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María José Pizarro: “Espero que el Consejo Nacional Electoral no me cercene los derechos políticos”

La senadora y precandidata presidencial de la izquierda defiende la fusión de los sectores progresistas en el Pacto Histórico, y su derecho a participar en la consulta popular del 26 de octubre

María José Pizarro, en Bogotá, el 15 de septiembre.
Santiago Torrado

María José Pizarro (Bogotá, 47 años) es quizás la mujer más visible en el Pacto Histórico, la variopinta coalición de izquierdas que busca fusionarse en un partido político de cara a las elecciones del 2026. Como senadora recién posesionada, fue la encargada de ponerle hace ya más de tres años la banda presidencial a Gustavo Petro, en una toma de posesión cargada de simbolismo, y hoy es una de las precandidatas del progresismo que aspira a sucederlo.

Ocupa la oficina 502 del Edificio Nuevo del Congreso, en el corazón de Bogotá, la misma que en su día ocupó el presidente como senador. En la puerta hay un afiche con la ilustración que usó la portada de su autobiografía El camino hacia mi nombre (Planeta), en la que se ve el rostro de su padre, Carlos Pizarro Leongómez, bordado en la chaqueta que ella llevaba puesta en aquella ceremonia. Después del asesinato del líder del M-19 que firmó la paz con el Estado, durante la sangrienta campaña presidencial de 1990, ella vivió en el exilio. Fue activista por la paz y la memoria antes de incursionar en la política.

Pizarro ha sido una abandera de la esquiva unidad de la izquierda, que espera definir un aspirante presidencial único en una consulta popular el próximo 26 de octubre. Esa hoja de ruta, sin embargo, todavía depende de definiciones del Consejo Nacional Electoral, que se reúne este miércoles para decidir sobre la fusión de los partidos y movimientos progresistas que quieren ir juntos a las urnas. María José, como la suelen llamar, enfrenta un escollo adicional, pues el CNE ha dejado en suspenso una escisión del partido MAIS, de la que depende su ingreso formal al Pacto Histórico. “Hoy no existe ningún motivo legal, real, para cercenarle los derechos políticos a las fuerzas de izquierda y progresistas en este país”, denuncia en esta entrevista.

Pregunta. Ha dicho que Colombia está lista para una conducción femenina del Estado. ¿En qué consiste ese liderazgo femenino?

Respuesta. No es cualquier liderazgo femenino. Estamos en una transición en la que al presidente Gustavo Petro le ha tocado sumamente difícil, como con un machete abriendo camino. Una segunda etapa de un gobierno progresista tendría que tener unas características distintas, precisamente porque ya se ha avanzado. Además, independientemente de que sea un gobierno progresista o no, Colombia merece quien la cuide. Eso implica superar la división del país, que yo creo que los hombres han profundizado. Tenemos la capacidad de unir a la nación, de sentar en la mesa a todos los actores, de iniciar la construcción de un plan para Colombia en los próximos 25 años. Eso requiere unas cualidades distintas.

P. ¿El presidente Petro le ha hecho algún guiño a su aspiración presidencial?

R. Yo creo que él no está en el momento de hacerle guiños a nadie. Nosotros conversamos, él sabe perfectamente lo que estoy haciendo. Nunca se ha opuesto, todo lo contrario. Entiendo que tengo que hacer mi trabajo, como lo tienen que hacer todas las precandidaturas del Pacto Histórico. Pero nosotros no podemos sustentar una candidatura presidencial solamente en un guiño del presidente, ni repitiendo como loros lo que él dice. Tenemos que labrar nuestro propio camino, y permitirle hacer lo que le corresponde, que es sacar adelante este Gobierno.

P. Recientemente, buena parte de la atención se la han llevado Iván Cepeda y Daniel Quintero, aunque hay cinco precandidatas para la consulta del Pacto Histórico. ¿Hay algo en la dinámica de la campaña que las esté perjudicando o que les reste visibilidad?

R. La cultura social de nuestro país privilegia las voces masculinas. A las mujeres siempre nos toca más difícil. Nosotras tenemos que lidiar con eso, arreciar la marcha, hacerlo cada vez mejor, remar 20 veces más. Pero, por delante de cualquier consideración, hay que poner el proyecto político. Tienen que ser candidaturas con raíces, con origen, con simbolismo al interior de las fuerzas progresistas. Que sumen, es decir, que puedan dialogar con otros sectores políticos. No nos podemos equivocar.

P. ¿Tiene reparos a la presencia de Daniel Quintero en la consulta de la izquierda?

R. Con algunas de estas candidaturas tenemos una historia de luchas en común; con algunas hay afectos, inclusive muy profundos. Luego hay otras con las que se empiezan a ver diferencias muy marcadas. Espero que las características que mencionaba antes para una candidatura progresista sean las que prevalezcan. Para eso tenemos que fortalecer la unidad [del Pacto Histórico]. Yo creo que hay que ganarle a Daniel Quintero. Punto. Y lo tenemos que hacer sin temor, porque si le tenemos miedo a Quintero, entonces cómo vamos a enfrentar a Abelardo De La Espriella o a Vicky Dávila [los aspirantes de la ultraderecha].

