La derecha busca una propuesta electoral más allá del antipetrismo
La uribista Paloma Valencia y la nueva coalición de seis aspirantes coinciden en un discurso que reduce el protagonismo del presidente en la campaña

Aunque la campaña presidencial del 2026 ha estado enmarcada en la dicotomía entre continuidad y ruptura con el mandato del presidente de izquierdas, Gustavo Petro, las movidas más recientes de la oposición de derecha en su camino electoral buscan bajarle el volumen al antipetrismo.
La senadora Paloma Valencia fue ungida este lunes como la candidata del Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez, y en sus palabras al celebrar ese logro solo mencionó al presidente una vez en su discurso, y para decir “el problema no es Petro, el problema es el estatismo”. Defendió, por ejemplo, que esa visión implica quitar a los ciudadanos el derecho a elegir quién los atiende en la salud, buscando imponer un sistema público que, según ella, ya fracasó en el pasado. Pero la opositora, la primera mujer en ser candidata presidencial del uribismo, se enfocó más en una promesa de un país mejor (en el ”futuro que todos nos merecemos" o en “un país en el que se pueda vivir y soñar”, en el que “lo mejor está por venir”), que en las críticas a Petro. Y cuando habló del presente, despersonalizó las críticas. Habló de una situación “bien difícil”, dijo. “Colombia está retrocediendo”, pues violencia crece y la incertidumbre pesa cada día más“, sin individualizar un culpable, en abierto contraste con los cánticos de “fuera Petro” que han entonado las bases uribistas en decenas de ocasiones a lo largo del cuatrienio.
Esa ausencia de antipetrismo no se limitó a un discurso inaugural de tono sosegado. El martes, Valencia tuvo su primer mitin como candidata presidencial. Acompañada por el expresidente Uribe, habló en el municipio de La Estrella, a las afueras de Medellín, y ni siquiera lo mencionó. Criticó el “paro armado nacional” de la guerrilla del ELN, habló de la toma al municipio caucano de Buenos Aires, pintó una muy difícil situación de seguridad. Y se presentó como una uribista de primera línea, pero no como una antipetrista, y agitó una bandera de esperanza al argumentar que en su momento Uribe cambió a Colombia. En suma, ha iniciado su campaña con un tono más positivo que negativo, y sobre todo sin Petro como el centro de ella.

Poco después, el miércoles, seis candidatos de la centroderecha y la derecha anunciaron su alianza, por la que elegirán a uno de ellos en una consulta popular en marzo. Si en su presentación criticaron el manejo de la seguridad y la salud por el Gobierno actual, no fue el asunto central. “No me gusta Petro, pero entiendo por qué ganó: por todos los errores del pasado, los problemas sin resolver”, dijo la periodista Vicky Dávila, quien se lanzó a la carrera tras dirigir la revista Semana, ferozmente opositora de Petro. “Logró visibilizar a todos aquellos que de alguna forma sentían que nadie los miró nunca”, añadió, en un raro momento en el que reconoció la fuerza del presidente.
Ella y sus cinco compañeros —el exministro Mauricio Cárdenas, de origen conservador; el exsenador David Luna, que viene del partido opositor Cambio Radical; el exdirector del DANE bajo Iván Duque, Juan Daniel Oviedo, el exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín, Aníbal Gaviria; y el director del Nuevo Liberalismo, Juan Manuel Galán—, son claramente críticos del presidente, y con un tono opositor han adelantado su campaña hasta ahora. Pero en el momento clave de sellar y anunciar su alianza, hablaron más de encontrar soluciones a los problemas que en señalarlos. “Esta no es una propuesta contra nadie, es una propuesta a favor del progreso del país”, se lee en el manifiesto conjunto de su coalición. “Colombia necesita menos discursos destructivos y más equipo con ánimo constructivo”, añaden.
“Sí creemos que hay una polarización en Colombia, pero no es la polarización en la que nos quieren encasillar a la fuerza, entre dos extremos”, dijo Galán en el evento de lanzamiento, en referencia sin apellidos a la pelea que concentran desde hace varios años el uribismo y el petrismo. “Ambos juegan a que caigamos en la trampa de una segunda vuelta en la que no haya más opción que escoger. La polarización que tenemos hoy en Colombia, realmente, es entre una propuesta que logre interpretar una esperanza de futuro, de avance, para Colombia, o quedarnos en el pasado. ¿Y cuál es el pasado? El pasado de la confrontación estéril, de la política de odio, que no produce resultados ni soluciones, especialmente los problemas estructurales de raíz estructural que arrastra este país desde hace muchos años“.
Gustavo Petro ha demostrado su capacidad de manejar la agenda del país. Suele capturar la atención y mantiene a la opinión pública debatiendo sus declaraciones y decisiones, ya sea desde su locuacidad en las redes sociales o desde sus intervenciones en la televisión (que ha utilizado hasta el punto de que las autoridades le han pedido no abusar de sus alocuciones). Para bien o para mal, el gran tema de conversación en las mesas de los colombianos suele ser Petro. Por eso, los candidatos de derecha, como Dávila, Galán o el ultra Abelardo de La Espriella, han hecho de sus críticas permanentes al presidente el eje de su campaña. Pero eso parece cambiar. Criticar a Petro es algo que hacen también aspirantes de centro, como Claudia López y Sergio Fajardo, e incluso de izquierda, como Carlos Caicedo y Luis Carlos Reyes; por lo que se convierte en un elemento que no sirve para distinguir entre sus aspiraciones.
Con una decena de aspirantes de la centroderecha, la derecha y la ultraderecha aún en carrera, sus apuestas parecen virar de las críticas comunes al actual Gobierno, a una búsqueda de propuestas frescas que sirvan para distinguirlos entre sí e impulsarlos entre la opinión pública. A cinco meses y medio de la votación presidencial, en su primera vuelta, aún no es claro cuántos aspirantes disputará el electorado de un espectro que tiene a las críticas a Petro como un mínimo común denominador, ni cuáles serán sus propuestas para vencer en las urnas y, sobre todo, para eventualmente gobernar a Colombia. Pero el camino hasta allá, que pasa por las legislativas y las consultas interpartidistas de marzo, prometen irlo aclarando.
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