Día cívico: el nuevo espejismo nacional
El Gobierno de Gustavo Petro ya no se contenta con echarle la culpa de todo a los opositores. Ahora, los amenaza con la movilización popular


Quisiera saber qué funcionario del gobierno Petro denunció ante la Fiscalía los oscuros esquemas de corrupción que seguramente encontraron apenas llegaron a asumir sus cargos. Quisiera saber quién llevó ante la justicia la lista de los congresistas del Partido de La U que desde hacía por lo menos dos gobiernos se estaban lucrando de los dineros de la salud de los colombianos. Quisiera saber si fue desde la Presidencia o desde algún ministerio que dejaron en evidencia la forma en que la Unidad de Gestión del Riesgo sirvió para pagar con sobrecostos los contratos hechos en el marco de las emergencias y cuyo saldo terminó en manos de políticos de todos los pelambres en el Gobierno Duque. Quisiera saber si fue el presidente mismo o su fiel escudera Laura Sarabia quien denunció ante la Fiscalía a Jaime Ramírez Cobo (asesor y amigo personal de Sarabia) por abuso de confianza luego de quedar en evidencia su evidente papel en el desfalco a Gestión del Riesgo y su rol como emisario de los políticos. Quisiera saber si al menos una de las denuncias enunciadas en las preguntas anteriores llegó a presentarse. En fin, tantas cosas que uno quisiera saber para al menos corroborar si el “cambio” (toca ponerlo entre comillas no sólo porque así lo llamaban, sino para llamar la atención sobre la ironía del uso del término frente a la realidad presente) era solo una palabra eficaz como remoquete de campaña o si en realidad hubo, al menos al comienzo, personas que con convicción buscaron operar el llamado “cambio”.
Seguro nunca nadie responderá a las preguntas del primer párrafo de este texto. Si algo nos ha demostrado el Gobierno Petro es que a la hora de asumir la responsabilidad, por algo que salió mal o por aquello que no se ha hecho, nadie asoma la cabeza y se usa un comodín que es echarle la culpa a: el gobierno anterior, la oposición, los medios de comunicación, los empresarios, el Congreso, las altas cortes, los jueces, la guerrilla, el narcotráfico, Trump, los alcaldes, los que estuvieron en el Gobierno y ya no están y, en fin, a cualquiera siempre y cuando no esté en el Gobierno. A menos que se trate de un consejo de ministros televisado, porque en esa situación carente de los culpables-de-siempre y ante el absurdo que sería endilgar la responsabilidad a ajenos pero presentes en el salón, es decir camarógrafos o meseros de la casa presidencial, los culpables serán siempre los ministros y nunca el presidente.
Es así como, a un año de las próximas elecciones de Congreso y como ya muchos de los que creyeron genuinamente en Petro-el-candidato saben que Petro-el-presidente no es más que un hombre que habla con el lenguaje de los sueños, pero una pesadilla a la hora de dirigir un país, comienza la nueva estrategia de posicionamiento: amenazar a los que piensan distinto. Porque ya no basta con echarles la culpa de todo, sino que ahora hay que hacerlos temblar de miedo con la movilización popular.
Para tal fin, el mismo Gobierno que no responde ni responderá a las preguntas sobre el “cambio”, ese mismo Gobierno que le echa la culpa a cualquiera sobre aquello que ellos no han sabido gerenciar, presenta el “día cívico” como la gran demostración de poder popular. ¿Por donde empezar? ¿Por la mentira dicha por el presidente Petro cuando señala que un empleador no puede sancionar a un empleado por no asistir a su trabajo durante el día cívico? ¿Por los recursos que el Estado invertirá en movilizar a algunos grupos de manifestantes a las ciudades principales porque aparentemente no sirve que la gente se manifieste en sus propias poblaciones? Al igual que el “cambio” y el “yo nunca tengo la culpa” este martes viviremos el “Espejismo Nacional”: la calle utilizada para amenazar a la democracia con la excusa de salvarla. ¡Vaya “cambio”!
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