María José Pizarro, en Bogotá.

P. Usted ha abogado por la unidad de la izquierda. ¿Ese propósito puede superar el obstáculo con el que se ha topado en el Consejo Nacional Electoral?

R. Sí, por supuesto. Hemos decidido una ruta democrática. Todo el mundo ha dado discusiones al interior de sus fuerzas políticas, nosotros hemos tomado caminos como el de escindirnos del MAIS para poder transitar hacia la unidad, y de repente nos encontramos con unas decisiones que el Consejo Nacional Electoral tendrá que demostrar si son ceñidas a la ley o si son de orden político. Hoy no existe ningún motivo legal, real, para cercenarle los derechos políticos a las fuerzas de izquierda y progresistas. En nuestro caso, por ejemplo, se nos dice que sí nos dan la personería jurídica, pero la condicionan. Es un absurdo. Tuvimos que tutelar nuestros derechos. Lo que buscan es alargar las decisiones para que no podamos realizar la consulta del 26 de octubre. Deberían priorizar este tema, porque saben que hay un calendario electoral.

P. ¿La consulta del Pacto Histórico está en riesgo?

R. Sí, por tiempos lo está. Depende hoy del Consejo Nacional Electoral, que ha dicho que este miércoles 17 toma una decisión en relación con la personería jurídica del Pacto Histórico, que ahora es la personería jurídica de un pedacito del Pacto.

P. La escisión de Progresistas, su movimiento, sigue en suspenso. ¿Su aspiración presidencial depende de ese laberinto legal? ¿Contempla otro camino?

R. Lo que yo espero es que el Consejo Nacional Electoral no me cercene los derechos políticos. Hemos solicitado una escisión, me he presentado como precandidata presidencial de esta tendencia del Pacto Histórico y lo que me está diciendo el CNE es que no puedo participar, que una de las mujeres más visibles y representativas del progresismo no puede participar. Nosotros echamos mano de la justicia, que es en últimas la herramienta con la que contamos todos los colombianos y las colombianas.

P. ¿Cómo evalúa el Gobierno de Petro?

R. En lo que para mí era fundamental, bien. Iniciamos con éxito un tránsito de una economía extractivista a una economía productiva, y hemos demostrado que se puede. Hoy los sectores que son motor de la economía son la agricultura, el turismo, la transición energética, el arte, la cultura e inclusive la minería para la vida, que se opone al fracking. Este país no quebró, el dólar no subió exorbitadamente, las empresas no salieron huyendo… La inflación tiene una tendencia a la baja, también el desempleo, el PIB va bien y hemos tenido un aumento sostenido del salario mínimo. Es decir, la economía va bien. Y hemos tenido que enfrentar, y lo hemos hecho con responsabilidad, a pesar del costo político, un déficit fiscal que heredamos de los gobiernos anteriores. La reforma agraria, que fue el origen del conflicto en Colombia, se está volviendo el lugar de la solución, por el número de tierras que hemos entregado. Eso es importantísimo. También hemos cometido errores, era la primera vez que gobernábamos.

P. El presidente Petro ha retomado la idea de una Constituyente, ahora como una suerte de bandera electoral. ¿Apoya esa idea?

R. Creo que el presidente ha sido claro desde el primer momento. La Constitución Política de 1991 establece dos cosas: que el pueblo es el constituyente primario y que, por lo tanto, su voz no puede ser desconocida; y que este es un Estado Social de Derecho, y por lo tanto el componente social tiene que materializarse. No es potestativo. No puede ser que haya una inercia en este Congreso de la República por parte de los sectores tradicionales para no permitir que se garanticen los derechos sociales. Nosotros estamos del lado de la Constitución de 1991. Entonces, un Congreso constituyente quiere decir un Congreso que garantice que se cumplan los derechos constitucionales. Ahora, si llegamos a un escenario asambleario, es decir, a una nueva Asamblea Nacional Constituyente, hay reflexiones que tenemos que dar. Yo creo que hay de defender la Constitución de 1991, y fortalecer su espíritu.

P. “Para las y los hijos de la nueva Colombia, esa nación reconciliada que está por surgir”, dice en la dedicatoria de su libro El camino hacia mi nombre. ¿No estamos más polarizados que nunca? ¿Le preocupa el tono que ha venido tomando la naciente campaña electoral?

R. Yo creo que la polarización es un síntoma de una división. Colombia es un país partido en dos, en términos políticos, y tenemos que unir a la nación colombiana. Esa es una inmensa responsabilidad, y por eso hablo de una conducción femenina del Estado. Me preocupa, y me preocupa el mundo, porque lo que está sucediendo en Colombia es un síntoma de lo que sucede en el mundo. Aquí no se trata de quién gana más likes y de la política como reality, un show del espectáculo, que es lo que proponen algunos dentro de todos los espectros políticos. ¿Vamos a enaltecer el ejercicio de la política y a dar las discusiones que se requieren?

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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