchner, con una líder que dice que está proscripta y no va a jugar”, dice Lourdes Puente. Y no basta con que la vicepresidenta elija a dedo a un candidato, como hiciera con Fernández, porque “los votos de Kirchner ya no se trasladan a otro en forma automática”, advierte Pablo Touzón, politólogo y director de la consultora Escenarios. “A Alberto el kirchnerismo le pedía la renuncia, pero ahora que se salió no tienen a quien poner. Sin Cristina, cuando preguntamos a donde va ese voto hay hasta una pequeña parte que elige a Javier Milei”, el candidato antisistema que hoy amenaza incluso con desplazar al peronismo de una eventual segunda vuelta en octubre.
Fernández renunció a algo a una candidatura que solo era posible en su cabeza, pero es una realidad que sin el presidente se altera el escenario político. El único aspirante presidencial que ya juega en la interna partidaria es Daniel Scioli, derrotado por Macri en 2015. No está claro que hará Sergio Massa, el ministro de Economía, al frente de la tercera pata peronista del Frente de Todos y con claras ambiciones presidenciales.
Massa asumió en agosto pasado con el objetivo de mantener a flote la nave al menos hasta las elecciones de octubre. Pero la crisis económica se agrava cada día. El dato de inflación de marzo, del 7,7%, fue el viernes pasado un durísimo golpe a las promesas de estabilidad de Massa. Las reservas del Banco Central están cerca del cero, crece la pobreza y el IPC ya está por encima del 104%. Hoy, la única esperanza de Massa es que el FMI acepte un nuevo acuerdo, que incluya dinero fresco y menos ajuste fiscal.
Massa era hasta ahora el candidato preferido de Kirchner. Pero “hoy está en una encerrona, porque la candidatura presidencial de un ministro tan debilitado puede precipitar la crisis que se quiere evitar”, dice Touzón. “El problema de fondo es que no hay reemplazo para Massa”, agrega. Sin Fernández ni Kirchner como candidatos, y con Massa atrapado en su laberinto, el Frente de Todos pierde a sus tres cabezas. El peronismo necesita con urgencia un candidato.
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