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Sergio Fajardo: “He aprendido del pasado. Este es un nuevo Fajardo, uno que va a ganar”

El candidato presidencial reitera que es el único que le puede ganar al izquierdista Iván Cepeda, y rechaza cualquier punto de encuentro con el aspirante ultra Abelardo de la Espriella

Sergio Fajardo (Medellín, 69 años) enfrenta esta campaña presidencial, la tercera en fila, con una línea clara: mostrar que ha aprendido del pasado, proyectando un estilo de liderazgo más cercano al que busca una mayoría de colombianos. “Yo no hablaba así”, dice sobre la búsqueda de un tono más tajante en sus intervenciones. Y explica que su estrategia, la primera que no construye con intuición propia, sino con un experto —el español Antoni Gutiérrez Rubí—, busca dejar atrás la ubicación política que lo suele acompañar. “No hablo de centro, que no es suficiente como forma política para llegar a segunda vuelta, y yo nunca me he clasificado como de centro. Vengo de un movimiento cívico, ciudadano, fuera de esa geometría política. Por eso hablo de construir una nueva mayoría”, explica.

Recibe a EL PAÍS en su luminoso apartamento del nororiente de Bogotá, uno en el que los libros se mezclan con fotografías y dibujos de sus hijos y nietos, y con recuerdos del Deportivo Independiente Medellín. El cambio no es total: cuenta que le han recomendado usar blazer para las fotografías que acompañan las entrevistas, pero que se niega a dejar de salir en jeans y camisa de cuello, una imagen que lo caracteriza desde que saltó de ser profesor universitario de Matemáticas a candidato a la Alcaldía de la segunda ciudad más grande de Colombia.

El candidato que en 2018 sumó 4,6 millones de votos y estuvo muy cerca de pasar a una segunda vuelta que todas las encuestas señalaban que ganaría, se desplomó cuatro años después a 865.00 apoyos y un muy distante cuarto lugar. Es un recuerdo doloroso que, dice, sentado en una mesa de madera de ocho puestos que goza de la luz de la tarde bogotana, lo llevó a encarar esta nueva campaña con una mirada diferente, a intentar cosas nuevas.

Cuenta que está contento haciendo la campaña de otra manera, y pausa la entrevista para mostrar con orgullo un reciente video difundido por sus redes sociales. En un mitin, micrófono en mano, responde a una pregunta: “Que si tengo huevas (cojones) o no tengo huevas, yo le voy a contestar aquí al señor que está preocupado por las huevas mías”, inicia, para luego argumentar que el carácter no es gritar o maltratar, y que muchos corruptos pueden mostrarse valientes en ese sentido, pero su propuesta es otra: hacer las cosas de una manera diferente.

—Fue inesperado, yo nunca utilizo una expresión de esa naturaleza. Ocurrió en Galapa, en Atlántico, porque los costeños hablan distinto. Aquí me habrían dicho: “Usted es tibio y no tiene fuerza para la seguridad”. Eso habría pasado desapercibido, porque en todas las entrevistas me lo dicen, me recuerdan que me fui a ver ballenas. Allá no. Me dijo: “No joda, ¿tú sí tienes huevas o no tienes huevas?“. Respondí manera natural, sacamos el video y se convierte en un hit. Cómo es la vida... yo qué iba a pensar en este tipo de cosas.

Es un ejemplo de sus aprendizajes, de ese Fajardo nuevo, señala con entusiasmo. A su juicio, esa novedad ayuda a su estrategia de señalar que la decisión del elector está entre los extremos —“los dos”, subraya— y él, que se reivindica como el que busca dar un paso “adelante”, no hacia un intermedio entre ellos, sino lejos, dejándolos atrás. Esta vez deja de lado el tablero o el cuaderno en los que en campañas anteriores hacía esquemas mentales que mostraba a sus interlocutores, un legado de sus años como profesor, recuerda de viva voz los resultados centrales de la reciente encuesta de Invamer como un punto de partida para su estrategia.

—En un extremo aparece Iván Cepeda como claro candidato y puntero. En el otro está fuerte De la Espriella, aunque menos de lo que pensaba su círculo tras tanta parafernalia como la de su lanzamiento en el Movistar Arena. Detrás vengo yo. Pero esa misma encuesta muestra que en una segunda vuelta Cepeda arrasa a Abelardo, que yo le gano a De la Espriella, y que contra el senador quedamos en empate técnico. Hoy, soy el único que le puede ganar a Cepeda

—¿Y qué pasaría si las candidaturas en esos dos extremos no son las de Cepeda y De la Espriella, sino figuras más moderadas?

- Si cae uno de ellos, sube Fajardo. Mejor. Pero el presidente Petro va a incitar la polarización que hay en Colombia, que además no es por un par de individuos, sino por lo que ellos representan, los extremos.

En la última semana, el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia ha hablado también del camino para llegar a la primera vuelta. El lunes pasado, cuando venció el plazo para que los aspirantes anunciaran su intención de participar en una consulta entre sí, cerró esa puerta. En un comunicado público explicó sus objeciones a ese mecanismo, una decisión que cambió la ruta para las presidenciales. En su lugar, ha propuesto la posibilidad de acordar con otros aspirantes una encuesta estructurada, que no pregunte por la intención de voto, sino por los rasgos deseables de un candidato, para seleccionar a quien más se acomode a ese ideal. Es una idea en borrador, aclara.

