Ortega y Murillo aceleran la expansión de negocios chinos en Nicaragua
El auge de comercios regentados por ciudadanos del país asiático arrincona a las pequeñas tiendas locales y se extiende al sector inmobiliario y minero. Un 75% de los nicaragüenses lo rechaza


A mediados de julio de 2025, una adolescente entró maravillada en una tienda de bisutería china del Mercado Roberto Huembes, uno de los más concurridos de Managua. Recorrió pasillos atiborrados de mercancía asiática hasta detenerse en el área de cosméticos, fascinada por los colores brillantes y los empaques con letras incomprensibles para ella. Tomó un labial, dispuesta a comprarlo, pero la dueña del establecimiento, una mujer china que apenas podía decir “hola” en español, la increpó con violencia. Creyó que la adolescente intentaba robar y la golpeó. La muchacha estalló en llanto y, minutos después, decenas de nicaragüenses se agolpaban frente a la tienda reclamando, entre gritos, por la agresión.
El asunto no trascendió porque, según los comerciantes nicaragüenses del mercado, “los chinos tienen la protección del Gobierno”. Es decir, del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Este episodio en el Roberto Huembes, junto a otras denuncias menos estruendosas de maltrato de empresarios chinos hacia empleados locales que nunca circularon en redes sociales, refleja una nueva tónica de creciente tensión en el comercio nicaragüense desde agosto de 2023, cuando el régimen sandinista suscribió un Tratado de Libre Comercio con Pekín.
El acuerdo comercial trajo un auge acelerado de tiendas asiáticas en el país centroamericano, un fenómeno que medios como Divergentes han bautizado como la “chinanización de la sociedad nicaragüense”, debido a la proliferación no solo de tiendas de bisuterías, sino de grandes almacenes, tiendas departamentales, tecnológicas, de calzado, juguetes, supermercados y una variedad sinfín de productos que arrinconan a emprendedores, pequeños y medianos empresarios nicaragüenses.
La variedad de abalorios y productos orientales son vendidos a precios muy bajos, debido a las ventajas que les ofrece el Tratado de Libre Comercio. La irrupción de las tiendas chinas ha sido demoledora para los pequeños comerciantes en ciudades como Managua, Matagalpa, Chinandega o Masaya. Emprendedores que sobrevivían con ventas modestas ahora reportan caídas de hasta un 70% porque los negocios asiáticos ofrecen los mismos productos a “precios de remate”. Incluso artículos que antes solo se conseguían al por mayor en Managua llegan ahora a los departamentos a mitad de precio, reduciendo al mínimo el margen de subsistencia de los negocios locales.
Los consumidores, por su parte, se sienten atraídos por esa oferta de bajo costo. La diferencia de precios es tan marcada que, en medio de la crisis económica que atraviesa Nicaragua, la mayoría opta por comprar lo más barato posible. Para los emprendedores, esto representa una complejidad: no pueden igualar costos porque cargan con transporte, alquileres y gastos de operación, mientras los comerciantes chinos importan grandes volúmenes directamente desde su país de origen. La competencia se vuelve desigual y deja al comercio local en una situación “de asfixia”, coincidieron algunos mercaderes locales bajo condición de anonimato.
A partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y la República Popular de China en diciembre de 2021, el régimen sandinista presentó el Tratado de Libre Comercio como la panacea a los problemas económicos de Nicaragua. Entró en vigor en enero de 2024, pero el país centroamericano, históricamente –y todavía hoy, pese a las diferencias políticas con el régimen Ortega-Murillo–, depende casi por completo de Estados Unidos como su principal socio comercial.
Datos del propio Banco Central de Nicaragua (BCN) reflejan que las importaciones desde China pasaron de 574 millones de dólares en 2019 a 1.436,3 millones a finales de 2024. En cambio, las exportaciones hacia ese país sumaron apenas 47,2 millones de dólares, lo que representó solo el 1,1% de las exportaciones totales de Nicaragua en ese año. En contraste, según cifras del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), las exportaciones de Nicaragua a Estados Unidos alcanzaron 3.242,7 millones de dólares entre enero y octubre de 2024 y superaron los 4.300 millones al cierre del año. Las importaciones desde Estados Unidos rondaron los 2.000 millones de dólares, de acuerdo con registros oficiales.
