Cepeda vs. Fajardo: ¿la final probable?
El voto útil comienza a mirar hacia el candidato Sergio Fajardo, a quien los astros se le empiezan a alinear: la vieja guardia de la política colombiana está en quiebra y si pasa a segunda vuelta todo el antipetrismo se subiría en su bus sin mayores compromisos

Es prematuro para hacer pronósticos electorales. La política es la contingencia pura, y en cualquier momento pueden acaecer hechos inesperados. Sobrevenir lo que Nassim Taleb llama un “Cisne Negro”: un evento raro, de gran impacto e impredecible que, tras ocurrir, suele racionalizarse como si hubiese sido evidente. Además, las elecciones del año entrante pueden verse interferidas por factores como una eventual intervención militar en Venezuela, acciones terroristas encubiertas de la CIA o de los grupos criminales, históricamente presentes en Colombia. Es muy seguro que el presidente Trump meta la mano, como lo ha hecho en otros países.
Con estas salvedades analizaremos el fotograma actual. Según Invamer, tres candidatos dominan la escena con un 58,6% de intención de voto: Iván Cepeda (Pacto Histórico, 31,9%), Abelardo de la Espriella (firmas, 18,2%) y Sergio Fajardo (Dignidad y Compromiso, 8,5%), los cuales toman distancia sobre los otros 30 precandidatos medidos, a repartirse el 41,4% restante. Pero los candidatos son 83, y al no incluirlos a todos el margen de error de la encuesta se amplía. En cualquier caso, la atomización favorece a los punteros, pues reduce las posibilidades de crecimiento de sus competidores, que solo podrán ascender si se retiran candidaturas. Ley de mercado. Por ejemplo, la exclusión forzada de Uribe Londoño (4,2%) podría beneficiar —principalmente— a De la Espriella, Victoria Dávila, Pinzón o Vargas Lleras. Si las cosas siguen como van, la competencia se estaría cerrando entre los tres punteros.
Un voto útil mañanero
El voto útil es un concepto político–electoral que alude a la decisión estratégica del elector de votar no necesariamente por su candidato o partido preferido, sino por aquel que tiene mayores posibilidades reales de ganar o de impedir la victoria de otro considerado indeseable. Suele expresarse con mayor intensidad en la segunda vuelta. Sin embargo, en esta ocasión ha madrugado a mostrarse. Ese es uno de los mayores problemas que tiene De la Espriella. Según Invamer (noviembre), perdería de manera apabullante frente a Iván Cepeda: 59,1% contra 36,2%. Síntesis: no es el hombre para derrotar al candidato del Pacto Histórico. Esto puede volverlo un aspirante inviable, y hacer que corra la misma suerte de Victoria Dávila. Son liderazgos producto de la emocionalidad de la coyuntura y del manejo de las redes sociales. Como si fuera poco, varios precandidatos han comenzado a levantarle un cerco sanitario, advirtiendo que no están dispuestos a aliarse con él, en ninguna circunstancia. Así, el voto útil comienza a mirar hacia otro lado, concretamente hacia Fajardo, quien tendría un cabeza a cabeza con Cepeda (48,9% contra 46,4%). Además, después de la experiencia sufrida por Uribe Londoño, ¿quién se le va a acercar a De la Espriella?
La debilidad de Abelardo es la fortaleza de Fajardo. Ser el candidato con posibilidades de disputarle la presidencia a Cepeda es su principal activo, por ello pulveriza a Claudia López, Enrique Peñalosa y Juan Daniel Oviedo— quienes le siguen en intención de voto. Consciente de esto ha resuelto ir a primera vuelta sin pasar por el tamiz de las consultas. Ahora, si el resto de los precandidatos lo imitaran, mantendrían fragmentado el voto independiente, le asegurarían a De la Espriella el pase a segunda y a Cepeda la presidencia. Son muchos los que van a tener que comenzar a retirarse.
A propósito de Oviedo, está resultando mejor candidato de lo esperado. En caso de una consulta con Cárdenas, Luna, Aníbal Gaviria y Galán, podría ganarles y abrirse un espacio nacional. Es el más agudo y mediático de ellos, no tiene su desgaste político, por el contrario, posee una imagen fresca; se mueve con argumentos y cifras, no con el hígado. Se convertiría en la cuarta espada de la contienda.
Al no ir a consultas, Fajardo y De la Espriella acabaron con la propuesta del expresidente Uribe de construir una alianza antipetrista en donde cupieran “desde Abelardo a Fajardo”. Un Arca de Noé. Hizo bien este último en no dejarse meter en ese sancocho y en dejar claro que no se sentaría con alguien que habla de “destripar a la izquierda”. Las mayorías silenciosas privilegian discursos moderados, no radicalismos violentos.
El momento dorado de Fajardo
A Fajardo se le estarían alineando los astros. La vieja guardia de la política colombiana está en quiebra, no tiene candidatos con capacidad de ilusionar, y sus jefes naturales, sus ahijados y acólitos tecnócratas están sobregirados. Si pasa a segunda, todo el antipetrismo se subiría en su bus sin mayores compromisos y ninguno tendría las ‘huevas’ de votar en blanco, como él en dos ocasiones. Deberá ser selectivo: si se percibe su nombre como una mascarada para el retorno de los brujos, con todos sus demonios y vicios, el presidente será Cepeda. El país quiere un cambio de verdad, no Gatopardismo.
El establishment político se ha envejecido, en sus liderazgos y en su discurso, eso es evidente. No hay figuras de relevo dispuestas a hacer autocrítica, sus adláteres siguen vendiendo que Colombia era una arcadia antes de la llegada del presidente Petro. Su líder más visible, el expresidente Uribe, no logró reinventar la narrativa: continúa con la misma cantaleta que viene desde 2006, hablando del riesgo de convertirnos en Venezuela, del demonio comunista, de achicar el Estado, etcétera. Un discurso trillado que moviliza solo a sus barras bravas. Muchos lo oyen, pero ya pocos lo acatan.
Un viaje hacia la moderación
Aún falta tiempo, es cierto, y a pesar de los riesgos y amenazas internas y externas que se ciernen sobre el país, una eventual final entre Cepeda y Fajardo comienza a tomar fuerza y a volverse una posibilidad real. Hace apenas un mes era “poco probable”. Esa final sería positiva para la política colombiana, no veo a ninguno de ellos sacándole los ojos al otro, ni destripándose ni dándose balín. Los dos tienen personalidades serenas y moderadas. Es de necios no reconocerlo. Los veo compitiendo de manera civilizada y sin agravios, y esa es una ganancia inmensa para un país hastiado del insulto, del agravio personal y de la incitación al odio.
Esta dinámica empujaría a Cepeda y Fajardo a un viaje hacia la moderación y al diálogo. A un debate programático civilizado. En la actual campaña sobran candidatos y faltan ideas. Ojalá ellos llenen ese vacío y le devuelvan contenido a la política. Colombia lo necesita, son muchos los problemas y desafíos. No hay espacio para los lugares comunes. Todavía no tienen nada ganado. El camino es largo, y culebrero. El 22 de diciembre tendremos más elementos de juicio, cuando se sepa quiénes hacen consultas y quienes no.
Es cierto, aún falta tiempo y muchas cosas pueden pasar. Está por verse, por ejemplo, cómo influye el resultado electoral de Chile, con el triunfo de Katz, y si Uribe le pone de llave a De la Espriella a su candidata Paloma Valencia, para llegar unidos a primera vuelta.
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