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Gobierno de Colombia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un día en la vida del ministro Bonilla

Su mayor aliada es la regla fiscal, el muro de contención de la represa presupuestal

Ricardo Bonilla
Ricardo Bonilla, Ministro de Hacienda y Crédito Público de Colombia.Nathalia Angarita (Bloomberg)

El presidente Petro acaba de anunciar su ocurrencia de la semana. Quitar la regla fiscal. Dice que le impide al Gobierno gastar más y salvar la economía.

Lo que le impide gastar más no es esa regla. Está bien documentado que lo que tranca ejecutar el presupuesto de vivienda, infraestructura y regalías es la incompetencia de sus equipos, las dudas frente a la política Mi casa ya, a las 4G y 5G de carreteras, y las regalías del petróleo. A octubre solo se ha ejecutado una fracción pequeña de la inversión en vivienda e infraestructura. En regalías hay más de 15 billones por ejecutar.

Pero extraña más es que el presidente Petro no para de anunciar gastos: 1) congeló los peajes, y eso requerirá que Hacienda pague un hueco de 500.000 millones; b) congeló el SOAT y eso creó otro hueco de medio billón; c) no subió suficiente la unidad de pago por capitación de la salud, y eso creó un hueco en las EPS de 5 billones, que el ministro Jaramillo pide que Hacienda le cubra; d) decidió no subir más rápido los precios de la gasolina y el diésel, y abrió un hueco de 20 billones en Ecopetrol y Hacienda; e) anunció que la universidad pública será gratis, y el ministro Bonilla debe cubrir otro hueco de 1,7 billones; f) decidió mantener la miope opción tarifaria de energía eléctrica de Duque, y no giró los subsidios a las electrificadoras, que abrieron un hueco de cinco billones.

Esa es la verdad: el presidente Petro no para de gastar billones y billones cada semana. No se entiende entonces que salga con el irrisorio anuncio de que no lo dejan gastar más. Qué tal que lo dejaran. Regalaría los tomates en las plazas de mercado, la sal y el salchichón en las tiendas, y el agua y la luz en las casas.

Justamente para eso se inventaron las reglas fiscales. Para defender al presupuesto público y al ministro de hacienda de mandatarios excesivamente generosos e irresponsables, que van regalando plata ajena a diestra y siniestra.

El presidente parece no saber cuánto vale un peso y lo difícil que es producirlo ¿Ha balanceado un presupuesto? ¿Ha producido un bien o un servicio? ¿Ha generado utilidades en una empresa?

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El presidente Petro, además, muele a palos a los que sí producen los pesos, pagan los impuestos y dan para que el Estado y los mandatarios posen de generosos: los empresarios. Los llama esclavistas y explotadores.

El presidente debe saber que cuando los empresarios no producen y no obtienen utilidades, se esfuman los impuestos. En esa circunstancia, el ministro Bonilla no tiene más remedio que emitir bonos de deuda. Los impuestos y la deuda son las únicas fuentes para pagar por el inmenso y generoso corazón del presidente.

Pues bien, los compradores de bonos de deuda pública solo le creen a la regla fiscal. Saben que es el único instrumento aceptado y visto por todos, que ordena la relación entre ingresos y gastos del Gobierno.

Sin la regla fiscal, la fecundidad de regalos y prebendas semanales llevarían al traste al Gobierno. De hecho, como vamos, el año 2024 se ve muy complicado para las cuentas del ministro Bonilla, y ni pensar lo que será el 2025. No le van a alcanzar las reformas tributarias de los ministros Restrepo y Ocampo, ni la subida de los precios del petróleo. No le va a alcanzar nada. Como en su momento no le alcanzó a Rojas Pinilla, el último populista irresponsable que tuvimos. La regla fiscal es la forma de defendernos contra populistas irresponsables.

Estimados congresistas, llegó el momento de constatar si ustedes tienen columna vertebral, o si en su lugar hay un trozo de caucho que sirve para las venias, las arrodilladas y servir de tapete al ejecutivo. Si dejan avanzar una reforma de salud que abriría un hueco adicional de 12 billones al año, y contemplan desbaratar la regla fiscal, van a desaparecer los compradores de bonos del Gobierno.

El precio de la deuda pública se precipitará al suelo como sucedió en 2022, y la tasa de interés que el ministro Bonilla tendría que ofrecer para que le compren bonos aumentará como la de Argentina, Nicaragua, Cuba o Venezuela. Ustedes dirán en qué país quieren que vivamos 50 millones de colombianos. El país irresponsable que el presidente quiere crear, o en el responsable que hemos habitado por espacio de un siglo.

Ministro Bonilla, un día en su vida debe ser un infierno, sumando cuentas y cuentas por pagar del presidente y su gabinete. Su mayor aliada es la regla fiscal. Usted lo sabe. Es el muro de contención de la represa presupuestal. Sin ese muro, nos inundaríamos de deuda e impuestos. No admita que, por una serie de disparates, acaben con la tradición centenaria de responsabilidad fiscal de Colombia.

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