Otro conflicto: el inmobiliario
A pesar del desbalance comercial que marca la relación entre Managua y Pekín, la “chinanización” sigue en auge. En casi todos los mercados y zonas comerciales de las principales ciudades del país se levantan nuevos comercios asiáticos. Basta caminar por los pasadizos del Oriental, el mercado más grande de Nicaragua y de Centroamérica, para encontrarse con miles de gatitos dorados de la buena fortuna que agitan, una y otra vez, su pata mecánica. Cada vez se escucha más chino mandarín entre el español de los nicas que se comen las eses. Y, en ambas direcciones, chinos y nicaragüenses recurren al traductor de Google para poder entenderse.
La proliferación de comercios chinos también ha detonado otro conflicto a escala inmobiliaria. Con ofertas de entre 5.000 y 10.000 dólares mensuales, empresarios asiáticos alquilan locales en puntos estratégicos de ciudades y cabeceras departamentales, cifras inalcanzables para los pequeños emprendedores nacionales. Para muchos dueños de propiedades, resulta más rentable cerrar contratos con arrendatarios chinos y desalojar a comerciantes locales, aun si estos tenían años de trayectoria en los inmuebles.
El resultado es un efecto dominó: ferreterías, panaderías, ventas de ropa usada y pequeños comercios familiares son sustituidos de un día para otro por megatiendas chinas, sostenidas por capital abundante y el respaldo político del régimen de Ortega y Murillo. Los emprendedores locales, en cambio, quedan en desventaja no solo por la imposibilidad de competir con las rentas elevadas, sino también por la incertidumbre jurídica que rodea estos contratos, en un contexto donde los chinos reciben beneficios y privilegios sandinistas.
El desembarco chino no se limita al comercio minorista. En los últimos 24 meses, empresas asiáticas han obtenido 17 concesiones mineras que abarcan más de 236.000 hectáreas de territorio para la explotación de oro. Según datos oficiales, las firmas Zhong Fu Development S.A., Nicaragua Xinxin Linze Minería Group S.A. y Thomas Metal S.A. concentran el 45,9% de todas las concesiones aprobadas por el Ministerio de Energía y Minas entre 2022 y 2024.
Además, este 2 de septiembre, en otro ejemplo de esa cercanía creciente, el Parlamento sandinista aprobó la adhesión de Nicaragua a la Iniciativa para la Gobernanza Global (IGG), promovida por el presidente chino Xi Jinping. Del mismo modo, la “chinanización” continúa avanzando entre los nicaragüenses que, con el paso del tiempo, ya han empezado a ver más allá de los “precios bajos” que los chinos ofrecen en los mercados. Un día después, Laureano Ortega Murillo, quien se perfila como uno de los sucesores de sus padres, asistió al 80º aniversario del final de la II Guerra Mundial en Pekín. Se le vio arropando a Xi Jinping, junto a Vladímir Putin y Kim Jong-un. Pero más allá del simbolismo presentado en tono de victoria por el régimen sandinista, los nicaragüenses miran con recelo.
Un sondeo de opinión realizado por el organismo Hagamos Democracia reveló este mismo 2 de septiembre que un 75,25% de los encuestados opinaron que las alianzas con China (además de Rusia e Irán) son “negativas”. Al ser preguntados de manera abierta del porqué consideran dicha negatividad respecto a la relación con Pekín, el sondeo recoge las siguientes respuestas más frecuentes: “Están desapareciendo las pulperías. Afectan a los pequeños comerciantes y artesanos. Mercadería china de mala calidad. Explotación laboral para los nicaragüenses. Afecta nuestras relaciones con Estados Unidos”.
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