—Ha decidido no participar en ninguna consulta interpartidista, al contrario de 2018 y 2022. ¿Por qué?

—Porque luego de las votaciones, se comparan los resultados de las consultas entre sí, y logran muchos más votos las que tienen candidatos con maquinarias, que jalonan listas al Congreso con políticos de ese tipo. Ocurrió antes, y esta vez en la derecha está Álvaro Uribe en la lista al Senado, y en la izquierda está todo el Pacto Histórico. Es que mi proyecto de vida no es ser líder del centro o ganar una consulta del centro, es ser presidente de Colombia.

—¿Es un aprendizaje de lo que ocurrió luego de que usted ganar la consulta de 2022 y varios de los que eran sus aliados terminaran apoyando a otros candidatos?

—Hay que romper el axioma de que las consultas unen. Pero he decidido que de lo que ocurrió no hablo, sino que aprendo, como de otras lecciones de la vida.

De lo que sí habla, y bastante, es del actual presidente. Califica el mandato de Petro como “caótico”. Señala que no sabe planificar, mantener un sistema de gestión, seguir una estrategia. “¿Quién responde hoy por la paz total, a quién se le puede preguntar? ¿Llegaron al Catatumbo los 25.000 soldados que dijo Petro ordenó que fueran?”, cuestiona, para luego calificar de “vergüenza” el episodio en el que el entonces ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, calificó a su colega de Interior, Armando Benedetti, de corrupto, para luego hacer las paces gracias a la mediación del hoy precandidato Roy Barreras. “Es por eso que la gente no confía en los políticos: un día se insultan y al otro se están abrazando. Ningún café arregla la corrupción”.

Pero más que la lucha contra corrupción, vieja bandera de Fajardo, en esta entrevista se enfoca en la seguridad. Dice que es la preocupación que más ha sentido entre los colombianos que ha visitado en estos meses, en los que ha ido a 29 de los 32 departamentos del país,

—¿Utilizaría la herramienta de los bombardeos, como los que Petro ha retomado pese al riesgo de que mueran menores de edad reclutados por los grupos armados ilegales?

—Si yo hubiera sido presidente, ahí no estábamos,

—¿En qué sentido?

—En que si soy presidente, conduzco de una manera diferente. El 7 de agosto se termina el modelo de negociación de Petro, pero no puedo decir más porque no sabemos que nos van a entregar, todavía falta mucho tiempo y van a pasar un montón de cosas

Fajardo enumera sus planes, el de seguridad, el anticorrupción, el de salud que ya ha entregado. Señala que los que vienen los presentará de forma “diferente” y que está feliz con el aprendizaje de usar las redes para hacerlo. Separa del cerro de papeles que llena un extremo de su mesa los planes actuales de esos temas, y otras de sus propuestas de 2018 y 2022. Recuerda que ha apoyado todos los procesos de paz en el país. “Pero las lecciones hay que aprenderlas”, repite como un mantra.

Al preguntarle por la desigualdad toma otro de los papeles, el comunicado de prensa en el que anunció no ir a la consulta, para leerlo directamente: dice que el país necesita “una política que entiende, reconoce y sabe avanzar en la solución de las profundas desigualdades entre personas y regiones de nuestro país, que tiene la capacidad para garantizar la seguridad que hoy reclaman”.

Y es que Fajardo se cuida de que las críticas a Petro lo alineen a la derecha. Muestra una lista de decenas de personas con las que se ha sentado a conversar a lo largo del año, uno a uno, sobre el país. Señala que en un lado del sofá rojo de su sala se sentó el precandidato Juan Carlos Pinzón y en otro el asesinado senador uribista Miguel Uribe Turbay, que en la cabecera de la mesa estuvo Iván Cepeda y en una silla al lado, la senadora petrista María José Pizarro. Estuvo con Uribe Vélez, con el cardenal Luis José Rueda, con Pero, aclara, nunca se sentaría así con De la Espriella.

—¿Por qué no?

—Con un tipo que sea capaz de decir que viene a destripar a la izquierda, jamás en mi vida estaré en ningún lugar del mundo.

—¿Peor entonces para qué conversar con todos?

—Porque voy a ser presidente de Colombia y tengo que entender a las personas protagonistas de nuestro país, hablar con todas respetuosamente. Estoy dispuesto a eso.

El sol va bajando, el café que preparó Fajardo se acaba, y él resalta los logros que tuvo cuando fue alcalde y gobernador, la forma en la que administró, los acuerdos que logró con políticos de todo tipo sin recurrir a entrar cuotas burocráticas. Sonríe cuando habla de los equipos de voluntarios que le apoyan en todo el país: “La gente está muy entusiasmada. Después de la catástrofe de 2022, peor imposible. Yo soy resiliente y lo que he aprendido desde entonces, en términos de inteligencia emocional, es mucho, y estoy contento por eso”, concluye con una sonrisa.

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Sobre la firma

Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.
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